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Eneko (Vitoria, 1974) e Iker (Vitoria, 1977), los hermanos Pou, coronaron su primer 'tresmil', el Taillón, con ocho y cinco años, respectivamente. Con 18 y ... 15 ya tenían el Mont Blanc. Hoy son una de las cordadas más reconocidas a nivel internacional y acaban de recibir su quinta nominación al Piolet de Oro, lo que vienen siendo los Oscar del alpinismo, por la ruta 'One Push' que llevaron a cabo junto al peruano Micher Quito en el Pumahuacanca (5.563 metros) en la Cordillera Blanca de los Andes.
- ¿En qué epígrafe ponemos a los Pou: montañeros, alpinistas, escaladores, aventureros?
- Eneko Pou: A mí siempre me ha gustado montañero porque engloba todo. Quizás desde el punto de vista técnico seamos más escaladores y alpinistas, pero montañero engloba todo, desde el que va a coger setas hasta el que va al Himalaya. Es bonito.
- Iker Pou: Te ha dejado igual (ríe).
- E. P.: Siempre se dice que el fútbol es el deporte mayoritario, pero en la montaña, si coges desde el que se va a dar un paseo hasta el que va al Himalaya, somos un colectivo muy grande. Igual es un pseudónimo romántico, pero lo de montañero engloba todo ese colectivo de gente que le gusta la naturaleza y va a la montaña.
- Suelen incidir mucho en el respeto y los valores tradicionales de la montaña. De los últimos románticos.
- I. P.: Sí, de los últimos, somos de los pocos que no salimos con un crono a la montaña. Se está deportivizando bastante todo.
- E. P.: Internet ha cambiado mucho todo. En el 'totum revolutum' que hay hoy en día nadie sabe quién anda, quién no, quién es fiel al estilo... Poco a poco se va comiendo terreno a lo que es la montaña de verdad. Nosotros somos la siguiente generación a aquella impresionante que hubo en Vitoria, de Juanito Oiarzabal, Atxo Apellániz, Antonio Miranda, Adolfo Madinabeitia... Hemos mamado historia del alpinismo y que nos toquen las reglas no escritas es un poco feo. Y nos las están tocando. Ahora parece más atletismo que montaña. Parece que el cronómetro es más importante que la dificultad.
- Insisten mucho en eso, en el estilo libre, alpino.
- I. P.: La montaña siempre se ha marcado por la dificultad y no por el crono y últimamente se va a por la velocidad. Se están haciendo ascensos por vías normales, con miles de cuerdas fijas. En un estilo malísimo, hace treinta años se hacía mucho mejor.
- ¿Mucho postureo en el mundo de la montaña?
- E. P.: La sociedad vive 'fast food'. Tú no puedes hacer una gran gesta de alpinismo sin un montón de años de experiencia detrás. Como escalador y como atleta. El otro día nos preguntaban por el 'trail running'. (Ríe) Nosotros desde que somos pequeñitos corremos tres o cuatro días a la semana por la montaña, pero no le llamamos 'trail running', le llamamos correr por la montaña. Todo esto es márketing. Nada en contra de ello, porque somos los primeros corredores, pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra. Para hacer ciertas actividades de montaña, sobre todo en altura o roca dificultad, necesitas muchos años y muchas horas. La gente quiere ser héroe en cuatro días y eso no se puede. A no ser que estés engañando al público.
- No es lo mismo una apertura que una repetición.
- I. P.: Nada que ver, es otro mundo. Hay mucha gente que no ha abierto nunca y tampoco sabe realmente diferenciarlo. Tú haces una apertura, no tienes información, no sabes dónde vas, ni lo que te va a costar ni nada. El que viene detrás todo eso lo tiene escrito. Nada que ver.
- E. P.: Siempre ponemos el ejemplo del arte, no sé si la metáfora es buena: hay un puñado de gente capaz de replicar un Picasso o un Van Gogh, pero el original lo hicieron ellos. Se trata de tener esa visión y esa genialidad. Y ahí no hay más de cuatro. En esa generación que decíamos de Vitoria se hizo montaña de mucha calidad y muy auténtica comparado con lo que se está haciendo hoy. El año pasado subieron 150 personas al K2 en el mismo día. Eso quiere decir que te ayuda un montón de gente.
