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Los jugadores del equipo de Primera División del Claret Askartza posan en una portería de su piscina. Mireya López
Askartza, la isla del balón amarillo

Askartza, la isla del balón amarillo

Waterpolo ·

Alejado del resto de sus rivales y único equipo del Cantábrico, el Claret de Leioa es una excepción en la exigente Primera División

José Félix Cachorro

Bilbao

Sábado, 8 de febrero 2025, 00:47

Por su excepcionalidad, sigue siendo un fenómeno a pesar del transcurso de los años. Siempre se le ha considerado una isla y el club Claret Askartza de waterpolo vive también ahora como un náufrago, alejado de sus rivales y con la ilusión y el esfuerzo como principales provisiones. Ascendió en 1995 a la segunda categoría del waterpolo masculino español y en esas bravas aguas ha flotado, salvo algún hundimiento puntual, desde entonces. Su vecino más próximo en Primera División es navarro, pero los demás viajes de este curso tienen como destino Zaragoza, Cataluña, Sevilla y Canarias. Con un presupuesto más que comprimido, los viajes se realizan en el día, ya sea en furgoneta o en avión. Es el peaje que debe pagar el equipo de Leioa por su singularidad geográfica en el waterpolo de primer nivel.

Los claretianos pelean ahora por permanecer un año más en el escalón de plata en uno de los dos grupos, con siete equipos cada uno, de Primera. Por encima sólo está la División de Honor, con doce competidores. «La nuestra es una liga como la Segunda de fútbol, pero esta es la 'hipertensión'; cada semana cada equipo puede ganar donde sea. Este año, nosotros estamos sacando más puntos fuera que en casa, tristemente. En casa se nos han ido dos-tres partidos en los dos últimos minutos. Está más igualado que nunca», explica el técnico del Askartza, Joan Albella. Este año está muy abierto todo. «Si vas al grupo de abajo, vas con los puntos con los que estás en ese grupo. No se sabrá nada hasta dos semanas antes de terminar la temporada», redunda el entrenador.

El Claret Askartza se nutre principalmente de alumnos del colegio homónimo, cuya sección de waterpolo cuenta con 190 jugadores de ambos sexos desde benjamín hasta absoluto. La semilla fue plantada al final de los años setenta por el legendario Javier Sáez, profesor de natación en el centro y motor de este deporte en Bizkaia. Los frutos de aquel trabajo ya se recogieron en 1995 con el primer ascenso a la liga de plata. Ese equipo llegó a contar con jugadores extranjeros puntualmente, cuando recibía más subvenciones, y en dos ocasiones pugnó por ascender a División de Honor, donde compite lo más granado del waterpolo español.

Para el actual técnico del conjunto leiotarra, la pervivencia en una competición nacional supone «un milagro. Antes teníamos más ayudas, ahora están más limitadas. Estamos agradecidos a Bizkaialde. Nuestros viajes son muy costosos. Menos Galicia, tocamos todo». Los recursos están tan ajustados que «los jugadores pagan por jugar y se pagan la ropa. Es el único club en su división que pagan de su bolsillo. Cerca de 300 euros. Bañador, polo, equipamiento...», puntualiza el directivo Unai Altonaga.

El waterpolo también demanda a sus practicantes dedicación y ahínco. Largas sesiones de natación y otros ejercicios son necesarios para participar en una competición en Primera División que requiere una elevada forma física. «Es un deporte muy duro. El medio no es el suelo, donde andamos todo el día, el medio es el agua. Hay que tener una base de natación porque si no, no puedes llevar el ritmo que requiere la categoría. Es más, muchas veces los chavales me dicen: 'Joan, esta semana nos ha faltado un poco, el lunes igual habría que nadar más metros. No sé si es psicológico o no, pero el hecho de que me hagan este comentario es que saben que para aguantar ahí hay que hacer kilómetros. Eso está bastante inculcado en el club. Hasta los infantiles saben que hay que nadar mucho, que es lo que hay», desvela Albella, que también es seleccionador absoluto e infantil de Euskadi.

Un deporte «muy duro»

El primer equipo del Claret Askartza entrena de lunes a viernes. «Este año hace dos horas de físico cada día y algunos hacen por su cuenta. Se hace en una sala recuperada de crossfit. Es un deporte, además, que necesita mucha técnica y sin perder nunca la punta de velocidad, porque hay que moverse rápido. Es muy duro», insiste Albella, entrenador natural de Olot que cumple su segunda etapa en el equipo de Leioa.

A los responsables del club les gustaría disponer de más espacios para la formación de sus jugadores más jóvenes y para los entrenamientos de todos sus conjuntos, pero sólo cuentan con una piscina. «Es la infraestructura que tenemos. Nos enfrentamos casi a un 'tetris' para organizarnos. Es un colegio con 2.500 alumnos y en la piscina se prioriza a los alumnos, obviamente. Tenemos que repartir las horas entre los 190 waterpolistas», matiza Altonaga.

Tirón y tradición

Desde la fundación de la sección de waterpolo, todos esos inconvenientes se han solventado siempre y la cantera sigue gozando de buena salud. Aunque la mayoría de los jugadores son ahora alumnos o han estudiado en Askartza, también hay muchos que proceden de otros centros y localidades. «El waterpolo tiene mucho nombre en el colegio. Al final, tener un primer equipo referente en una liga tan buena... Muchos niños han venido a probar porque les llama. Es un deporte popular en el colegio, tiene tirón y tradición».

El secreto para aguantar enPrimera parece una cuestión de pura voluntad. «No es fácil, pero es la inercia del club. Como cuando empujas una cosa y va lejos, la dinámica de seguir y seguir. Somos un referente en Euskadi. A todo el mundo le gusta jugar ahí, pero es muy, muy difícil. Nosotros miramos abajo, a la cantera», coinciden Albella y Altonaga, orgullosos de medirse con clubes muy potentes, «como el Helios de Zaragoza, o históricos como elMontjuic».

¿Por qué jugar en el Claret Askartza? «Para estar en forma, por pertenecer a algo bonito, a un club con solera. Todos los partidos llenamos la grada. Y no todo el mundo puede jugar a waterpolo».

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