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En Ganterschwil, un apacible pueblo suizo de poco más de mil vecinos, tiene su sede la empresa Berlinger. Su producto estrella son los frascos donde se conservan las muestras de orina de los controles antidopaje. Tienen la patente. Y, según creían en la Agencia Mundial ... Antidopaje (AMA), son herméticos e inviolables. Sólo pueden ser abiertos por una máquina instalada en los laboratorios oficiales, y una vez descorchados no pueden volver a cerrarse. Blindados.
Este prospecto de Berlinger quedó calcinado durante los Juegos Olímpicos de Invierno en Sochi, en 2014. Agentes del Servicio Federal de Seguridad de Rusia (FSB), la antigua policía secreta KGB, lograron abrirlos y luego sellarlos sin dejar huella. El director del laboratorio antidopaje de Sochi, Grigori Rodchenkov, se encargaba de cambiar la orina sucia, llena de dopantes, por otra limpia que pasaba los controles. Rusia arrasó en sus Juegos de casa, los de Sochi. Ahora, por aquel escándalo y porque luego las autoridades rusas han enviado miles de muestras y datos falsos a la AMA sobre sus deportistas, Rusia no podrá competir durante cuatro años ni en los Juegos ni en los mundiales.
En 2014, Rodchenkov era el máximo garante de la lucha antidopaje de Sochi. Por sus manos pasaban todos los frascos. Tenía, en teoría, que velar por la limpieza de la competición. En realidad, actuó como el gran encubridor a las órdenes, eso sí, del ministro de Deportes, Vitaly Mutko, y con el apoyo de «unos cien agentes de la FSB», como detalla en el documental 'Icarus'. Hoy, Rodchenckov es testigo protegido de la Justicia estadounidense y vive oculto en un lugar secreto. Por si algún espía trata de taparle la boca.
Su relato de las prácticas en Sochi revela la trama de dopaje diseñada desde el Gobierno ruso. Frente al laboratorio oficial de los Juegos estaba un edificio para los agentes de la FSB. Allí, en un almacén, se guardaban muestras de orina limpia de los competidores locales. Cuando al laboratorio llegaban los frascos de los controles antidopaje realizados ese mismo día, las muestras B -la que se utilizarán en el contraanálisis si hay caso positivo- se metían en el congelador. Los frascos A iban directos a la sala donde esperaba Rodchenkov, que se encargaba de que no hubiera cerca ningún miembro del AMA. Debajo de una mesa, como si fuera una toma de electricidad, había una tapa de plástico que ocultaba un agujero. Pequeño. Lo justo para que una mano del KGB cogiera los frascos.
Por ese minúsculo butrón se realizaba la operación. «¿Cambiaba la orina sucia por la limpia?», le preguntaron a Rodchenkov. «Siempre», respondió el químico, que no supo nunca cómo los agentes fueron capaces de abrir los frascos sin que luego los analistas del AMA lo detectaran. La supuesta inviolabilidad de los envases Berlinger se había convertido, paradoja, en el gran aliado de la trampa rusa. Hasta que todo se torció.
El sistema. Los agentes cogían los frascos a través de un agujero oculto en la sala del laboratorio de Sochi.
El truco. Lograron abrir y sellar unos recipientes para muestras de orina que eran, en teoría, inviolables
La atleta Yulia Stepanova había denunciado que sus compañeros nunca daban positivo pese a doparse. Una televisión alemana, ADR, emitió un programa en el que hablaba de fraude organizado en Rusia. La AMA investigó. Y Rodchenchov se asustó cuando uno de sus amigos, Nikita Kamaev (director de la Agencia antidopaje rusa) murió a causa de un ataque cardíaco. Vio en ese fallecimiento la mano del ministro de Deportes, Mutko. «Es de la KGB. De los que ordenan redactar un obituario para la semana que viene», asegura en 'Icarus'. Así que huyó a Estados Unidos, donde le acogieron agentes del FBI y la Justicia americana. Su confesión sobre toda la red de dopaje tejida por las autoridades rusas apareció publicada en 'The New York Times'.
Rusia fue castigada. No pudo ir como país a los Juegos de Río de Janeiro de 2016. Pese a todo, la AMA, que había cerrado el laboratorio de Moscú, dio a Rusia una oportunidad para redimirse. Envió a sus técnicos a la capital para acceder a todas la muestras y los datos informáticos. Allí descubrieron que todo estaba falsificado, también los discos duros. Otro escándalo, como el del Rodchenkov y su agujero o como el ciberataque que sufrió la AMA por parte de un grupo informático del ejército ruso.
Si el recurso al Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS) no prospera, la sanción de cuatro años dejará a Rusia al margen de los Juegos de Tokio -sólo los atletas limpios podrán participar pero sin su bandera- y del Mundial de Fútbol de Catar. El frasco le ha estallado en las manos a la Rusia de Vladímir Putin, que, como otros, vio en el deporte un vehículo perfecto para su propaganda.
«No hay nada que reprochar al comité olímpico ruso, y si no hay nada que reprocharle a ese comité, el país debe participar en las competiciones bajo su bandera nacional», declaró Vladímir Putin. Para el presidente de Rusia, la expulsión de su país durante cuatro años de los juegos olímpicos y los mundiales «contradice la Carta Olímpica» porque «todo castigo debe ser individual» y no «colectivo».
Putin cree que todo se debe a una campaña contra Rusia. «Se dan todas las razones para creer que esta decisión está motivada no por una preocupación por un deporte limpio, sino que está motivada políticamente». Esa tesis también la defendió el primer ministro, Dmitri Medvedev, para quien la «histeria antirrusa que se ha vuelto crónica». Rusia apelará ante el Tribunal de Arbitraje del Deporte (TAS)
La atleta Yelena Isinbáyeva, doble campeona olímpica de salto con pértiga y Premio Príncipe de Asturias de los Deportes 2009, fue más allá y calificó de «asesinas» las sanciones impuestas por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA). «Son extremadamente crueles e injustas».
Fuera de Rusia, la visión es otra. Juan Antonio Samaranch, vicepresidente del Comité Olímpico Internacional (COI), lamentó la «oportunidad perdida» por las autoridades rusas, que han dado «una patada tremenda» a las opciones de rehabilitación de su deporte al manipular los datos sobre dopaje.
«Tengo mucha confianza en los nuevos dirigentes del Comité Olímpico Ruso (COR) y de su agencia nacional antidopaje (RUSADA), que funcionan de manera limpia y muy homologable a otros países», apuntó. «Pero se juzga ahora a la gente con poder administrativo», recordó sobre la manipulación de la base de datos del Laboratorio Antidopaje de Moscú, cuya entrega a la AMA era condición indispensable para la plena rehabilitación de la RUSADA.
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