Cinco anillos son para siempre
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EL CORREO reúne a una delegación ilustre de exolímpicos alaveses para rememorar la hazaña de competir, disfrutar y triunfar en el acontecimiento más grandioso del deporte mundialOlga Jiménez, Íñigo Miñón, Mikel Uriarte, Jon Aroca e Iván Benito
Domingo, 18 de julio 2021, 04:24
En la imagen superior se juntan tres medallas olímpicas y muchas experiencias «únicas» con ganas de entrelazarse. Pero también un taxista, una profesora de pilates, una fabricante de quesos, un vendedor de ropa deportiva… Ocho alaveses de a pie y unos cuantos deportistas más ... que alcanzaron la cima deportiva más alta que se conoce sin perder un ápice de cercanía. Juan Antonio Compañón, Álvaro e Igor González de Galdeano, Martín Fiz, Estíbaliz Martínez, Maider Unda, Eneko Llanos y Tania Calvo se reúnen para la cita fotográfica, mientras el resto de la delegación histórica alavesa, desde la lejanía, comparten unas vivencias que se refrescan en vísperas de los Juegos Olímpicos de Tokio 2020.
Gimnasia. Atlanta 1996, Sídney 2000, Atenas 2004 y Pekín 2008
«La FIF ha hecho un repaso de las gimnastas longevas y me han colocado en segundo lugar y me ha impactado. Ves que ahora las gimnastas duran un ciclo o dos y haber estado en cuatro te permite ver tu evolución en muchos aspectos», reconoce Almudena Cid, con cuatro participaciones olímpicas en su bagaje. «En Atlanta tuve la sensación de no saber dónde estaba realmente, fue un año y medio de trabajo para conseguir un diploma. A Australia llegué con el menisco y el corazón rotos y esa rabia me permitió competir de otra forma. En Atenas sentí el boicot de la Federación y, pese a ello, hice la competición de mi vida. China fue mi cierre, el que busqué y quise», resume. Los Juegos, en su opinión, «son lo máximo por la maravillosa razón de que cambia el ambiente. Estar compartiendo instalaciones con otros deportes durante tantos días lo hace superúnico». Cid ha estado en tantos Juegos como Pau Gasol o Alejandro Valverde. «La gente no termina de saber cuál es la dificultad de nuestro deporte. Lo de Pau es admirable, pero en el caso de la rítmica no hay ningún otro caso como el mío», defiende.
Lucha. Pekín 2008 y Londres 2012
Tras un quinto puesto en Pekín. Maider Unda cumplió un nuevo ciclo olímpico para lograr la gloria en Londres, donde logró el primer bronce español de la historia en lucha. «Recuerdo que horas antes de afrontar el combate por el bronce me explotaba el corazón porque quería competir. La cabeza da mil vueltas». Su historia personal y la de su entrenador Luis, «la pastora y el electricista», tuvo una repercusión mediática mundial. «Cuando gané, me repetí constantemente: ya lo tengo, es mío, no se me ha escapado el sueño. Fui consciente después. Ese día fue interminable y perdí la cuenta de las entrevistas. Tenía tal palizón de la competición que no me podía mover», recuerda. Ahora, dedicada a la producción de su queso Atxeta Gazta, espera su segunda hija mientras sigue vinculada a la lucha desde la formación.
Atletismo. Seúl 1988
Acudió a la Olimpiada de Seúl como la reina de velocidad en España, con solo 22 años. «Era muy joven y la disfruté porque la pude compartir con Maite Zúñiga. Éramos dos chicas de Vitoria y todo nos parecía inmenso» recuerda. Aquellos zapatos del desfile «muy pesado» que desteñían forman parte del anecdotario. «Trajimos la maleta llena de juegos de té, katanas y mil cosas que no servían para nada», rememora con gracia. Deportivamente fue «sin presión, porque las rivales eran buenísimas». «Fíjate que me codee con Florence Griffith. Allí te sientes pequeñita, pero pude pasar a cuartos», señala mientras recuerda con amargura la mala experiencia del relevo 4x400. «No nos dejaron competir por un tema de documentación, cuando nos presentamos en la cámara de llamadas nos dicen que España no salía porque no estábamos acreditadas». Actualmente es monitora deportiva en un gimnasio.
