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Eran uña y carne. Como un padre y una hija. «Él fue mi impulsor». La relación entre Juanito Oiarzabal y Edurne Pasaban saltó por los aires en 2011. En el Himalaya. ¿Qué sucedió? Ella realizaba entonces una expedición al Everest; su colega, al Lothse. El equipo del montañero vitoriano comenzó a tener problemas en el descenso y el equipo de Edurne decidió ayudarles -son montañas que están muy cerca la una de la otra-. «Tomamos parte en su rescate, intentamos ayudar a miembros del equipo de Juanito que no se encontraban nada bien». El alpinista y dos de sus compañeros tuvieron que ser socorridos por la tolosarra y el resto de su expedición, unas imágenes que dieron la vuelta al mundo, y la montañera renunciaba a hacer cumbre. «Edurne está justificando que no ha subido al Everest por ayudarnos a nosotros, ¡pero esta tía qué se cree!», llegó a decir entonces Juanito.
Entonces, la relación se rompió, se partió por la mitad. Hasta que siete años más tarde, en el programa de Risto Mejide, 'Viajando con Chester', se produjo la reconciliación. Pasaban era la invitada del programa y el publicista le dijo que había acudido Juanito, y que si quería verlo. Ella no dudó. Él llegó en tono conciliador. «Han pasado siete años y ha llegado el momento de que nos reconciliemos, empecemos a pensar en otras cosas y nos demos otra oportunidad, porque han sido muchos momentos. Las formas mías no fueron las mejores y Edurne para mí ha sido como una hija». Ella le escuchaba entre lágrimas. A partir de ahí, participaron ambos en un programa de Jesús Calleja.
Ahora se ha sabido, gracias a una conversación con 'Relevo' del vitoriano, que el aventurero leonés fue el artífice de ese reencuentro. Se le cuestiona por cómo llegó esa «reconciliación»: «Un día me llama Jesús Calleja y me dice que me iba a llamar Risto Mejide, que tenía el programa aquel del Chester, para hacer un reencuentro con Edurne. Yo fui allí. No puse ninguna pega, más bien todo lo contrario. Fui encantado de la vida. Me comentaron que iba a ser una sorpresa. Ella no sabía que yo iba a estar en el programa. Y estuvo muy bien, la verdad, se llevó una sorpresa muy grande, se puso a llorar muy emocionada y nada, pues ahí empezó todo. Posteriormente tuvimos otro contacto con Jesús, que nos quiso juntar a los dos para hacer algo más íntimo en la montaña. Nos fuimos a las Ubiñas, ahí en León, y a partir de ese momento, con Edurne no es que sea lo de antes, porque cada uno tiene su vida, pero de vez en cuando sí que hablamos y nos juntamos. Aquello afortunadamente se olvidó y mira, mejor para todos. Al final, Edurne y yo hemos estado tremendamente unidos. Casi como un padre y una hija. Ella ha compartido conmigo muchísimas experiencias. Varios de los ochomiles que ha subido, los ha subido conmigo», cuenta Oiarzabal.
El alavés incluso se emociona al evocar aquel programa de diciembre de 2017. «Fue tremendamente especial, porque después del programa de Mejide, donde mi intervención fue poco menos que esporádica, pues bueno, volver de nuevo a quedar y vernos en un programa de máxima audiencia como es el de Jesús, estuvo muy bien. Ahí es donde definitivamente estrechamos los lazos y la cosa quedó meridianamente clara. Lo importante era eso. Reconciliarnos y olvidar los malos rollos pasados», aplaude Juanito que reconoce que hubo otros intentos de unirles. Pero ninguno como el del aventurero leonés.
«Ya, bueno, pero es que yo con Jesús siempre he tenido mucha relación. Alguien tenía que dar ese paso y mira, lo dio él. Primero con el Chester y luego ya con el programa que hicimos con él», asevera el vitoriano.
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