Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Juan del Campo (Bilbao, 24 años) saborea unos días en casa después de un enero frenético y antes de competir, el viernes 15 (gigante) y el domingo 17 (eslálon), en el Mundial de esquí de Are (Suecia). Acaba de despedir un mes de locura, con ... más de 8.000 kilómetros recorridos por los Alpes (Suiza, Austria, Francia, Italia e incluso con una incursión en Croacia) en la furgoneta Volkswagen 'Transporter' en la que el equipo español se desplaza de prueba en prueba, ya sea de la Copa de Europa o de la Copa del mundo. Han sido cien horas de viaje, desplazamientos de hasta once horas para competir casi sin descansar al día siguiente. Se movía rodeado de sus quince pares de esquís, cuatro parejas de botas, un material idéntico para sus compañeros, entrenadores, más cajas de material, maletas, mochilas de pista... Ha pisado «agotado» Bizkaia, pero con la excelente sensación de haberse colado en la segunda manga de una prueba de la Copa del mundo: se metió entre los 30 primeros. Fue en el eslálon de Schladming (Austria), el día 29. Ningún español había conseguido esa proeza en 33 años; relevó a Luis Fernández Ochoa. «Cuando llegué, me volví loco. Me puse a gritar... Estaba muy eufórico. Yo salí el 55, quedaban 25 tíos, y cualquiera me podía pasar. Lo pasé fatal. Cada vez que bajaba uno pensaba en que me ganaba...». Pero no ocurrió, quedó el 30 y vivió un momento mágico: «Cuando se acabó me puse a llorar. Nunca había imaginado poder llegar a eso», recuerda, y todavía se emociona en el céntrico Iruña de Bilbao, delante de un café americano y un agua con gas, una costumbre adquirida de su 'vida' en Centroeuropa.
Allí compite, se prepara -en la Casa España en Saas Fee (Suiza)- y echa de menos «la comida». «¡No encuentras una chuleta! Todo es pollo, sopas... Y cuando te hacen carne es como una zapatilla», explica divertido con una pasión que no le abandona durante toda la conversación. Cuando habla, le ilumina los ojos ese entusiasmo inherente a las personas que aman lo que hacen. Explica con vehemencia cada detalle, gesticula y hace que el interlocutor se sumerja en un mundo desconocido. Habla un joven que, desde el principio, lo tuvo muy claro. «Cuando era pequeño, había 60 mejores que yo en España. Lo único que me ha pasado es que me apasionaba lo que hacía, y era feliz ¡Me gusta tanto! Hubo un momento en el que me dije, 'quiero ser el mejor del mundo'. Y me preguntaba: '¿qué tengo que hacer cada día, cada carrera, cada año?'. Nunca he tenido objetivos. Yo, tarde o temprano, quiero ser campeón del mundo, quiero ganar una Copa del mundo o unos Juegos Olímpicos. ¿Qué tengo que hacer? Ser cada año mejor que el anterior, con eso he ido toda mi vida».
Con esa meta, no duda en establecer prioridades. Dibuja una balanza en el aire y coloca en un lado el esquí, su deporte, su profesión; y en el otro cualquier cosa. Y el fiel en el que aparece la nieve siempre gana. No importa que en la otra parte estén sus amigos, su pareja, «un curro»... «¿Qué quiero: ser campeón del mundo -baja una mano- o esto -sube la otra-?»
- ¿Y su pareja, que es soprano, no se enfada?
Antes de responder sonríe este olímpico en 2018.
- Es increíble. ¡Aún no entiendo cómo me ha aguantado estos cuatros años! Su profesión es como el deporte de alto nivel: trabajo duro, constante, muchas horas. Ella entiende lo que hago, entiende que a mí me apasione tanto algo. Entiende que soy capaz de decirle que si le gusta lo que hago, bien, y si no, se puede ir por donde ha venido. ¡Ella haría lo mismo!
Mejor resultado en Copa del mundo. El 24 en el eslálon Schladming; su mérito es que pasó a la segunda manga; ningún español lo había hecho en 33 años. Para eso hay que estar entre los 30 mejores.
En Copa de Europa. Ha bajado cuatro veces del puesto 30. La última, el martes, 24 en Suiza.
Ránking. Empezó en el puesto 51.
Algunos amigos, en cambio, lo llevan peor. Aterrizó el martes por la noche en Bilbao, el miércoles se lo pasó «tirado en casa», el jueves aprovechó para cortarse el pelo e ir al médico -«tengo hongos en la garganta. En Schladming estaba enfermo pero no podía parar; si lo llego hacer, ¡no hubiera entrado en esa segunda manga!»- y, por la tarde, acudió a un box de crossfit para entrenar. «Lo que quiero es descansar y prepararme físicamente para lo que viene. Me encanta irme de 'pintxopote', la cerveza... Tengo un problema, que si me bebo una me tomo quince, pero no puedo hacerlo. Porque si me tomo unas cañas, no voy a entrenar... Por un día no pasa nada, pero... Te aseguro que el campeón del mundo no lo hace. ¿Qué me acerca más a él? Ahora mismo no puedo perder dos horas de mi vida para irme a tomar una caña con mis amigos. Y me lo echan en cara. Eso sí, cuando vengo un mes quedo con todo el mundo, cenamos, voy a Londres, a Praga.... Y parece que he renunciado a muchas cosas, pero no».
- Habla de cañas, ¿tiene algo prohibido?
