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Lohan Potgieter, el grandullón sudafricano del Gaztedi, es un hombre de valores. Los que aporta el rugby, un deporte que desde fuera parece de brutos, pero cuya práctica aporta grandes valores para formar a los individuos como personas. Respeto, lealtad, solidaridad y trabajo en ... equipo son algunos de ellos. Pero en su caso, además, esta disciplina deportiva le sirvió para salir del ambiente problemático de la ciudad donde vivía, en el cono sur de África, para formarse como deportista y llegar a la élite.
El propio jugador asegura que hay mucha gente que hace «cosas malas» en Sudáfrica, un país con problemas de criminalidad, delincuencia y drogas. Sin embargo, el rugby para él «fue un salvavidas» que le sacó de las calles de la urbe donde se crió «para hacer algo bueno con mi tiempo, entrenar para estar bien físicamente y estar con gente con la que compartes objetivos».
Origen. Nació hace 25 años en George (Western Cape, Sudáfrica), ciudad de clima templado a orillas del océano Índico.
Trayectoria. Jugó en el SWD U20 de la Currie Cup sudafricana, después en Holanda, Burgos y Cáceres.
Caraterísticas. Es un tercera polivalente, explosivo y rápido, de los que corre con el balón y trata de esquivar contrarios.
Fichaje. Firmó con el Gaztedi en septiembre de 2019. «El principio fue muy raro porque había gente que hablaba euskera, español, argentinos. Yo era el único sudafricano».
Nacido en la localidad de George (Western Cape), al sur de Sudáfrica, hace 25 años, Potgieter fue el gran fichaje del Gaztedi hace temporada y media. Tras abandonar su país y recalar antes en Holanda, Burgos y Cáceres, este experimentado trotamundos se deja ver con su pelo rubio, sus 96 kilos y sus 192 centímetros por Vitoria, una ciudad que le ha acogido con los brazos abiertos y en la que se siente «como en casa». Reconoce que aquí está «muy bien» por múltiples motivos. Se confiesa rendido a su gente, la provincia y a una ciudad donde está viviendo su «mejor experiencia de rugby». «Todo es genial. Estoy muy contento aquí», reconoce. Lejos de conflictos, disfruta de pequeños placeres como «ir al centro, tomar un café o una cerveza con los amigos». Cuando lo permita la pandemia tocará «viajar por España», su asignatura pendiente.
-¿Es muy diferente la sociedad sudafricana y la vasca?
-Fuuuu! Sí, sí. Hay una gran diferencia… bueno, depende. Los vascos son más parecidos a los sudafricanos que los burgaleses y los de Cáceres. Aquí hay más gente como yo. Puedo salir en pantalón corto que nadie me va a decir qué pasa con este chaval, porque la gente aquí es más dura y más cordial. En Vitoria hace frío, pero la población es muy cálida. Hablan conmigo hasta cuando voy a comprar pan. Me dicen, 'Rubio, ¿de dónde eres?'. Me encanta hablar con gente que no conozco.
Actitud
Su día a día va más allá de entrenar con sus compañeros, ejercitarse en el gimnasio y disputar partidos. No le sobra demasiado tiempo libre y el Covid ha modificado sus rutinas e intenciones iniciales. Antes de la pandemia, Potgieter daba clases de inglés y tenía el propósito de ir a los colegios a promover este deporte y sus valores. «Empezamos en la universidad, pero lo paramos». Aunque desea retomarlo cuando sea posible, de momento se centra en jugar al máximo nivel y enseñar a los niños de la escuela del club «para que el deporte crezca en Vitoria». «Intentamos que aprendan que el rugby es más que jugar, que también son valores, juego en equipo y tener amigos».
En ese sentido, afirma que «todos los jugadores algún día van a jugar mal, pero ese día tus compañeros están ahí por ti». Solidaridad, ayuda y compañerismo son algunas de las palabras que ennoblecen este deporte al que llaman de caballeros, pero en el que también se baten el cobre las damas y los pequeños, a partir de 6 años. En él se transmite «respeto hacia cada jugador, hacia el entrenador y el árbitro, eso es lo más importante». También habla de lealtad al equipo «porque hay mucha gente que está jugando gratis aquí y después de trabajar vienen a entrenar», por lo que a pesar de haber recibido duros golpes acude a los entrenamientos «por mis compañeros». Empatía que se demuestra también en las melés o para contener a un rival de más de cien kilos que avanza imparable. Imposible sin ayuda.
Refugio
Por ello, a pesar de los reveses de la vida, cuando Lohan pisa el campo se siente seguro. «Entre estas cuatro líneas es mi casa». «En este deporte nunca se deja solo a nadie. Siempre tienes a alguien». Y Potgieter lo relata en primera persona. «Cuando todo se ha ido a la mierda, el rugby estaba ahí. No sólo es un deporte, es un estilo de vida. No se puede dejar. Mi presidente tiene 51 años y todavía está jugando», asegura, en alusión al veterano Moisés San Mateo.
Por ello, estar en otro país, a 12.000 kilómetros de su casa y su familia, es más llevadero «con mi equipo, mis compañeros y mis amigos», entre los que se encuentran otros dos sudafricanos más que han llegado tras él. Aún así, reconoce echar de menos a su familia, a pesar de los permisos que le otorga el Gaztedi para visitarla. «Mi club sabe que la familia es importante y confía en mí. Volveré en abril porque mi sobrino cumple un año». Ahora su casa está en Vitoria, donde no le importaría quedarse «cinco o diez años más». Echar raíces o buscar otro destino, el rugby es su brújula.
Después de sellar la permanencia matemática en la categoría de plata del rugby nacional para la que será la tercera temporada consecutiva, el Esconsu Gaztedi inició la semana pasada una segunda ronda con los seis primeros de su grupo con la vista puesta en el ascenso. El inicio de esta nueva liguilla, que se disputa a sólo cinco partidos, no pudo ser mejor, con victoria sobre el Ourense (24-40). Una vez que se disputen los cinco encuentros se clasificarán para las eliminatorias de ascenso los dos primeros de cada grupo (el A o grupo Norte, el B, Levante y el C, centro y sur) y los dos mejores terceros.
Para conseguir la que sería su primera clasificación para la fase de ascenso, debe batallar primero con los mejores de su grupo. Una vez vencido el Ourense, la ilusión se ha apoderado de los rojinegros por lo que ganar este domingo (11.30 horas) al líder, el Gernika, «sería un golpe de efecto muy bueno e iríamos de cabeza a por el ascenso, pero está difícil», asegura Pablo Corres, delegado del club.
Contra los vizcaínos «veremos cuál es nuestro nivel», explicó el técnico del conjunto vitoriano Miguel Beltrán de Otálora. Ante el potencial del Gernika y el Hernani, la intención del club alavés es pelear por ser uno de los dos mejores terceros de grupo y meterse en las complicadas eliminatorias por el ascenso a las que sólo llegan ocho equipos y que se disputan a doble partido (ida y vuelta). Sería algo histórico alcanzar dicha fase y más aún la categoría de oro nacional, en la que nunca ha militado el club vitoriano desde que tiene el formato actual.
Ante la prohibición de acoger público en las gradas de las instalaciones de Gamarra, debido a las restricciones por la pandemia de coronavirus, los aficionados que lo deseen pueden seguir el partido en directo a través del canal de Youtube del Gaztedi.
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