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igor barcia
Sábado, 21 de agosto 2021, 00:25
Higinio Rivero llega a Tokio dispuesto a todo. Apenas lleva siete temporadas en el piragüismo, pero su constancia y fe en sus posibilidades le han llevado a una progresión que confía en plasmar con medallas en estos Juegos Paralímpicos. Empezó en 2014 y no tardó ... en proclamarse campeón del mundo en distancia maratón (2016 y 2017). Pero como esa disciplina no aparece en el programa de Juegos, el deportista bilbaíno decidió hace tres años decidió cambiar a sprint para tener la posibilidad de ir a los Juegos de Tokio. Un sueño por el que trabajó duro hasta lograr el billete en el Mundial de Hungría del pasado año. Y aunque ha tenido que esperar un año, Rivero considera que el aplazamiento a causa de la pandemia fue positivo para él, porque pudo seguir trabajando en busca de una mejoría en su rendimiento de cara a los Juegos.
Todo fortaleza, Higinio Rivero (Bilbao, 1982) se inició en el piragüismo hace siete años, en distancias largas. Pero en 2018 decidió apostar por el sprint para ganar el billete a Tokio.
Hace ocho años, era impensable pensar en lo que está a punto de vivir, porque la vida de Higinio Rivero era completamente diferente. En 2013, Rivero era instructor de vuelo y se desplazó hasta Canarias para acumular horas en busca de poder entrar en una compañía aérea. Tras aquella experiencia profesional, Higinio Rivero regresó a Bilbao para ayudar en la empresa familiar y en su tiempo libre disfrutar de la naturaleza, hasta que el 3 de abril de 2013 su vida cambió por completo. Fue en Ramales de la Victoria (Cantabria) donde Higinio Rivero cayó desde 15 metros de altura mientras practicaba escalada. «Me rompí la tibia, la cadera por varios sitios, el esternón, me estalló una vertebra y algunos trozos se quedaron en la médula. Estuve tres meses sin moverme de la cama y después ocho de rehabilitación diaria».
Entrar en contacto con el piragüismo le abrió las puertas a una nueva vida. Al principio no era capaz de mantener el equilibrio y acababa en el agua, pero poco a poco su adaptación le permitió «recuperar la ilusión y la motivación». Desde entonces, Rivero pasa sus días entre Plentzia, el embalse de Trasona (Asturias) y el río Guadalquivir, en Sevilla. «Este año hemos buscado sitios que tengan temperaturas y humedad parecidas a las que nos vamos a encontrar en Tokio», explica Rivero, que ha trabajado su técnica con Xabier Etxaniz, el marido de Maialen Chourraut, e Iker-Ekaitz Líbano. Todo con el objetivo de pelear por las medallas en VL2-200.
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