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Cuatro asaltos menos doce segundos. Fue el tiempo que empleó Kerman Lejarraga en comprobar y demostrar que su munición tiene la pólvora seca y sigue causando estragos. No era sencilla su presencia en el ring de Miribilla dos meses y una semana después de tragar ... la primera ración de aceite de ricino de su carrera deportiva. El mismo lugar, la misma esquina, la mitad de público aunque como siempre incondicional. Los aullidos como banda sonora de una velada, el aviso de que el de Morga salía de caza. Su presa, un Luis Solís que se marcha de Bilbao con una mueca más que incluir en la colección del mote que le acompaña por los rings de México, con seis presencias también en Estados Unidos y una en Bélgica.
De entrada, Lejarraga quiso estar sereno, pausado, equilibrado, distanciado de las emociones. Lo peor que le podía pasar es que una mano furtiva neutralizara su regreso. No iba a exponerse, aunque necesitaría ir abriendo la lata hermética de un Solís que cometió la imprudencia de entender que esa guardia perfecta del vizcaíno suponía un atisbo de ventaja o invitación a acercarse a la madriguera. El 'Revólver' encajó algunos directos, pero devolvió cada uno a destino con franqueo extra.
Superados los dos primeros asaltos, en los que su ligera superioridad ya iba encontrando acomodo en las tarjetas, avisó de que ponía en marcha la desbrozadora en el tercer asalto. De momento buscaba cruzar manos, no alterar el foco de su adversario. Dejó para más tarde la búsqueda del punto de fragilidad por el que ha ido convirtiendo rivales en víctimas. Hasta ese instante apuntaba por elevación y sus guantes llegaban con igual violencia a la zona de impacto. Se vino arriba ligeramente en el tercer asalto y en el cuarto llegó el remate.
Siguió macizando el lugar de pesca para atraer al 'Muecas' Solís y firmó dos series precedentes que nublaron la vista del mexicano, más espeso cada vez que adivinaba otra andanada. Quizá pensó que llegaría entero al final del cuarto episodio, pero Lejarraga se encargó de evitarlo. Hacha en ristre, árbol talado desde la base. Le repasó la cara con dos manos cruzadas y en cuanto el de Yucatán lo sintió, la parca entró en acción. La zurda empotrada en el flanco de su rival. Muerte, deportiva, garantizada.
Dobló la rodilla y con ella se le escapó el oxígeno y el alma. El dolor le impidió siquiera reincorporarse. Triunfo, cinturón latino del Consejo Mundial y Avanesyan como un colega en el ring. El anuncio está hecho. 21 de septiembre una probable fecha. La revancha y la promesa de que esa vez se quedará en Bilbao.
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