![Lluvia de deseos cumplidos](https://s1.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/2023/05/14/MARATON-007-kw0B-U200292341578lo-1200x840@El%20Correo.jpg)
Maratón Martín Fiz
Lluvia de deseos cumplidosMaratón Martín Fiz ·
Más de 2.600 corredores soñaron a lo grande en medio de un diluvio que, a medida que avanzó la carrera, pasó a un segundo plano una vez superados sus retosSecciones
Servicios
Destacamos
Edición
Maratón Martín Fiz
Lluvia de deseos cumplidosMaratón Martín Fiz ·
Más de 2.600 corredores soñaron a lo grande en medio de un diluvio que, a medida que avanzó la carrera, pasó a un segundo plano una vez superados sus retosEn una edición pasada por agua que pocos olvidarán, el público no falló a su cita y volvió a dejarse ver en la edición número 20 de la Maratón Martín Fiz. Pocos minutos antes del pistoletazo de salida, más de 2.600 deportistas aguardaban su ... momento bajo las cubiertas del Estadio de Mendizorroza. Otros en cambio, acudían a refugiarse bajo el paraguas de sus familiares o amigos, recibiendo las últimas indicaciones antes de pasar por el arco de salida del Paseo de Cervantes. «Lo harás bien, no te preocupes», promulgaban varios protagonistas mientras bebían el último trago de su isotónico. Y es que para cada uno de los participantes, había un reto en juego.
Con el megáfono advirtiendo del comienzo de la maratón, Martín Fiz arrancaba su andadura dubitativo. El histórico atleta vitoriano amaneció con sensaciones extrañas, incómodo consigo mismo. Los cambios de temperatura hicieron mella en el cuerpo del campeón de Europa y del mundo. Aún y todo, Martín sonrió y asintió ante los que le preguntaban si podía aguantar bien. Bajo el manto de lluvia que cubría la ciudad, la prueba comenzó fuerte, con varios deportistas dejando claro que las malas condiciones climatológicas no iban a impedir una buena actuación.
«¡Vamos hijo, tú puedes!», comentaba una y otra vez José Carlos Jiménez, padre de Omar, vencedor de la prueba popular de 10 kilómetros de distancia. El soriano alzó los brazos al cielo nada más sobrepasar la línea de meta en primer lugar, una satisfacción y una alegría que quiso compartir con su padre, a su lado en todo momento durante la media hora de carrera. «El chaval ha estado preparando la prueba dos meses, estoy muy orgulloso de él», admitió, con los ojos vidriosos. No tuvo ninguna duda de que podía ganar: «Desde marzo ha llevado un plan muy específico, haciendo series de fuerza y combinando todo ello con marchas kilométricas, se lo ha ganado». Omar, a su lado, cogía aire mientras repetía sus intenciones de futuro. Con una breve carcajada, decía que ya pensaba en la carrera de Barcelona. «Soy así, pienso en el hoy pero también en el mañana, estoy feliz».
Unos minutos más tarde, llegó uno de los participantes más jóvenes de la competición. Ander Zearra, con 14 años recién cumplidos, recibió la felicitación de su padre, Mikel, que en esta edición cambió de rol. «Es el primer año que el chaval corre, y la mía es la primera animando desde fuera, no he podido participar por una lesión en el pie», comentó mientras miraba cómo entraban más conocidos a la línea de meta. El vitoriano fue una de las decenas de personas que sacaron a relucir el típico dicho de que 'a mal tiempo, buena cara', cinco palabras que no pararon de resonar entre los cientos de corredores que colgaron la medalla en su cuello.
Aunque siempre hay alguna excepción. «A mí me gusta correr con frío, pero con lluvia no, creo que eso perjudica un poco al corredor, a tener alguna ampolla o a no cumplir su tiempo», subrayó Mikel Bargos, corredor del Unión Deportiva Miradores de Bilbao. En su caso, no fue así. Cumplió su objetivo y no pudo evitar gritar de alegría, ante la mirada de varios atletas. «Lo he dado todo, han sido meses duros de entrenamiento. Es una sensación increíble, me siento muy vivo. Sólo me sale gritar de alegría. Me decía a mí mismo que podía conseguirlo, que era una máquina».
La sonrisa de más de 2.600 participantes alumbraron el Maratón Martín Fiz. Ni el frío mañanero ni el horario impidieron que los corredores impulsarán su propósito. Unos formaron parte de la carrera como prueba de superación personal. Otros, como en el caso de Iñaki Martínez, Iker Ascensión, Mikel Mateo o Jon Arranz, es por solidaridad. Junto a 750 personas más, los alaveses fueron la cara visible de un reto solidario que se ha puesto en marcha por primera vez en la Maratón Martín Fiz, a favor del insomnio familiar fatal (IFF), una enfermedad priónica que actualmente no tiene terapia ni cura. La esperanza de vida es de entre 6 y 18 meses. «Esto no va por una persona, ni por dos, va por las miles de personas que lo sufren en estos momentos», recordó Iñaki.
Era la primera participación de todos ellos, y aunque no sean asiduos a correr, no dudaron en formar parte de una marea celeste que cogió color durante toda la maratón. Hasta 750 corredores aprovecharon la carrera de 10 kilómetros para correr con unas camisetas que han diseñado para esta ocasión, con un único reto en mente: visibilizar ésta y otras enfermedades que aún no tienen cura.
«Debemos hacer esto todos juntos, tenemos varios compañeros que padecen el IFF y están sufriendo. Queríamos hacer esto por ellos y, sobre todo, para recaudar los máximos fondos posibles para estudiar la enfermedad». La respuesta, como no podía ser de otra manera, fue positiva. No sólo por la cantidad de gente que decidió correr por las calles de Vitoria, sino también por los que decidieron unirse al proyecto aún no formando parte de la carrera. «Tenemos personas que han decidido contribuir y que están como espectadores, animándonos como una familia», dijo Jon Arranz.
Como no podía ser de otra manera, el evento superó el tópico de ser un evento deportivo y se trasladó a un acontecimiento de unión y de compañerismo. Y si no, que se lo digan a Santiago Hitos, que a sus 65 años tiene el récord nacional de maratones corridos, 352 contando la que vivió en Vitoria por 20ª vez. No se ha perdido ni una sola edición. «Correr y formar parte de esto es algo impresionante, es mi vida», fueron sus palabras nada más cruzar la línea de meta. Realizó los 42 kilómetros, a su ritmo, sin prisa, disfrutando del momento y de un público que lo apoyó desde el primer metro de distancia. «Vitoria me ha recibido en sus brazos en todo momento, como si fuera uno más. Es mi casa, me encanta la ciudad».
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La víctima del crimen de Viana recibió una veintena de puñaladas
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.