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Si nos ha costado y aún nos cuesta aprender los horarios de la denominada 'nueva normalidad' en su fase 0 y ahora 1, el enredo ha sido mayor para las personas diferentes. Rafa Ledesma, presidente del Consejo Territorial de la ONCE en Euskadi, es un ... habitual de las zonas verdes de Vitoria. La interpretación de la norma le costó varios disgustos los primeros días. El sábado 2 todo estaba previsto para volver a pisar el asfalto y recorrer los bicicarriles por los que circula habitualmente en sus largas tiradas. Ese ansiado momento se vio truncado por la insistencia de varias patrullas de policía que pegaron no uno ni dos, hasta tres toques de atención a nuestro protagonista acompañado por su mujer Lola, en esta ocasión su guía improvisada.
«El primer coche-patrulla nos paró antes de llegar al Santo. Nos indicó que no podíamos hacer deporte a esa hora, de 6 a 10, que hay más aglomeración de corredores, porque es deporte individual. En nuestro caso, vamos juntos con la guía, que es esa cuerda que nos une. Me volvieron a parar varias veces. A esto se le llama interpretación de la norma. Pero depende de quién lo haga puede suponerme una multa de 600 euros. He llamado incluso a la comisaría de la Ertzaintza para informar de esto», explicaba.
primeros dÍas
En el limbo de no saberse ubicado al cien por cien en ningún horario y después de consensuarlo y ser aconsejado por la propia concejala de deporte Livia López, con quien se topó en uno de los toques de atención de la policía, Rafa se ha decidido por el horario de personas dependientes. «Entre las 10 y las 12 por la mañana y de 7 a 8 en horario vespertino hay menos personas. Los espacios están más abiertos y para nosotros, que corremos en paralelo ocupando el bidegorri, es lo mejor. Me han confirmado que podría entrar en el horario de deportistas, pero por responsabilidad no quiero comprometer a mis guías habituales, con los que no podría guardar la distancia de seguridad exigida», explica.
Con Lola, su mujer, no incumple la norma ya que conviven. Lo tienen calculado. En este inicio de poner el cuerpo a tono, «desde la Plaza Porticada hasta el Santo son 3 kilómetros. Hacemos ida y vuelta y completamos seis kilómetros que, por ahora, nos hace disfrutar de esta nueva libertad», apunta con humor.
Rafa nunca decae. En ninguna de las difíciles pruebas que le ha puesto la vida. Con 18 años le diagnosticaron retinosis pigmentaria, una enfermedad incurable que terminaría por dejarle ciego total años después. Pudo acabar su Maestría industrial, empezar en la ONCE vendiendo el cupón para llegar a gestionar desde los despachos un entramado tan complicado como es esta entidad. El deporte le ha evadido en cada momento de lucha. Porque ha tenido la capacidad de ir cerrando tantos y tantos frentes que se le fueron abriendo a este vizcaíno de Santurtzi que acaba de cumplir 55 años. Su ceguera total, la transición de ver a no ver, un divorcio, la cría en solitario de dos niños pequeños...
lucha constante
El deporte ha sido su salvoconducto, el que le ha proporcionado esas treguas para mantener el pulso vital con firmeza. Primero la halterofilia, con siete mundiales de personas con discapacidad a sus espaldas. Y desde hace 11 años, el running como prioridad. «Todo empezó en una Behobia-San Sebastián hace 11 años. Este año, estaba preparando la que sería mi duodécima consecutiva, pero no sé si llegaré o se celebrará, dada la situación de incertidumbre debido al coronavirus», advierte. En este tiempo, once maratones, más de una veintena de medias maratones y el recuerdo imborrable de su carrera más dura, la Zegama-Aizkorri. «Fue muy largo, nos costó hacerla nueve horas. Muy dura. Tengo que mencionar a la asociación Montes solidarios con los que hicimos un equipo de apoyo perfecto», recuerda con nostalgia.
El teletrabajo ha sido su dinámica habitual durante un confinamiento donde se han dado cuenta de la labor tan esencial que hace la ONCE, atendiendo a sus 3.400 afiliados en Euskadi. Una biblioteca con más de 60.000 audiolibros, recetas de cocina y más de 600 películas adaptadas, han servido de soporte para el entretenimiento del espíritu. El cuerpo, empieza ahora a desentumecerse a base de kilómetros y zapatilla.
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