![Lejarraga celebra la victoria.](https://s2.ppllstatics.com/elcorreo/www/multimedia/201804/29/media/cortadas/kerman-original-k1gH-U501759275948oeH-624x385@El%20Correo.jpg)
Ver fotos
Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Ver fotos
José Manuel Cortizas
Domingo, 29 de abril 2018
Cinco minutos. No necesitó más Kerman Lejarraga para proclamarse campeón de Europa del peso welter. Como escenificaba mientras era paseado a hombros ya como número 1 del continente, su revólver escupió plomo y alcanzó a un Bradley Skeete que sin terminar el segundo asalto tuvo que doblar tres veces la rodilla y dejar Bilbao con el pómulo derecho marcado, las costillas magulladas y su orgullo herido. Había esperado este momento madurando como púgil en un gimnasio de Londres donde se mantiene el aroma a linimento, sin dejar la protección de su isla hasta que la ocasión lo mereció. Ni en sus peores sueños se había acercado a imaginar de qué material están hechos los puños de un vizcaíno autómata, que persigue a sus rivales, sin tregua, con la constancia del depredador.
Desde la puesta en escena, la emotividad se desbordaba en las gradas del Bilbao Arena. Faltaban doce minutos para la una de la madrugada y el público aguardaba en pie la llegada de los gladiadores. Los silbidos presionantes que se llevó el londinense multiplicaron sus decibelios por diez cuando la comitiva se abrió paso. La misma parafernalia. Para qué cambiarla cuando nunca ha fallado. Pañuelo emulando un cráneo, la camiseta del Athletic, el calzón de camuflaje. De verdad que nunca se había visto una explosión popular similar en la ya dilatada historia boxística en el botxo. Era mucho más que un día especial, que revivir aquel histórico título de Senín, el legendario 'Tigre de Irala', en casa. Si hubieran cambiado la mosca de ETB por la de la BBC, pasaría por ser un evento cien por ciento 'British'.
En cuanto el árbitro belga dejó libres a los coaspirantes, la tregua sólo duró el choque protocolario de guantes. Tampoco iban a intentar desde el rincón del de Morga otra estrategia que la que le ha llevado al 'Revólver' a ser lo que es, un welter en el camino de litigar por el campeonato del mundo sin irse muy lejos en el tiempo. Se clavó en los tacos de salida y con el primer impulso le mostró a Skeete que no había trampa, cartón o trucos. «Lo que ves es lo que hay», sería la traducción. Con una coletilla: «La que te va a caer».
Pocas anotaciones en el primer asalto, pero todas para cerciorar que Lejarraga también iba en serio cuando decía que nunca se había preparado con tanto esmero, siendo como es un profesional que no deja cabos sueltos. La superior envergadura de 'Super' obligaba a pisar ese terreno del dinero, de los valientes. Había que cruzar una primera línea disuasoria para entrar en la distancia que el vizcaíno quería. Adelante, como un personaje programado para ello. Y soltando manos. Maravillosa izquierda con jabs sincopados que le iba madurando la opción de un ataque más constante y decisivo. No eran andanadas, pero sí recados que llegaban a su destino.
Con la primera gran mano que se comió en la guardia, Skeete tuvo que retroceder tres pasos. Por fin sabía de lo que hablaban los rivales que le precedieron en la lista de víctimas que forman su inmaculado palmarés. Esos directos de izquierda continuaron el camino y convirtieron al londinense en un oponente que sólo podía engranar la marcha atrás.
Claro primer round para el de Morga, en cuyo libro de jugadas se había adelantado la posibilidad de que el inglés saliera en el segundo round tratando de despojarse de la inferioridad acumulada en los tres minutos precedentes. De hecho así pareció nacer ese tramo que carecería de continuidad. Skeete fue el que se decidió a dejarse sentir en busca de la comprensión de los jueces. Sin saberlo, estaba muerto. Al dar ese paso cayó en las redes de Kerman. El vizcaíno le cazó doblando hacia abajo un crochet de derecha que le estalló en la cara. Rodilla doblada. 8.000 espectadores en pie reclamando el desenlace del que nutre sus historias el 'Revólver'.
