Los Juegos Olímpicos de París tocan a su fin, para lamento de algunos y alborozo de otros que veían la parrilla televisiva copada por cuerpos atléticos que les recordaban con descaro que hace tiempo que se mueven más bien poco. En el horizonte, Los Ángeles ... en el próximo año bisiesto. Para la mayoría de los deportistas – exceptuando aquellos que tiene su retiro decidido o a aquellos que las circunstancias los retiraran- es momento de hacer balance y trazar el siguiente plan cuatrianual. Para los deportistas de disciplinas altamente profesionalizadas, como les citaba días atrás, vuelve la rutina y los grandes retos menos exóticos que el recién terminado. Pero para los demás imagino una suerte de cuenta regresiva en la que quitando el último año olímpico, donde se confirma la clasificación para poder asistir, y los dos anteriores que los deportistas han de acreditar diversos rankings y resultados para seguir percibiendo ayudas públicas, nos queda el año postolímpico. Podría parecerse a cierto síndrome de abstinencia deportivo, dado que el deportista olímpico recibe el estipendio de su participación y las comisiones por las medallas o diplomas. Además, ante el panorama venidero, parecería lógico plantearse una temporada más relajada, con menos castigo al cuerpo, en espera de que las ganas de batirse el cobre vuelvan y no nos abandonen cuando hagan realmente falta. Sucede como en la agricultura: hay temporadas donde hay que dejar que el campo respire y cambie quizás un poco de aires, lo que se conocía en ambientes agrícolas como el barbecho.
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No pretendo con este panorama tan desmotivante que su seguimiento, estimado lector, surgido de estas dos semanas largas, desaparezca en el 2025. Sin embargo, es probable que eche en falta a los Biles, Duplantis y Yusuf Dikec – sí, el que disparaba con la mano contraria en el bolsillo- en sus respectivos compromisos inmediatos. Por contra se abre un escaparate fantástico: nuevas promesas y candidatos, de generaciones venideras, dispondrán de un año más barato de lo habitual para alcanzar resultados y prepararse con la noble aspiración de derrocar a los reyes y reinas actuales. Es la ley del Olimpismo y será difícilmente cambiable. Se presentan Tolas que tomen el relevo de los Bekeles y se buscan Echanices que hagan aún más grandes a las Chourrauts.
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