Cesta punta. Barcelona 1992
«Los mejores veinte días deportivos que he pasado en mi vida». Así de claro lo tiene Konpa, oro en Barcelona. Tuvo «mucha suerte», reconoce, porque la pelota solo ha sido olímpica en cuatro ediciones (1924, 1928, 1968 y 1992). Y aquella experiencia «ha marcado mi vida, a nivel deportivo y profesional», ya que, licenciado en Educación Física, le encaminó por el alto rendimiento y la gestión deportiva. Entonces la pelota era deporte de 'exhibición-demostración', «pero a efecto de medallas y premios fue similar», indica. «Era casi seguro que íbamos a sacar un montón de medallas y tuvo repercusión. En la final estaba el Rey, el emérito, el de Abu Dabi», recuerda. «Convivir con deportistas de todo el mundo y de todas las clases fue impresionante. Yo me iba a la pista a ver entrenar a los atletas, era alucinante ver a los velocistas canadienses. Un día estaba Arnold Schwarzenegger, que había ido a visitar a los americanos».
Gimnasia rítmica. Atlanta 1996
Fue una de las Niñas de Oro de gimnasia rítmica. Han pasado 25 años y aquella gesta sigue siendo recordada. «La acogida en Vitoria fue impresionante. Coincidió en plenas fiestas de Vitoria y nos hicieron un recibimiento en la Plaza de la Virgen Blanca con mucha gente. Pasa el tiempo y aún no me lo creo», cuenta emocionada mientras recuerda aquel ejercicio de oro. «Ahora ha cambiado mucho el código, pero lo que hicimos fue arriesgado y con mucha dificultad».
No pasa por alto «aquellos trajes de azafata y los zapatos de tacón que nos pusieron para el desfile. Estábamos tan delgadas que nos los tuvimos que arreglar». Su aterrizaje a la vida normal tras abandonar su carrera deportiva fue un camino de mucho trabajo. Ahora, regenta un centro de pilates, donde «algunas alumnas se han enterado después de que fui campeona olímpica».
Ciclismo. Barcelona 1992
El mayor de los Galdeano, ahora conductor de taxi, se volvió de Barcelona con un diploma en contrarreloj por equipos que aprendió a valorar con el tiempo. «Todo el mundo le da importancia. Lo conseguí y no sabía ni lo que era. El objetivo entonces era pasar a profesionales, correr un Tour», explica. Sus mejores recuerdos están fuera de la carrera. En la Villa Olímpica, «un barrio como puede ser Zabalgana», ilustra. «Con gente de todos los deportes, de todos los países. A la hora de comer buscábamos deportistas para sacarnos fotos. Carl Lewis, Marion Jones...». Y por las noches se distraían en «una bolera que tuvieron que cerrar porque provocaba lesiones a los deportistas» o en el karaoke, donde «algunos cantaban tan bien que parecía 'playback'». La 'cara B' de los Juegos. «No estábamos de cachondeo, pero teníamos nuestros momentos de asueto». La espina clavada, no desfilar en el acto inaugural. «Como éramos la primera competición, a los ciclistas nos prohibieron ir».
Triatlón. Sidney 2000 y Atenas 2004
«Las dos experiencias fueron muy buenas, pero me quedaría con Sidney. Fue la primera vez que el triatlón era olímpico y tienes la ilusión del estreno», evoca Eneko Llanos, que, rebuscando en su memoria, tiene claro cuál fue su momento más emocionante. «Al empezar la carrera teníamos que pasar a un pontón para irnos al agua y ese instante lo tengo grabado, cuando nos fueron llamando uno por uno, por tu nombre. Es ahí, con la tensión y los nervios propios de la carrera, cuando te das cuenta de que estás en unos Juegos y la repercusión que tienen, con las televisiones, todo el mundo pendiente del evento... Para un deporte como el nuestro, ser el centro de atención internacional, aunque sea por unas horas, es muy especial».
