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Laura Marta Loriente
Miércoles, 1 de septiembre 2021, 22:19
«Hace tres años no nos creíamos ni siquiera que estaría caminando. Cuando empezaba a caminar tenía el sueño de estar aquí. Siempre he amado el deporte, mi padre también. Esto es un sueño, el luchar por algo grande. Creo que hoy he puesto más ... el corazón que otra cosa», explicaba Miriam Martínez después de lanzar el peso hasta la plata en el Estadio Olímpico de Tokio. Medalla paralímpica y de vida, presea número 30 de la delegación española en Tokio, los primeros Juegos de esta valenciana de 30 años.
Hace tres achacó al estrés de su trabajo en una gran empresa un hormigueo en una parte de la cara. Pero se fue pasando por el resto del cuerpo y terminó con un diagnóstico de una enfermedad neurodegenerativa que afecta la parte izquierda. Hubo que reaprender a caminar y a ver la vida desde otra perspectiva. Sin más trucos. «Me acuerdo de mi familia, de todos los momentos malos que hemos pasado. Ahora se ha revertido tanto la situación que se lo dedico totalmente a ello que siempre han estado allí. Y decirles que aunque nos cambie un poco la vida al final puede ser algo maravilloso. Aunque cambie todo, va a ir mucho mejor. Se lo dedico a mi familia, a mi gente, al cuerpo técnico de médicos que les debo estar aquí y que son la leche, que sin ellos no estaría aquí», continuó.
Jugaba al fútbol sala, en Primera, y también salía a correr con su padre. Pero todo eso quedó muy lejos; lo primero era dar un paso delante, algo que los médicos le decían que sería su máximo. Pero desde el hospital comenzó a reunir fuerzas para hacer mucho más. Le ayudó que desde su habitación podía ver San Mamés, el campo de su Athletic. También que su madre le llevara una camiseta del Athletic, de Aritz Aduriz, que fue lo primero que se puso en cuanto pudo salir del centro médico.
Quería volver al deporte en cuanto pudiera, pues era lo que tenía de su vida anterior. Fue su medicina, reconocía ella. Probó diferentes disciplinas, pero el lanzamiento de peso era lo que mejor se adaptaba a su movilidad. «Hace un par de años lo hablaba con mi padre, caminábamos por primera vez y decíamos que ojalá unas paralimpiadas. Es algo que se nos quedaba muy grande, y a día de hoy solamente me quedaría decirle que lo hemos conseguido», añadía recordando aquellos momentos. Porque enseguida pasó de debutante a promesa y de ahí, a todo. Hace unos meses fue campeona de Europa en Polonia, clasificada para los Juegos de Tokio, ese sueño que se le quedaba grande pero que se fue acercando por resultados y empuje.
«Todavía parece que no haya puesto los pies en el suelo y creo que es un sitio del que no me quiero bajar. Estoy donde quiero estar. Donde soñaba hace tres años. La vida me cambió y ahora mismo me acaba de cambiar otra vez. Estoy que no me lo creo», admitía.
«Tenía claro que no íbamos sobrados de energía estos días. Tenía que ir al límite del límite en el primer lanzamiento para intentar dar lo mejor de mí. He gastado todos los cartuchos que tenía en el primer lanzamiento. Luego he intentado mejorarlos, pero las piernas estaban fallando bastante hace días. Gracias a los médicos que tenemos aquí, que son enormes, han hecho que mi primer lanzamiento fuese muy bueno y he tenido la cabeza muy fría. Creo que me he dado cuenta de que podía ganar medalla en mi último lanzamiento. Tenía todo el rato el ansia de lanzar más y más y más, porque entrenando estábamos haciendo mejor marca. Creo que ha sido en el último lanzamiento en el que ya he visto que podía ser plata, no me lo creía. Solo pensaba en darle al último cuanto más fuerte mejor. En el último ya me he desgastado. Pero ahí ya me he dado cuenta. Cuando ya todo ha terminado», analizó sobre la prueba en la que se hizo de plata con un lanzamiento de 9.62, por detrás de los 11.03 de Galina Lipatnikova, y por delante de los 9.36 de la china Quing Wu.
También son los primeros Juegos de Sergio Garrote, pero se lleva en la maleta ya un oro en la prueba de contrarreloj y, esta mañana, en la prueba de carretera de bicicleta de mano, un bronce. «Cada metal en Tokio es una gran victoria. No hay que despreciar ningún metal en unos Juegos. Me he entregado en la medida de lo que tenía, pero también con cabeza porque mañana tengo la tercera carrera por equipos», comentó el catalán.
En la piscina también se lleva otra medalla Nuria Marqués, plata en 200 estilos: «Ha sido una final difícil, era una prueba que había preparado y ha salido muy bien. Lo he dado todo, he luchado hasta el final y no me puedo ir más contenta con dos medallas de momento, que más puedo pedir. Ahora afronto el relevo con muchas ganas y a ver qué sacamos con este 'equipazo'», comentó sobre su última prueba de Tokio 2020, mañana día 2.
Por equipos de tenis de mesa han ganado el bronce Álvaro Valera y Jordi Morales; ganaron el dobles a Gran Bretaña, pero perdieron los individuales, por lo que no pudieron alcanzar la final. La delegación española suma 30 medallas hasta el momento, con cuatro jornadas por delante, a una solo de Río: 9 oros, 13 platas y 8 bronces.
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