Andrea Cimadevilla
Domingo, 28 de julio 2024, 12:03
A Fran Garrigós (Móstoles, 1994) no siempre le han gustado las medallas de bronce. Dice su entrenador Quino, olímpico hasta en tres ocasiones, que «hubo un tiempo en el que perdía el combate de semifinales y se le iba la motivación. Es muy ambicioso y llegaba desganado a esa pelea». Por suerte, este sábado no fue así. El madrileño logró hacerse con el tercer puesto tras unas duras pruebas que acabaron incluso con amenazas.
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La fuente de motivación que necesitaba Garrigós tras peder la posibilidad de optar por el oro la encontró en tres personas: su entrenador, su novia Ana Pérez Box, judoca como él, y el psicólogo Pablo del Río. Y es que él mismo reconoció ser «muy competitivo». Aseguró incluso que «cuando he perdido el camino hacia la medalla de oro ya no me gusta competir». Así que las palabras y el apoyo de los tres fueron clave para que no tirara la toalla.
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«Le hemos visto dándole vueltas a la cabeza, pensando en el fallo que había tenido cuando empezaba a dominar el combate ante el kazajo. Y le hemos dicho que se olvidase de todo lo que le había pasado, que aún le quedaba lo mejor», resumía Ana. Dicho y hecho. Tan sólo le bastó un abrazo de su entrenador para salir a pelear por ese ansiado podio contra el georgiano Guiorgui Sardalashvili. La primera medalla de la delegación española en París ya lleva su nombre.
Pero no fue sólo cuestión de motivación. A Fran Garrigós también le llovieron las amenazas tras el combate con el japonés Ryuju Nagayama, al que nunca había derrotado. El madrileño llevó la iniciativa y tuvo su premio a los tres minutos, cuando estranguló a su rival hasta someterlo con un 'Katate jime'. Ippon y diez puntos definitivos. Una acción que criticó el equipo oriental al quejarse de que el español mantuvo la estrangulación pese a que la jueza había dado por finalizada la técnica y que terminó con una serie de mensajes amenazantes hacia el español.
Tras clasificarse a las semifinales y después de que el japonés le negara el saludo, Garrigós leyó un mensaje intimidatorio. «No vas a volver a pisar Japón», decía. El español recibió varios textos ofensivos como «no serás bien recibido en Japón», adonde el español acude con frecuencia a entrenar, «deberían juzgarte por tentativa de asesinato», «no vuelvas a pisar un tatami» o «qué vergüenza, no te deberían dejar hacer judo nunca más». Garrigós dijo que no oyó la señal de la jueza.
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Unas amenazas que no consiguieron frenar a Fran Garrigós. El español, que había quedado eliminado a la primera en sus anteriores experiencias olímpicas, Río y Tokio, logró quitarse la espina, poner fin a 24 años sin título y sumar la séptima medalla del judo español.
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