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En el patio de la cárcel de San Quintín, en California, un sonido constante y monótono acompaña a las charlas de los presos de este penal en el que comparten espacio asesinos, violadores y narcotraficantes. Es el golpeteo de las playeras de varios presos ... que, a grandes zancadas, tratan de enterrar los errores del pasado. Cuando corren sienten esa libertad que tanto anhelan. La prisión celebra el próximo 14 de diciembre la décima edición del Maratón de San Quintín, una prueba única que se celebra dentro de sus muros.
La prueba tiene como objetivo cambiar la forma de vida de los reclusos, que en su mayoría cumplen cadena perpetua. La carrera tenía que haberse disputado en noviembre, aunque tuvo que posponerse debido al polvo tóxico que había en el aire como consecuencia de los devastadores incendios que asolaron California el mes pasado.
La maratón nace de un plan conjunto de Laura Bowman-Salzsieder, fundadora del club de las 1.000 millas, y Ronnie Goodman, un expresidiario. Ambos pusieron en marcha el proyecto con la ayuda de voluntarios y preparadores del club. Una vez aprobada la idea, debían hacer números, ya que realizar 42 kilómetros dentro de una cárcel no es nada fácil: el espacio disponible es el perímetro circular de la prisión, un recorrido de menos de 700 metros. Para completar los 42 kilómetros, deben dar 105 vueltas. «Al esfuerzo físico hay que sumarle el mental, ya que hacer un recorrido repetitivo desde un punto a otro una y otra vez lo hace aún más duro», explica Frank Ruona, el entrenador jefe del club. No obstante, los entrenamientos no se hacen tan pesados para los reclusos. «Cuando corro, imagino que estoy atravesando el puente Golden Gate de San Francisco», sostiene Lee 'Timbuktu', un hombre de 61 años que sueña con la libertad tras 32 años entre rejas.
Eso sí, cuando llega el día de la prueba, se puede comprobar que no es pan comido: en la primera edición solo cruzó la meta uno de los participantes. A la carrera, que se disputará el próximo día 14, está previsto que se presenten 35 hombres. «Creo que finalizará la prueba la mitad de los inscritos», especula Ruona, quien subraya que muchos de estos presos «no estaban acostumbrados a hacer deporte o una tabla de entrenamientos». Preparar la carrera, trabajar duro y el compromiso son varias de las reglas que quieren inculcar a los corredores.
Uno de los reclusos que más en serio se toma la competición es Markelle Taylor, más conocido como 'La Gacela'. Este preso de 46 años, que cumple una condena de 15 por asesinato en segundo grado, es el máximo candidato a llevarse la victoria. Y es que sus tiempos son admirables. Su récord personal lo estableció en 2016 con tres horas y dieciséis minutos. Una gran marca que espera mejorar con el objetivo de poder participar en la maratón de Boston. Tras serle denegada dos veces la libertad condicional, a Taylor se la han concedido finalmente y empezará a disfrutar de este régimen a partir de marzo. Así que 'La Gacela' quiere correr lo más rápido posible para conseguir una plaza para la prestigiosa prueba bostoniana. Sin embargo, su último tiempo es de 3 horas y 20 minutos, y la organización pone el listón cinco minutos por debajo. Su preparador, Ruona, ruega que hagan una excepción con el convicto. Además, ha lanzado una campaña de recaudación de fondos para sufragar los gastos del viaje en caso de que Boston de luz verde a este preso. Independientemente de que logre participar o no en el maratón, Taylor ya será por esas fechas un hombre libre. Siempre lo ha sido. «Cuando corro me siento libre», sostiene.
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