- Aunque me dedique a un deporte que reviente el medio ambiente, soy bastante ecologista. Intento comer cosas que no estén envasadas, procesadas. Compro pasta, carne, pescado. No soy vegano, ni vegetariano, pero siempre intento comer lo más natural posible. Y los suplementos que tomo también. Es cierto que nos dan por saco con los postres, aunque es más cosa de los entrenadores. Consumo 5.000 calorías al día -una persona normal ronda las 2.000-, así que porque me tome un trozo de bizcocho no pasa nada. Y no tiene porqué ser tabú tomar una cerveza. Pero no puedes hacerlo todo los días.
Con una caña celebró su éxito de Austria, ese resultado, que unido al puesto 24 logrado el martes en Gstaad Saanenland, le da una tremenda confianza para el eslálon del domingo 17, donde irá a por todas. «La gente me decía a ver si me había ido de fiesta. Pues no. Después de la carrera, en el hotel, invité a mis entrenadores a una cerveza, y en cuanto acabamos cogimos una hoja e hicimos un análisis de la bajada y a dormir. Y al día siguiente nos fuimos de viaje para volver a entrenar. Esto es pico y pala», cuenta.
Porque este vizcaíno no ha nacido tocado por la varita del talento. Asume que lo suyo ha sido esfuerzo. Tenía mucha gente por delante pero nadie deseaba alcanzar la cima con tanta fuerza como él. «Necesito una rutina muy establecida. Me levanto una hora y cuarto antes de que quedemos para subir a pista. Por ejemplo, a las 6.45 si nos vamos a las ocho. Tomo un suplemento para aumentar las defensas, hago una rutina de yoga porque tengo dos hernias discales, las rodillas y los pies fatal. Desayuno, voy a la habitación, me tomo varias cosas como ginseng para aguantar el ritmo. Y si tengo competición me doy una ducha de agua fría, porque eso te ayuda a despertar el sistema nervioso. ¡Es una putada! Pero te despiertas de golpe. Sino, paso del agua fría. Luego entreno o compito, como, si estoy cansado echo una siesta. Y entreno físico por la tarde, si compito al día siguiente más suave, sino más intenso. Luego estiro, si estoy cargado utilizo unas máquinas para estirar las piernas... Y una ducha de contrastes de dos minutos. Ceno y a dormir».
- Y hasta hace poco estudiar.
- Es cierto. Pero hace una semana acabé la carrera de Administración de Empresas.
- ¿Tiene claro que no puede vivir del esquí?
- Si fuera austriaco o noruego... Aunque tengo la suerte de que he encontrado becas, apoyos como el de Basque Team, patrocinadores como Nervión AV y Nórdica... Mi idea es poder llegar a vivir de esto, que cuando llegue a ser campeón del mundo tenga unos cuantos patrocinadores a mi lado que me permitan vivir de esto o al menos sentar una base para crear algo que tenga que ver con el deporte.
Eso sí, su pasión por la nieve se aparca cuando no está en temporada. «Por supuesto, ríe. Las vacaciones en la playa. El año pasado me fui con mi novia a Sri Lanka y Maldivas. Nos lo merecíamos. Nos vimos muy poco. Y me fastidia cuando mis amigos están de vacaciones en Ibiza y yo en Argentina pasando frío», cabecea con una sonrisa. Ahí está la balanza. Y se marcha a entrenar. Un paso que le acerca al campeón del mundo.
Domingo 17 de febrero en Are, Suecia. Ése el día para Juan del Campo. Competirá en el eslálon del Mundial. Dos días antes lo hará en el gigante. Pero su punto de mira lo ha situado dentro de una semana. «Es la que más en forma estoy. ¿Qué sería un resultado bueno? Entrar entre los 15 primeros. Y quedar entre los 20, si he hecho una buena carrera, estaría bien. Pero ten claro, como hice en los Juegos, que voy a ir a por todas, si me caigo en la primera curva, pues me he caído», adelanta este joven que llega a bajar a a 60 kilómetros por hora en el momento más rápido, con giros que van desde los 12 a los 4,5 metros. Son 50 segundos de alta tensión, aunque también los momentos previos resultan complicados.
- ¿Hay mucho trabajo psicológico?
- Imagínate antes de salir. Un tío está delante de ti, otro detrás esperando a salir, gritando como un loco. Ves la pista, 50.000 personas que gritan. Sabes que no puede fallar nada. La gente lo pasa fatal. Hay que hacer que te dé todo igual. Nosotros, desde hace dos años, trabajamos la apnea; relacionamos el hecho de que si estás tranquilo a 30 metros bajo el agua, donde te puedes morir, una salida de esquí es una chorrada.
Atraviesa el mejor tramo de una campaña que arrancó nada más acabar el pasado curso. Sin vacaciones. «Estuvimos en Sierra Nevada. Luego paramos a finales de mayo, junio. Y empezamos a entrenar en julio y agosto en glaciares. Luego nos fuimos a Argentina, porque es invierno y se entrena mejor que en Europa, te encuentras con las condiciones reales de la temporada; aquí tienes que subir a 4.000 metros y eso te revienta. Y cuando volvemos de Sudamerica hacemos más glaciares y empezamos a competir», cuenta.
- ¿Y nunca ha tenido ganas de tirar la toalla?
- No. Pero a principios de temporada estaba un poco quemado. Es mucho tiempo con los entrenadores, a veces fallan con nosotros. Y estaba quemado. Pero solo pensaba en cómo lo iba a hacer para seguir esquiando si me echaban del equipo. Dejarlo nunca ha sido un plan. De hecho, llevo dos días en casa y tengo mono.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.