No había marcha atrás. Los aullidos desde las gradas escenificaban el ritual de caza. Skeete se sabía la presa. Dos series que le reventaron el costillar. Tres cuentas. Kerman, campeón de Europa como sólo los elegidos cumplen. «Tengo los pelos de punta. Ha sido una noche mágica. Sois los mejores, lo hago por vosotros». Gracias, Kerman. Y larga vida al nuevo rey de Europa.
Justicia para uno de los boxeadores más humildes, entregados y sin pliegues que se han cruzado por nuestro camino. Cuando el presentador anunció el reparto de méritos de los jueces (112-114, 112-115, 111-117) Andoni Gago torció el gesto. Quizá le parecía demasiado margen pese a contar a su favor con cinco claros asaltos y las dos amonestaciones que se llevó Dos Santos en el 11 y el 12 cuando la anemia de fuerza convertía a ambos coaspirantes en muertos vivientes. En cuanto escuchó la inicial de su nombre, el de Otxarkoaga gritó, sopló el aire que contenía y asintió con la cabeza mientras el árbitro proyectaba su guante derecho al cielo de Miribilla, el signo del ganador.
Ya lo proclama el corrido que le sirve de banda sonora para su paseíllo hacia el ring. «Morir matando, antes que me hagas cautivo». La capacidad de Andoni Gago para sobrevivir en un clima extremo es la que le ha llevado a prolongar su carrera hasta esta oportunidad de ajustarse a la cintura el estandarte del campeón de casi toda Europa, cosas de la Unión.
Fue un combate durísimo, propio de los pesos bajos, en los que la dinamita casi nunca está seca. Dos Santos llegaba sin mácula, pero también sin victorias por la vía rápida. Eso quiere decir algo, era una pista valiosa para Gago. No iba a morir reventado sobre la lona de una cazada. No viene mal, sin confiarse, tenerlo en cuenta. El francés buscó de salida ser el dueño de la distancia. Desde el centro del ring trataba de controlar el boxeo directo del bilbaíno, siempre paso a paso acosando a su oponente. Había parecido un asalto de trámite, pero en el rincón del galo comenzaron a tener trabajo para restañar un serio corte en la ceja derecha.
La sangre atrajo a Gago y la excitación aceleró su ansia por llevar a Dos Santos al cadalso. Pero no acababa de hacer rodar los golpes y se iba comiendo más manos de las necesarias, si bien las comía sin rechistar, como las lentejas de pequeño cuando lo ordenaba amatxu. Era cuestión de tiempo que el francés cambiara algo, que fuera también más directo, al menos para tomar la iniciativa. De seguir manando sangre y Gago encelarse con ese caramelo, lo iba a pasar mal. Era como si se acortaran los plazos y salió ganando el campeonato. Porque en adelante tanto en las cuerdas, como en el centro del escenario, los coaspirantes se afanaron en soltar combustible abriendo la compuerta principal, sin racionar nada. Lo que tenían lo mostraban.
Durante un tramo que pareció eterno, Dos Santos se puso al frente, como el corredor que tira del pelotón evitando bailes indeseados. Tuvo las piernas de trapo un par de veces Gago en el quinto, pero salió en el sexto reclamando su parte del botín. Y bien que lo celebró la audiencia, que no dejó nunca de llevar en volandas al que jugaba en casa, un 'Machito' que también recibió cornadas en forma de cabezazos involuntarios. El cansancio se iba apoderando de los púgiles, pero no de su esencia, de querer seguir intentándolo. Sus manos eran pesadas por ir cubiertas con los guantes. Ya no quedaba energía para obligar al otro a doblar la rodilla. No importaba, se enzarzaban en constantes cuerpo a cuerpo que multiplicaban el efecto en las tarjetas de los jueces.
Y llegaron a los dos asaltos finales como zombies, pero decididos a no ser noqueados. Dos Santos se excedió intentando desnucar a Gago con llaves propiciadas por su carencia de control y fue amonestado en dos ocasiones. La puntilla. Gago tuvo su trono.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Noticias recomendadas
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.