Tras muchos años ausente le correspondió a la infausta pandemia el privilegio de facilitar el retorno del Circuito Enzo & Dino Ferrari al universo de la Fórmula 1. Desde su puesta en marcha, el trazado de Imola ha acogido multitud de grandes premios que han dejado ... otras tantas imágenes para el recuerdo, pero sobre todas ellas pesa sin duda el fatídico accidente de Ayrton Senna allá por 1994. El astro carioca no tuvo ocasión de pilotar los bólidos rojos de la Scuderia Ferrari pese a que ambas partes se manifestaron mutua admiración y cuesta creer que tras su etapa en Williams no hubiese dado el salto a Maranello. Pero dejemos de lado las especulaciones y vayamos al origen del circuito en el que este domingo se disputó el Gran Premio de la Emilia Romagna, porque su historia tiene tela que cortar y la familia Ferrari cuenta con su cuota de protagonismo en el asunto.
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El trazado que gira alrededor de la colina de Castellaccio albergó sus primeras carreras en el lejano 1953, y acogió la Fórmula 1 por vez primera diez años más tarde en una prueba programada entre los grandes premios de Pau en Francia y Siracusa en Sicilia. Ganó Jim Clark con la sonada ausencia de los bólidos de la Scuderia Ferrari, que no acudieron al evento pese a estar anunciados; cosas del Commendatore. En cualquier caso, la alargada sombra de Enzo Ferrari siempre se dibujó sobre estas instalaciones y de su mano llegó el impulso definitivo para su incorporación al Gran Circo en los albores de la década de los ochenta.
Por aquel entonces los equipos de Fórmula 1 comenzaban a organizarse alrededor de la denominada FOCA, al frente de la cual se situó un lince como Bernie Ecclestone, a la sazón propietario de la mítica escudería Brabham. El británico buscaba el modo de socavar el poder de la Federación Internacional de Automovilismo en beneficio propio y encontró un filón entre los circuitos decepcionados por no formar parte del calendario del Mundial. Imola era uno de ellos y, ante las reformas que se impusieron a Monza tras el trágico accidente de Ronnie Peterson en 1978, Ecclestone maniobró entre bambalinas para obligar a que el Automóvil Club de Italia propusiera alternar el Gran Premio local entre ambos trazados. Finalmente la pista cercana a Milán salvó el trance sin ceder el privilegio de albergar la carrera de su país, pero Imola fue compensado con la organización del nuevo Gran Premio de San Marino, que acabaría convirtiéndose en una de los más entretenidos del calendario ¿Quién no recuerda aquellos duelos de 2005 y 2006 entre Schumacher y Alonso?
Estas curvas también alojaron el cisma entre Alain Prost y Ayton Senna cuando ambos conducían los imbatibles McLaren de finales de los ochenta, y aquí también volvió a nacer Gerhard Berger tras un grave accidente al volante de su Ferrari. Este fomingo el gran premio tomó otros derroteros más previsibles y no fue hasta el tercio final cuando Lando Norris fue comiéndole terreno a Max Verstappen para llegar casi a su rebufo. El holandés acabó llevándose el gato al agua, pero los McLaren han confirmado las buenas sensaciones de Miami, y ante la inminente llegada de la gira europea del calendario aspiran a la victoria en cualquier circuito. Sin duda, lo mejor que nos deja Imola por esta vez es el retorno de la mejor versión de McLaren.
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