La única buena noticia

No solo dio la alternativa al dúo español, el décimo en la historia de la competición y heredero de otros legendarios, como el que formaron Severiano Ballesteros y José María Olazabal -once victorias, dos empates y dos derrotas en sus quince apariciones juntos en cuatrio ediciones-. También le dio la responsabilidad de jugar el partido inaugural ante Justin Thomas y Jordan Spieth para enviar el mensaje de que no se guardaría nada e iría a por todas desde el principio. A priori la apuesta parecía arriesgada, pero el vizcaíno y el castellonense han funcionado como un reloj y se han convertido en la combinación más letal de la cita de Wisconsin junto a la dupla Johnson-Morikawa.

Salvo en algunos pequeños detalles, las jornadas del viernes y el sábado fueron casi calcadas en el decepcionante rendimiento de los europeos y en el pobre resultado en el cómputo general. El número uno del mundo y el golfista que más puntos ha sumado en la historia de la Ryder debían ser la locomotora del Viejo Continente para que el bloque de las barras y estrellas sintiera algo de presión y, también, para tratar de apaciguar el fervor de los aficionados locales.

El de Barrika y 'El Niño' cumplieron su papel sin titubeos en el primer choque en el Whistling Straits, pero los vagones azules descarrilaron sin remedio hasta despeñarse. 3-1 al final de los foursomes y muy malas sensaciones. Solo Rahm y Sergio García sumaron para los visitantes. Se compenetraron a la perfección y cada uno sacó a relucir sus principales virtudes en el campo. Nacido para la Ryder, el levantino convirtió sus palos en mandos a distancia en los tiros a green. Y su compañero secundó esos approach con el putt, un arma letal en sus manos con el que ha conquistado muchas banderas de este sinuoso recorrido a orillas del lago Michigan.

En este escenario, con la necesidad imperiosa de frenar a los estadounidenses para equilibrar las fuerzas, sorprendió que el capitán 'separara' a los españoles para los fourballs de esa misma jornada. Harrington recibió duras críticas por dar descanso a Sergio García y depositar de nuevo su confianza en Paul Casey, desorientado toda la competición y muy por debajo de sus prestaciones habituales. Lo que funciona bien mejor no tocarlo, coincidieron los analistas al reflexionar sobre la eventual debacle que se avecinaba.

El irlandés emparejó a Rahm con Hatton para dar réplica a Scheffler y Dechambeau. El ganador del US Open sufrió de lo lindo para puntuar. De hecho el vizcaíno y el inglés llegaron al último hoyo en desventaja. Fueron mejores en el green del 18 y salvaron medio punto. Sergio García se dedicó durante esas horas a hablar con sus compañeros, a animarles, a hacer grupo... Pero la ventaja de Estados Unidos no dejaba de crecer y la depresión en las filas europeas eran para entonces generalizada.

Wisconsin amaneció con un cielo radiante el sábado. Sin embargo, Harrington y los suyos veían sombras y oscuridad. El capitán recurrió otra vez al dúo español y también para el primer partido, ante Koepka y Berger. Tras un comienzo inquietante, recuperaron el pulso y no fallaron. Sus compañeros tampoco les secundaron. Y ya no hubo experimentos. Repitieron en los fourballs ante Koepka y Spieth y volvieron a ganar. Una pareja infalible.