Fútbol. Atlanta 1996
El recuerdo más bonito de Karanka en los Juegos «quizás» sea en Vitoria. «Los futbolistas estábamos en Orlando, por lo que no vivimos lo que es la villa olímpica, ni la apertura y la clausura». Una experiencia con menos esencia pero gratificante que alcanzó los cuartos de final. «Cuando recibes un diploma olímpico es para estar orgulloso». El exfutbolista del Athletic y del Real Madrid participó en el homenaje de la ciudadanía vitoriana a sus representantes olímpicos: las Niñas de Oro, Almudena Cid, Iñaki Urdangarín, Martín Fiz... «Fue emocionante hacer el paseíllo en fiestas y el recibimiento en la balconada de la Virgen Blanca». Karanka trasladó su carrera a los banquillos y ha ejercido de observador de la UEFA en la Eurocopa.
Gimnasia rítmica. Atlanta 1996
25 años después, la anécdota de la vitoriana es más personal. «En uno de los trayectos después del desfile con aquellos trajes tan 'fabulosos', íbamos en un tren y llevaba un sombrero que voló. Le pedí a Estela Giménez que me lo cogiera y recuerdo que se metió un 'galletón' en la rodilla que pudo haberse lesionado. Imagínate», rememora. En los días previos a la final, «los entrenamientos fueron muy malos, pero conseguimos aclimatarnos». En Tokio no habrá representación española en la gimnasia rítmica, algo que entristece a la alavesa. «La Federación tiene que hacer un ejercicio de reflexión y saber qué falla. Lo que no es normal es que España, con tres medallas olímpicas en rítmica no tenga representación este año. Gimnastas hay y entrenadoras también». afirma con rotundidad. Como aficionada, no se ha descolgado de su deporte, aunque se gana la vida como fisioterapeuta y regenta el centro 180 grados.
Ciclismo. Atenas 2004
«No creo que la pasarela Cibeles tenga tanto glamour como el restaurante de la villa olímpica», bromea el que fuera maillot amarillo del Tour durante ocho días. «Me impresionaba ver a Yao Ming y sus casi dos metros y medio comiendo enfrente de mí». El menor de los Galdeano participó en las pruebas en ruta y contrarreloj, en la que la descalificación de Hamilton le dejó en octava posición. «La verdad es que no sé por qué no he pedido el diploma». A los jóvenes a los que asesora en su proyecto formativo que aúna ciclismo e industria les transmite una idea muy clara sobre los Juegos. «Son un evento global y social en el que se disfruta de unos valores diferentes a la propia competición».
Atletismo. Seúl 1988, Barcelona 1992 y Atlanta 1996
Maite Zúñiga revolucionó el medio fondo en España. Acudió a Seúl para aprender y se encontró con su primera final olímpica en 800 metros. Tenía 24 años. «La noche antes de la final no pude dormir. No me podía creer que estuviera entre las ocho mejores del mundo», recuerda. En Barcelona volvió a una final olímpica en 1.500 metros. «Gané mi eliminatoria en 4:07 y me pareció demasiado sencillo. Me encontraba muy bien y batí el récord de España en la final. Ese sexto puesto me dejó un gran sabor de boca». En Atlanta no le fue bien. Un año complicado a nivel personal y deportivo. Su récord de 800 metros con una marca de 1:57.45 logrado en 1988 sigue vigente. No se considera referente. «No se puede vivir de los recuerdos. Están en la memoria pero para el resto las generaciones van pasando», resume Zúñiga, que ahora busca nuevos retos profesionales después de varios años de trabajo en la Federación Española de Atletismo.
Ciclismo. Río 2016
Acudió a sus primeros Juegos Olímpicos como pistard de velocidad. Obtuvo un diploma con la dupla por equipos. Además de lo deportivo, la ciclista vitoriana recuerda las experiencias más humanas. «Mi mejor recuerdo fue compartir experiencias con otros deportistas. Me enriqueció mucho. Vi a Michael Phelps y me impresionó. Éramos vecinos de planta de Rafa Nadal, también nos cruzábamos con Pau Gasol. La palabra que define los juegos es 'impresión'», retrata. Actualmente, Tani Calvo vive un año de transición al ciclismo en pista de fondo. Su gran sueño es repetir la experiencia olímpica por segunda vez. «Trabajo para estar en París 2024 y ese es el reto que me he propuesto», afirma con seguridad.
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