![Martín Rodríguez, toda una vida dedicada a la halterofilia](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202112/03/media/cortadas/halterofilia03-kNLF-U1601496987680GG-1248x770@El%20Correo.jpg)
![Martín Rodríguez, toda una vida dedicada a la halterofilia](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/202112/03/media/cortadas/halterofilia03-kNLF-U1601496987680GG-1248x770@El%20Correo.jpg)
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mikel uriarte
Viernes, 3 de diciembre 2021, 01:51
Martín Rodríguez fue campeón de España senior en sus tiempos de juventud y ahora que cuenta con 73 'primaveras' acaba de repetir título nacional dentro del grupo de levantadores de más de 70 años. También fue preparador físico del Baskonia durante dos temporadas y profesor ... en Diocesanas a lo largo de quince cursos, además de regentar un gimnasio en la calle Abendaño. No sabe vivir sin hacer deporte. Es su sino. En 2012, después de un largo período de inactividad, volvió a entrenar, pero un mes más tarde tuvo que parar por un cáncer de colon. Lo superó y de nuevo compitió en el Mundial de Turín de 2013, siendo séptimo en el grupo de más de 60 años.
La pandemia ha obligado a los halteras a dilucidar algunos eventos de manera online, como el Nacional del pasado año o el Mundial de Japón en mayo. «Fue complicado porque solo teníamos un minuto desde que te llamaban hasta que levantabas el peso y a veces la conexión se iba, pero salió muy bien», apunta Martín. Ganó dos títulos en categoría absluta en 1973 y 1974 y otros nueve, estos recientes, en máster. Toda la experiencia acumulada en su época competitiva la trasladó después a una fase formativa. Hasta 1984 fue entrenador de halterofilia. «En Diocesanas, los alumnos no hacían nada si no empezaba yo el primero el ejercicio», rememora el veterano haltera.
Sus amplios conocimientos le valieron para un año más tarde y durante dos campañas encargarse de la preparación física del Baskonia, entonces Caja de Álava, entrenado por Pepe Laso y Manu Moreno. «Más que ayudar a mejorar me encargué de que no se lesionasen los jugadores y de que estuvieran en forma. Se me reconoció mi labor sin ser un especialista en esa materia y en lo que realmente dominaba, no se me tuvo en cuenta», desliza Martín.
Dos temporadas con nombres como Pablo Laso, Micheaux, White o Abdul Jeelani dieron para alguna que otra anécdota. «Pablito se hizo fuerte conmigo. Al principio recuerdo cómo Martorell y compañía le tiraban para un lado y otro. Pero luego empezamos a trabajar pesas. Bastó que cogiera un par de kilos y los contrarios le ponían la mano en el pecho y ya no podían con él. Transformamos su fisiología. Nos vemos poco, aunque cuando coincidimos, recordamos todo eso; me quiere mucho», cuenta.
No sólo del hoy entrenador del Real Madrid tiene recuerdos. Los norteamericanos, por ejemplo, dan también para evocar momentos y anécdotas varias. «Jeelani no salía a calentar si yo no le vendaba previamente y Pepe se mosqueaba con eso. Yo estaba puesto en esas cosas y la gente confiaba en mí. Fue bonito, aunque no aporté más que en halterofilia, que era mi deporte y mi pasión».
Ahora, a sus 73 años, cuida de sus cinco nietos y no deja su rutina en el gimnasio. Es lo que le mantiene activo. «Normalmente entreno tres días por semana, pero cuando hay bastante tiempo entre torneo y torneo, bajo a dos. Con la competición está a dos meses vista, vuelvo a subir la cantidad de sesiones. Si entreno jornadas alternas, me resulta mejor, porque a esta edad lo importante es la recuperación orgánica», sostiene convencido de sus prestaciones. Eso sí, no se pone fecha de caducidad. Su cuerpo será el que diga basta. «Mientras pueda hacerlo, seguiré porque el día que lo deje seré diez años mayor, lo tengo claro. Hay que exigirse lo que a uno le gusta», zanja.
Martín Rodríguez no cree en las casualidades ni en los méritos. «Siempre he sido un luchador y optimista por naturaleza. Un día me despertaré y no podré levantar más, pero no pasará nada», subraya. En categoría absoluta estuvo a punto de acudir a los Juegos Olímpicos de Montreal. Se lo había ganado en el tapiz, en el Europeo de 1973, pero su sinceridad le pasó factura. «Hice unas declaraciones en prensa respecto a las opciones que teníamos en España de hacer marcas internacionales y mi opinión al respecto era que eso sucedería cuando tuviéramos medios. Eso no gustó y me cortaron los pies. Me marché porque tenía claro que debía ser útil y decir lo que pensaba aunque en aquella época no estuviera permitido. No me iba a bajar los pantalones», manifiesta con tono serio.
Su larga trayectoria ha tenido reconocimientos importantes. Recibió la medalla de oro de Vitoria de manos de José Ángel Cuerda en el 1988. Fue el premio al mérito deportivo que compartió con Maite Zúñiga y Tanis Aguirrebengoa.
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