Uno de los objetivos más o menos confeso de la participación de los comites olímpicos nacionales en los Juegos es la de representar la marca del propio pais, por el efecto que pudieran tener los valores deportivos en la buena imagen exterior: esfuerzo, progreso, modernidad, ... superación,.. Si además de ello alcanzas la excelencia y estás destacado en el medallero como país, tu imagen exterior queda más presente ante los ojos de los ciudadanos propios y del resto de estados. El nivel de desarrollo deportivo está en desarrollo proporcional al progreso, según muchos estudios, por lo tanto, todo país aspira a esa apariencia de desarrollado, estructurado y moderno que el deporte ayuda a consolidar.
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Existen varios métodos para poder valorar cuál sería la notoriedad otorgada a la representación del territorio como meritoria, normal o escasa. Uno ya clásico y que funciona razonablemente bien para países occidentalizados es el de países que obtienen una medalla por cada 2 millones de habitantes. Esto sería un valor inicial para determinar si nuestra fuerza olímpica se corresponde con nuestra potencialidad demográfica es de mayor o menor orden. Obviamente estas estadísticas funcionan mal con los países asiáticos, hipertrofiados poblacionalmente, que, si bien obtienen resultados notorios, lo hacen porque sus bases de aspirantes al olimpo son sencillamente inmensas. Y si la base no sería inmensa, sus resultados no serían tan notorios.
Euskadi, con las medallas de Maialen Chourraut en las 3 últimas citas, ha completado esa estadística, en proporción de los países y estados que nos circundan. Podemos afirmar por tanto que Euskadi, a la espera de lo que suceda en Paris, tiene una representación olímpica mediana sostenida. Con esa medalla, en caso de participar con comité olímpico propio, ocuparía una posición 60-70 del medallero internacional pese a que el País Vasco demográficamente ocupa una posición cercana al puesto 150 por población. Podemos concluir, por tanto, que cumplimos el expediente de representación olímpica respecto a lo que nos rodea y nuestros resultados deportivos nos representan en el mundo por población.
Sin embargo, no podemos decir que nos encontremos en el selecto grupo de países que con poblaciones limitadas, obtienen, por diversas razones, resultados deportivos olímpicos excepcionales. Son los países deportivos, que han creado de su deporte una seña de identidad y en algunos casos, una industria de ello. Están por una parte algunos países caribeños pequeños, que por efectos derivados de la esclavitud y su consiguiente eliminación darwiniana, son destacados en pruebas explosivas universales y exhiben musculo – nunca mejor dicho- de sus resultados deportivos. En otro lado, y con una sistemática mas avanzada, países como Eslovenia y Nueva Zelanda, por ejemplo, que destacan por ser países que cuidan y atienden sus referentes deportivos, y obtienen notoriedad y relevancia internacional de sus países que por otros medios les resultaría más complicado, fundamentalmente porque su población es limitada. De hecho, los países deportivos son una de las fórmulas de posicionamiento geoestratégico más baratas y efectivas que existen, dado que no requieren de grandes inversiones económicas ni alteraciones socio culturales graves.
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Simplemente hay que facilitar que la población joven pueda practicar deporte con la mejor asistencia y disposición posible.
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