«Ser árbitro ha madurado mi carácter y el rugby me ha formado como persona»

-¿Qué recuerda de su debut?

-Fue el mismo partido que dirigía por primera vez en mi carrera, pero con esos equipos en categoría cadete. Por aquel entonces no tenía coche y tuve que ir en tren. Cuando acabó el partido les dije a los clubes que no me quedaba al tercer tiempo porque debía coger el tren de vuelta y entonces el padre de un jugador del Irún se comprometió a traerme a Vitoria si no llegaba a tiempo de volver al tren, pero no me perdí el post partido. Muchos de esos jugadores luego llegaron a la selección de Euskadi e incluso española.

-¿Por qué eligió el rugby?

-Estudiaba en Corazonistas y jugaba en uno de los muchos conjuntos de fútbol que había. Estábamos en 6º EGB y vino Kepa Ancín a dar unas clases de rugby y nos preguntó quién quería practicarlo. Uno de mis amigos levantaó la mano y le secundamos unos cuantos después. Y ahí continúamos la mayoría metidos en el mundillo de una manera u otra.

-Y siempre en el Gaztedi.

-Eso es. Jugué hasta los treinta años y al lesionarme de menisco hice un cursillo de árbitro. Arranqué dirigiendo encuentros de chavales mientras que iba jugando mis últimos partidos.

-¿Le resultó sencillo el paso al arbitraje?

-Sí, sí. Hay que tener físico, ilusión y conocimiento del reglamento. Al haber jugado esto ya lo tenía controlado y todo fue más fácil.

-¿No le asustaba un poco con la de contactos, faltas y empujones que hay en este deporte?

-Desde fuera puede parecer todo un poco caótico, pero no es violento. Soy partidario de decir que hay agresividad reglamentaria y antireglamentaria. La gente está preparada para eso.

-Lo cierto es que se ha desmiticado ese cliché con el paso de los años.

-Cuando yo jugaba había violencia gratuita. Había jugadores qeu ponían su físico y agresividad para ganar el partido. Ahora no pasa tanto porque la colaboración de jugadores y técnicos en pro del juego y del espectáculo ha sido muy buena.

-Tan llamativo eso como que al árbitro nadie increpa o insulta.

-La gente que va al rugby asume que un error del árbitro es similar al de un jugador. En árbitros expertos te ganas el respecto asumiendo que te has podido equivocar en una jugada. Forma parte de la sociedad que se crea entorno a este deporte, que te admite si cumples esas condiciones de no abuchear y de disfrutar del partido en sí.

-¿Qué ha sido lo más complicado en su tarea como colegiado?

-La burocracia de ver las fichas antes de los encuentros, hacer el acta. Resultaba un poco cargante. Además algunos jugadores que me han sacado de quicio en ocasiones y mira que soy tranquilo y respetuoso con ellos.

-¿Sabe cuántos partidos ha dirigido?

-No, no era algo que me preocupara. Lo que quería era pitar el fin de semana, me daba igual donde y a qué categoría. El partido más importante es el que te toca dirigir y con esa idea siempre he afrontado mi trayectoria.

-¿Cuál ha sido su último choque en nacional?

-La Copa de la Reina en Eibar y La Coruña, en División Honor B, la vuelta de la final, entre Pozuelo y Avilés y en Honor los cuartos de final entre El Salvador y Burgos, un derbi regional.

-¿Qué le ha aportado el arbitraje?

-Mucho. El rugby me ha formado como persona en valores como la entrega o la lucha. Ser árbitro ha madurado mi carácter en constancia, esfuerzo y compañerismo. Me siento feliz de los éxitos de colegas que han ido a Mundiales o Juegos Olímpicos. Me ha dejado ser Pedro Montoya. Yo de lunes a domingo soy así. La gente me ha aceptado como soy y es cierto que siempre he intentado poner buena cara a todo.

-¿Le ha quedado algo por conseguir?

-Qué va. Los objetivos que me he marcado los he cumplido y era dirigir el mayor número posible de partidos, siempre que la salud y la disponibilidad me lo han permitido. Igual me hubiese gustado arbitrar algún duelo internacional o finales de liga, pero tampoco me queda resquemor alguno.

-Llama la atención el crecimiento del rugby femenino de un tiempo a esta parte.

-Desde luego. Y de hecho ahora una exjugadora como Patricia García se presenta como candidata a la Federación Española. En el Gaztedi ha habido años atrás dos presidentas, Ainhoa y Aitziber y el equipo femenino ha quedado además campeón de Euskadi.

-¿Le gustaría formar a los futuros árbitros?

-Sin duda. Mi idea. ahora que me retiro de nacional, pasa por dirigir algún duelo en liga vasca y ayudar al comité en lo que necesiten. Me gustaría ser coach de árbitros con el objetivo de que sean los mejores. Pondré mis conocimientos en favor de ellos. Podrán coger lo mejor de mí y de otros compañeros en su beneficio propio.

-Hace falta un poco de piscología en esto, ¿no?

-Por supuesto. Los que están en el campo son de gran ayuda y lo que deben sentir es que cuando acabe el encutro se sientan orgullosos de lo que han hecho.