«Los Alpes son montañas muy serias, con muchos peligros objetivos»

Las autoridades francesas han establecido condiciones para reducir los percances y los problemas medioambientales derivados de la masificación. «Se hacen controles de material para ver si se llevan el crampones, piolet, arnés, buena cuerda, casco, ropa de abrigo... Piden que tengas reserva en algún refugio, para que la gente no acampe en cualquier sitio. Se pueden hacer controles de noche en el refugio, y también abajo, antes de subir», detalla el guía alpino Óscar Alemán. Las inspecciones surgieron antes del covid. Los mismos guías, que deben disponer de una licencia profesional y a quienes los gendarmes también les pueden pedir su documentación profesional, facilitan las reservas en los refugios.

Pueden cerrarse las vías de ascensión por «riesgo de desprendimientos, por ejemplo, una semana». Un alpinista se enfrenta en el Mont Blanc a «grietas, caída de rocas o hielo, o a una deglaciación súbita. La ISO 0, altura de la línea de O grados, puede variar cientos de metros de un día para otro. Todo lo que esté debajo de ella es más inestable. La nieve y el hielo actúan como cemento, pero con el calor y el deshielo se 'despegan' las rocas», explica Alemán.

El especialista advierte de que «el riesgo es multifactorial, y por eso el conocimiento del medio puede resolver situaciones complejas. No es tan difícil de escalar, pero puede haber hielo como el vidrio, o hielo viejo, negro y duro, en el que cuesta progresar. Y pueden caer trozos del glaciar. Eso ocurre más con veranos calurosos como los últimos. El helicóptero de rescate sale todos los días hacia el macizo, donde cada vez hay más gente». A su juicio, el cambio climático ha empeorado las condiciones en las alturas a causa de «veranos más secos, que dejan los glaciares abiertos y calientan el permafrost (suelo congelado)», lo que genera deslizamientos de tierra.

«Una ruta frecuentada»

Michel González, también guía en el Mont Blanc y residente en Chamonix, la meca del alpinismo, llegó ayer al mediodía al refugio de Cosmiques (3.613 metros), de donde partieron los jóvenes guipuzcoanos fallecidos cerca del Tacul. Poco antes de hablar con EL CORREO, González calcula que «por la misma traza hacia el Tacul hoy habrán pasado 30 o 40 montañeros, porque la huella está rehecha. Es una ruta frecuentada, no especialmente peligrosa. El guarda del refugio me ha dicho que ellos (los guipuzcoanos) iban a hacerla 'a la journée', en el día, no habían dormido en el refugio. Iban por la ruta normal y cerca de la cumbre debieron de caerse. Esa zona es una pendiente que baja 600-800 metros al otro lado. Medios de comunicación franceses coinciden en que tal vez fueran encordados muy largos e igual la caída de uno pudo arrastrar al otro. En ese caso, lo del rápel no cuadra mucho».

La tendencia de veranos calurosos está modificando la montaña y los hábitos para moverse en ella. Al respecto, González indica que «ya no cojo reservas en agosto. o son reservas flexibles de actividad. El retroceso del glaciar y del permafrost y los calores afectan directamente a la montaña y modifica hábitos. Hay épocas del verano en las que no se recomiendan actividades expuestas. Los guías jubilados de Chamonix con los que he hablado coinciden en que antes había actividades que se podían hacer todo el verano y ahora no, tienen fecha de caducidad cuando llegan los calores».

Al año se registran 250 víctimas mortales en todo el macizo del Mont Blanc, según un estudio elaborado por un organismo de Chamonix, y esa cifra incluye a practicantes de«esquí, alpinismo y senderismo. Es una de las mayores concentraciones del mundo de alpinistas y montañeros», especifica González. «Los Alpes son montañas muy serias, con muchos peligros objetivos. Están los glaciares, la altitud, las grietas, las caídas... Por eso trabajamos muchos guías aquí en verano. Se dice que somos 400 y puede ser, entre los que vivimos aquí y los que vienen de fuera», apunta este zaragozano que hace años dejó su Zaragoza natal para conducir a un mundo tan hermoso como arriesgado.