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Teresa Perales. EFE

Teresa Perales, del calvario a la plata en 50 mariposa

La nadadora, que llegó mermada por una lesión en el hombro, atrapa su medalla 27 en unos Juegos y ya piensa en París; Nuria Marqués logra la plata en 100 espalda

Laura Marta

Lunes, 30 de agosto 2021, 13:10

Teresa Perales es la hegemonía hecha nadadora. Una leyenda con muchas ganas de seguir dando ejemplo de superación competitiva. La rasmia aragonesa en su máximo ejemplo. A este Tokio 2020 llegaba con muchas dudas, con una lesión en el hombro que se produjo en mayo ... por lo que las expectativas eran, según ella, alcanzar alguna final. Pero en el 50 mariposa remontó desde la cuarta plaza hasta atrapar una plata tremenda que le alivia más que le pesa.

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Hasta hace apenas un mes y medio estaba parada, sin piscina, aguantándose los nervios porque el hombro le había dado muchos problemas desde hacía tiempo. Quería llegar a Tokio en condiciones de hacer un buen papel, pero era realista. Se había lesionado el 17 de mayo, en el Europeo de Funchal. «Es una fecha que tristemente no voy a olvidar. Sufrí una luxación aguda en el brazo izquierdo y me ha venido muy mal», apenas tres meses de margen antes de viajar a sus sextos Juegos. Dejó un mensaje de ambición porque, antes de aterrizar solo aspiraba a clasificarse para alguna final de las dos pruebas en las que tenía plaza: 100 libres y 50 espalda. Pero en la primera, no solo se coló entre las ocho mejores, sino que peleó por la medalla hasta el final. Diploma por su quinto puesto. Y pocas horas después volvía a saltar al agua en el relevos; segundo diploma de la tarde.

«Me he encontrado mejor, eso es verdad. Me lo he currado muchísimo y estoy muy contenta de haber llegado hasta aquí. En algún momento incluso empecé a soñar con un poquito más, pero ver de dónde venía... hace apenas un mes comenzaba a nadar con los dos brazos; el izquierdo me daba mucha guerra. De hecho vuelvo de aquí y paso por quirófano. Rozando el milagro estar aquí compitiendo», comentó en su primera prueba. «He disfrutado mucho, he salido sonriendo; no he salido nerviosa porque era vivir el momento que me merecía», repetía tras la primera prueba.

Y explicó las causas de su alegría por estar, simplemente, en Tokio: «Por mucho que haga preparación mental... No puedo mentir. No había probado a hacer un viraje fuerte como se hace en competición; es uno de los movimientos más peligrosos, el giro hacia la derecha, y el izquierdo es el que empuja por debajo del agua y ahí es cuando se me salía. Pero vi que se mantenía en su sitio y me he tirado sin miedo y a disfrutar». Estuvo parada un mes largo, otros quince días solo con un brazo y apenas treinta días más o menos completos para preparar esta cita.

Pero Teresa Perales siempre será Teresa Perales, pura ambición, puro esfuerzo. Y recompensa mayúscula al quedar solo por detrás de la china Dong Lu, que estableció récord del mundo. La zaragozana ni se lo creía, emocionadísima nada más tocar la pared. Medalla 27 en su palmarés. Y con ganas de que haya muchas más.

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«Hoy me da todo igual. Le he echado más coraje que... He sacado una palabra muy aragonesa: rasmia, pero hay que decirlo con la boca llena. Sabía que la china tenía récord y las opciones eran entrar ahí, pero una cosa es que yo quería y lo que podía. Venía muy tocada del hombro, cada vez que entramos en competición estamos recolocándolo. Roza el milagro, sí, y la voluntad. A mitad de piscina el ojo se me ha ido a la otra calle y he visto que estaba ahí y he iniciado un cambio de ritmo», analizó.

«Esta es la más difícil y la más especial por todo lo que demuestra», confirmó.

«He tenido muchas personas detrás que sin ellos no hubiera llegado, apoyo moral, física, el soporte que me ha mantenido viva. Había gente que me quedara en España porque no iba a ganar. Quería demostrar que me había ganado el derecho a intentarlo», continuó, antes de confirmar que sí quiere el relevo femenino, el 40x100 del día 2.

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Y para el futuro: «De momento hay 27, ojalá cayera en el relevo, pero habrá que seguir para conseguirlo. El objetivo era llegar aquí y ya no se me queda el hueco vació en la vitrina de Tokio. y ahora hablar con mi hijo y decirle que estoy muy feliz de llevarle la medalla y el peluche, que también lo quería».

Muria Marqués, de promesa a realidad de plata

Nuria Marqués ya no es una promesa, es una realidad, plata en 100 espalda por segundos Juegos consecutivos. Se estrenó en Río 2016 con apenas 17 años y vuelve a mostrar poderío en Tokio, en una prueba muy igualada que resolvió con oro la estadounidense Hannah Aspden, una décima más rápida que la española.

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Marqués, que nació con una malformación congénita que derivó en la amputación de la pierna izquierda, llegó a una piscina con apenas tres años. Sus padres la empujaron, pero nunca la sobreprotegieron. De ahí que se entrenara con nadadores sin discapacidad y empezara a despuntar pronto. Con once años ya participaba en torneos para personas con discapacidad, lo que llamó la atención del programa de promesas paralímpicas de Axa.

A partir de entonces, su progresión ha sido imparable. Debutó en Río 2016 y se llevó un oro en 400 estilos y una plata en 100 mariposa a casa. Un año antes, en el Mundial de Glasgow de 2015, ya había conquistado una plata en 400 libres y tres bronces en 100 libres, 100 espalda y 100 estilos. En el Mundial de México de 2017, un salto de calidad: campeona mundial en 200 estilos, 100 espalda y 400 libres, además de dos platas en 50 y 100 libres y un bronce en 100 mariposa. Y en 2019, oro mundial en 200 estilos en Londres.

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«Me siento bastante bien por la medalla. Han sido años muy duros, sobre todo estos dos últimos con la pandemia, porque era muy difícil mantener la forma física con un parón tan largo que no tenemos ni en vacaciones. Pero psicológicamente incluso más. Has tenido que sacrificar muchas cosas; estos últimos meses hemos tenido que estar lejos de la familia por el tema del contagio. La medalla es un resultado superreconfortante. Lo he dado todo en la piscina, pero en otras competiciones he tenido mejor tiempo. Pero en estas condiciones he dado el cien por cien».

Reconoce que ya sabe cómo se mete después de estrenarse en Río, cuando llegaba más de cero. La presión ha cambiado, pero la madurez y la responsabilidad también. Ya no es una promesa, es una realidad.

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