Suenan sus crochets explotando en el caso, guantes y brazos de sus sparring. Cada vez que dobla un golpe duele sólo de verlo. Él se lo toma como estar en el trabajo, lo que en realidad es. Rodeado de otros púgiles, amigos y curiosos, se ... evade. Cruza puños en modo saludo, pero suena el gong digital y el ring concentra su vida. Kerman Lejarraga abarrotará el BEC -más de 10.000 aficionados se esperan en las gradas- el sábado al poner en juego su título europeo del peso welter. Es mucho más que una pelea, la cumbre previa al Everest. Si gana a Frankie Gavin se precipitarán buenas noticias, con el de Morga como protagonista del tramo final en el tramo final hacia Estados Unidos, pero ya como aspirante al campeonato del mundo. Todo ello, sin renunciar a lo que es, un tipo normal.
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- El ayuno, la dieta, es el peor momento para un boxeador. ¿Cuánto tiene que llegar a bajar para dar el peso?
- He llegado a estar en 84 kilos, un peso ya en el que me ahogo un poco al andar. Es fruto de que con la inactividad te entra la ansiedad por comer. El cuerpo es increíble. Cuando empiezo a entrenar si un día me paso la dieta puedo subir cuatro o cinco kilos. Y ahora para pelear hay que bajar a 66.
- Normal que esté de mal humor.
- (Ríe) Ya ves. Pero ese peso de ochenta y tantos es cuando ya me tomo las vacaciones anuales. Si no, como máximo me voy a los 79.
- Pone en juego su título, pero da la sensación de que fuera su primera cita con el cinturón por lo rápido que acabó con Skeete.
- Pero esa sensación la tengo en cada pelea. Esta es importantísima, la más, pero es algo nuevo. Así que nos lo tomamos como si él fuera el campeón y yo el aspirante.
- Siempre usa el plural.
- Claro, esto es de todos, de toda la gente que estáis conmigo, a mi lado.
- Algo lleva adelantado. Ya ha pasado por la tensión previa a un Europeo, en un Miribilla abarrotado.
- Y ojalá se con más gente aún en el BEC porque eso quiere decir que interesamos, que vendemos, que la gente quiere boxeo. Y el ambiente seguro que es como si buscáramos todos el primer título de Europa.
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- ¿Cómo puede explicar lo que se siente ahí arriba, el público aullando, su rival con la mirada clavada, usted con ganas de atacar...?
- Es brutal. Todo el día. Desde que sales de casa y vas a donde se haga la pelea. Tus amigos, tu gente, te saluda, te va animando, te desea que ganes. Y cuando ya estás en el vestuario, es mágico. Un sueño. Oyes lo que sucede en los otros combates. Notas que crece el ruido, todo, según se acerca tu momento. Cuando al día siguiente te levantas parece que ha sido un sueño... hasta que te miras la cara en el espejo si te la han puesto bonita (ríe).
- Imagínese en el vestuario del BEC.
- Sientes una mezcla rara. Estás tranquilo por el trabajo ya hecho. A la vez, te sientes muy ansioso, con ganas de salir y poner en práctica ese trabajo, enseñar los deberes.
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- Siempre parece que tiene un plus de ansiedad, con esa liturgia que tiene en la esquina deseando salir a por el rival.
- Y todo se pasa una vez que oyes la campana. Entonces es como si tu mente se congelara, te dedicas a hacer lo que has trabajado y te sientes muy tranquilo.
- Frankie Gavin, su rival, quiere coger el último tren del boxeo que va a pasar por su puerta.
- Me va a dar mucho trabajo. Es un tío que aguanta bien la guerra y por eso vamos bien preparados para los doce asaltos. Lo que tenga que venir, que venga.
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- Un rival 'desconocido', porque pese a ser campeón del mundo aficionado, un fuera de serie, e iniciar una gran carrera profesional le tragó la tierra y en año y medio sólo ha hecho un combate de mantenimiento.
- Me da igual lo que haya hecho, cómo sea su vida diaria, su camino no es el mío. Me limito a ver sus combates, estudiarlo y hacer el trabajo con mi equipo y con Txutxi (Del Valle) al mando. Vamos con todo.
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- ¿Hasta qué punto se reparte el trabajo entre exprimir su boxeo y tratar de minimizar el del rival?
