A punto de concluir de París se puede empezar a hacer balance de los resultados obtenidos, dado que el número de medallas en juego ya es muy bajo y maquillajes aparte, las cosas serán lo que ya parecen. No es mi intención evaluar participaciones de ... comités nacionales, para eso hay personas más doctas y/o más atrevidas, pero si introducir un elemento disruptor y novedoso como es la Inteligencia Artificial para comparar sus pronósticos previos a lo que se asoma al medallero.
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Resulta excitante y tentador poder tener esa bola de cristal que nos anticipe lo que va a suceder y recordemos que la apuesta deportiva tiene un interés mucho más allá de lo meramente holístico para conocer los resultados de ese oráculo. Los adivinos no pasaran de moda pese a que lleven muchos menos aciertos que errores en su desempeño histórico. Se supone que la Inteligencia artificial vino para ordenar esa disfunción y hay varias cuestiones que debieran abordarse para su correcto uso en el futuro. Los pronósticos del medallero han adivinado una parte, sobre todo la que corresponde a los países occidentalizados. El por qué ha sucedido esto es sencillo: el acceso a las competiciones preparatorias de estos países es mayor y está más registrado en la red, que es de donde se alimenta la IA. Por lo tanto, en los pronósticos, los países que han competido menos o los registros de esas competiciones están más líquidos, fueron infravalorados. Por reconocer el valor que cada cosa tenga es que, aunque el número de medallas, como hemos visto, no era fino, la potencialidad de los países, entendido como su puesto en el ranking sí que tiene un mayor grado de cercanía a lo que va a suceder: los errores cometidos desde el puesto 20 podrían considerarse menores. Sin embargo, la maquina comete un sesgo: los países deportivos –naciones pequeñas, pero con proporcionalmente muchas medallas por su sistema de promoción del deporte-, como Holanda, Nueva Zelanda o Suecia van a obtener un resultado en la clasificación de países mucho mejor que el que predecía la IA, que de momento no integra lo que cada pais invierte en esta área concreta. Si solo se contemplan los resultados aislados, estos pueden dispersarse y en cierta medida engañar a la máquina.
Cuando de pronósticos se trata y pese a los fallos de previsión de la IA —se corregirán con el aumento de velocidad del procesador y el efecto aprendizaje— son más confiables que los expertos en cuanto a predicciones, porque resulta difícil hacer pronósticos olvidándose de las filias y fobias de cada uno, que constituye un sesgo nada despreciable y ampliamente demostrado. Al parecer los humanos tenemos problemas para distinguir lo que creemos que va a a pasar realmente con lo que queremos que pase. Veamos de cara a Los Angeles si mejora más la maquina o el humano.
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