Cada una de las peleas en el ring lleva consigo otra paralela personal y emocional para este alavés de 29 años. Álex Rodríguez escalaba con habilidad apenas cumplidos los 14 años, fue campeón de Álava y sexto de España, para dar un giro de tuerca ... definitivo en el umbral de la mayoría de edad. El fallecimiento de su padre Miguel lo cambió todo. «Lo pasé tan mal que decidí abandonar la escalada y hacer kick boxing porque era mi válvula de escape. Fue un punto de inflexión en mi vida. No sabía qué hacer, me pilló muy joven y mi padre era un pilar fundamental», explica con la voz entrecortada.
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Un beso a sus guantes y la mirada al cielo es el ritual de cada combate. Un gesto con el que celebró emocionado sus dos títulos mundiales en K1 (67 kilos) en Múnich en 2023. «Pasé de amateur a neoprofesional y luego a profesional para hacer ya combates internacionales. Peleé con un top 5 mundial llamado Petrov y eso fue un trampolín para ganar los dos títulos mundiales en apenas cuatro meses. Fue increíble», rememora. Si lograrlo se antoja complicado, hacerlo solo se convierte en toda una quimera.
Ambos fueron en Múnich en el 2023 en K1- 67 kilos. El primero fue en julio y el segundo en noviembre
Quiere entrar en la rueda de la 'Glory' y 'One Champions', torneos de máximo prestigio mundial
Álex, apodado 'Espartano', entrenó bajo las órdenes de Sergio 'Dinamita' Sánchez, otro alavés doble campeón del mundo de la disciplina. «De él aprendí todo lo que sé, pero llegó un momento en el que decidí tomar otro camino en solitario». En esa soledad, su tiempo completo como entrenador y preparador físico en un gimnasio se alargaba hasta el anochecer, horas que aprovechaba para sus entrenamientos con un saco como único rival contra el que batirse. «Me creaba mucha frustración porque es verdad que un saco no devuelve los golpes. Físicamente me encontraba muy bien y rendía a un alto nivel, pero en el aspecto técnico flojeaba un poco. De hecho, antes de afrontar el segundo título mundial, hice una preparación específica durante un mes en Madrid y gracias a ello pude lograrlo», confiesa.
Del autoentrenamiento a la autogestión. Su disciplina férrea y sus ganas de progresar le han llevado a Amsterdam donde trabaja duro con gente profesional para hacerse un sitio. «Quiero escribir mi propia historia. Mis sacrificios me cuesta. Por ahora, me lo pago yo. No te exagero que he hablado con 60 empresas para conseguir cuatro patrocinadores que me ayudan. Ojalá pudiera vivir de ello», desea. Para ello, dos caminos se trazan en su horizonte, entrar en la órbita de la 'Glory Boxing' en Europea y de la 'One Champions' en Tailandia, los destinos de los mejores kickboxer del planeta. Un buen representante, peleas de prestigio contra rivales contrastados y toda la visiblidad posible, incluso en unas redes sociales que hoy parecen imprescindibles. Si se trata de luchar, el talento va de serie.
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