- Lo primero, innegociable, es ir bien preparado físicamente para los doce asaltos, llevar un buen ritmo. Ya sabes mi forma de pelear. Imprimo mucho ritmo pero con un trabajo técnico detrás. Cada cosa que hacemos tiene un razón, no ser un loco o un tirapiedras. Si tiro una piedra es porque lleva una dirección y un por qué. Como David con Goliath, tiraba la piedra con una razón.
- Por eso lo del plan A o B siempre es muy relativo. Debe imperar lo que uno domina o lleva dentro.
- Yo mi boxeo no lo cambio. La gente me tacha de tirapiedras porque no me conoce o no nos ve entrenar. Un noventa por ciento del trabajo es técnica y algo que me encanta de Txutxi, mi equipo y MGZ (su promotora) es que respetan mi boxeo. Por eso sabemos lo que hacemos. Desde mi base como boxeador trabajamos muchísimo ataque y defensa, pasos, bloqueos, absolutamente todo.
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Evolución
- Dice que no cambia, pero su evolución en el ring es notable.
- De acuerdo. No cambio en ir para atrás, pero voy para adelante con un sentido. Me tachan de tirapiedras -repite-, y David mató a Goliath con una piedra. Mis piedras están trabajadas, con una técnica, una puntería, una precisión, un por qué y siempre anticipándome al contrario.
- ¿Quién provoca más esa evolución, el aumento en la calidad de los rivales, las manos que se encajan sin tener que hacerlo...?
- Es muy importante el análisis posterior de lo que te ha fallado en un combate, en lo que hemos fallado. Un error, una corrección.
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- No será plato de buen gusto estar en el ring ante un boxeador que ha dado factura a los 26 rivales que ha tenido y a 21 de ellos por la vía rápida.
- Ante todos somos personas y pensamos, claro. También sabes que te puede tocar, pero tienes claro que si sucede debe ser no por una mala preparación, que sea porque el otro ha sido mejor, nos ha estudiado y nos ha ganado bien. Que no haya sido potra.
Frankie Gavin
- ¿Cómo recuerda su primera pelea profesional?
- Fue con Jai Cortés y me rompí la mano en el tercer o cuarto asalto y a los puntos. Aquello fue tirando piedras, para adelante, adelante, adelante.
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- Le ha llevado lejos tanta piedra tirada.
- Pero cambiando poco a poco. Sólo con aquello no hubiéramos llegado a nada.
- Es de agradecer que los boxeadores como usted, Skeete o Gavin defiendan lo que son, atletas de élite, sin necesidad de convertir sus comentarios en una carnicería.
- Respetuosos, educados. Los boxeadores ingleses lo viven y están educados así. Y aquí en Bilbao vamos por ese camino. Nobleza, educación y caballerosidad. Con eso llegas a todos lados.
- Es curioso que Skeete, el rival al que ganó el cinturón y que perdió también ante Gavin, causó tan excelente impresión como persona que ha mantenido el contacto.
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- Sí, me wasapeo con él, le he deseado suerte en su última pelea. De hecho, va a venir a la velada y dice que viene conmigo y me desea lo mejor.
El Mundial
- Hablemos del aspirante. ¿Puntos fuertes de Gavin?
- Los crochets delanteros, los ganchos abajo y el 'upper'. Y sobre todo, no confiarnos.
- Y el Mundial le espera.
- Estoy en todas las listas, pero sólo pienso en Gavin. Para alcanzar los sueños hay que pasar metas y ahora tenemos la del sábado. Si la pasamos, ese sueño estará muy cerca, lo tendremos al lado. 2019. Ojalá. Sueño.
- ¿Sigue sin presionarle el tirón de público que tiene?
- Para nada. Me encanta pero sé dónde estamos y de dónde venimos. Siempre con los pies en el suelo. Con educación, como me dice mi madre, se llega a todos los lados.
- Si pudiéramos acompañarle el sábado hasta el momento de ir al BEC...
- Los amigos te escriben, alguno viene a verte, pero se trata de un día normal. Para que te hagas una idea, el día del combate juega al fútbol la niña por la mañana e iré a verla. Luego una comida familiar y a trabajar. Y pase lo que pase, el lunes a llevarla de nuevo a clase. Mi vida es así, es la que me gusta. Familia, amigos, vivo donde siempre, voy con la niña a ver al Athletic...
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- Si ganara algún partido...
- Ya ganarán, ¡joder!
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