- Quinta nominación al Piolet de Oro. El reconocimiento del mundo de la montaña lo tienen.
- I. P.: Es lo más importante. Nosotros sabemos la actividad que hacemos y tener ese reconocimiento siempre es importante.
- E. P.: Para nosotros es importante llegar al gran público, es una manera de poder seguir haciendo lo que nos gusta, pero no aspiramos a ser lehendakaris. Nos conformamos con que se nos reconozca en nuestro nicho, que la gente que controla realmente diga 'estos tíos se siguen esforzando un montón y hacen cosas buenas'. Nuestro objetivo desde que empezamos es dejar un legado importante. Nunca nos hemos movido por la parte económica, esto no ha sido un negocio para después montar 'nosequé'. Nuestro plan B es seguir con el plan A. Queremos seguir dejando ese legado. Yo el año que viene hago 50, Iker va a hacer 47, nos estamos haciendo mayores, no nos quedan tantos años de calidad y en los que nos quedan vamos a seguir intentando dejar cosas bonitas. Que eso es lo que nos va a quedar.
- ¿De la montaña uno se retira?
- I. P.: Cambias de registro. No sigues al nivel en el que estabas y re relajas un poquito. Quedan pocos años para hacer actividad buena y hay que aprovecharlos.
- E. P.: Tenemos claro que vamos a seguir haciendo montaña toda la vida. Esquí de montaña, correr... O probablemente seguir abriendo vías, pero en vez de diez al año serán tres porque la recuperación será mucho más larga. Una expedición dura y con mucho compromiso como las nuestras psicológicamente te deja fundido. Física por supuesto, pero psicológicamente también.
- Hablan con tal naturalidad que parece que no vean riesgo.
- I. P.: El riesgo está ahí, pero lo hemos asumido. Respeto siempre, pero miedo no. En los últimos años se nos han matado un montón de compañeros, sabemos que está ahí, pero no le damos más vueltas.
- En Perú a Eneko le cayó una piedra en la cabeza.
- E. P.: Fue un tema muy serio, tuve suerte. Me podía haber quedado tranquilamente. En montaña estás en situaciones de riesgo muchas veces, unas te das cuenta y otras no. Las que no te das cuenta no pasa nada. Las que te das te dan mucho que pensar, te lleva a un período de reflexión, como cuando pierdes a un compañero.
- En 2019 participaron en un rescate de dos fallecidos en Los Andes.
- E. P.: Hemos tenido varios difíciles. No nos planteamos dejarlo, es nuestra pasión, nuestra manera de vivir. Quizás si lo dejásemos nos moriríamos en vida. Tener una pasión es muy bonito, tienes un motor para soñar. Pero reflexionar sí reflexionamos.
- El hecho de ser hermanos tiene la parte positiva de una complicidad infinita. ¿Hay una negativa del doble temor?
- I. P.: Sí, porque es tu hermano. Y los aitas sufren por dos. Hasta que no estás abajo y llamas no se quedan tranquilos.
- E. P.: A los aitas les cuesta porque vamos los dos juntos. Y eso que lo conocen perfectamente. En casa, cuando aparece alguien en la cumbre, siempre se ha dicho que queda el descenso. También entienden que nos lo inculcaron ellos y tenemos que ser fieles a nuestra vida.
- ¿Cómo es la noche colgados en una pared en un vivac?
- I. P.: Eso es lo más chulo. Es muy bonito si hace buen tiempo, aunque se duerme poco. En Perú teníamos una repisa inclinada, los tres apachurrados, frío, desprendimientos de piedras... No pegas ojo, pero los sitios son bonitos.
- E. P.: Los vivacs han sido siempre parte del alpinismo, ahora con el crono parece que nadie quiere parar. Que está bien, nosotros también hacemos cosas rápidas, pero hacer dos o tres noches en la montaña es algo increíble. Que te acerca al medio, a los orígenes, que nosotros no venimos del hormigón. Y nosotros lo reivindicamos en estos tiempos del crono.
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