El impacto de una buena narrativa es irresistible para el ser humano. Hemos pasado miles de años contándonos historias y pese a que sabemos por qué, para qué, y cómo se hace, sigue siendo una de las maneras más poderosas de llamar la atención de ... nuestros semejantes. La organización de un gran evento deportivo no está exento jamás de una gran narrativa que responda a las preguntas básicas que antes he citado. Es lógico. Una organización como los Juegos ha de responder por una parte a la ilusión depositada de aquellos que quieren verse representados en el mundo global – los parisinos y los franceses- y por otra a la gente que el deporte y el olimpismo nos les generan más que molestias durante 2 semanas largas. Una parte de la narrativa de los Juegos se ha construido en torno a devolver la ciudad tras los juegos a los parisinos mejor de lo que estaba antes de estos. Más en concreto, el eje sobre el que gira París, el río Sena, servirá para lo que originariamente eran los ríos: lugar de disfrute y esparcimiento de sus visitantes. Esto era imposible hasta ahora porque el cauce estaba altamente contaminado y pese a el dinero empleado para ello y la llamada a la unidad de acción de todos los agentes ha sido escuchada, casi no llegan a tiempo. El legado del río limpio para los Parisinos tras los Juegos, está aún en entredicho, por mucho que la alcaldesa haga una performance actualizada de la hecha por Fraga en la playa de Palomares.

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Sin embargo, el poder de la narrativa es imparable. París señalado en el mapa mental de miles de millones de personas, con un mejor Paris para los que la habiten o visiten en adelante tiene un efecto llamada difícil de poner en tela de juicio. Para ello juntan a más de diez mil elegidos de entre los mejores deportistas del mundo y el escenario de esa obra se vende como pan caliente. Sobre las cuestiones económicas de los juegos me imagino ya le habrán informado: exigen una gran inversión de dinero público, no siempre está claro el retorno de este…. no me voy a extender porque encontrará defensores y detractores con sólidos argumentos según usted busque. Se me quedó grabado a fuego en la asignatura de la universidad que la estadística es una ciencia que se usa para justificar lo que cada uno quiere. Sin embargo, sí que quiero detenerme en el impacto de los Juegos Olímpicos en incontables e intangibles. Hoy se estila que el impacto económico ha de ser acompañado de una evaluación de perspectiva más humanista. El impacto social, sobre el bienestar, sobre la salud e incluso el bienestar de quienes padecen –no pretendo ser capcioso- los juegos en su entorno. Si como ya he dicho y resulta evidente que, en los aspectos económicos tangibles, podemos torturar los objetivos datos de dinero para que digan y confirmen lo que pretendemos, ¿podría usted imaginar a que punto de desarrollo narrativo y exaltación del relato se puede llegar para medir la felicidad o tristeza de la gente?

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