Tiger Woods todavía tiene talento y orgullo para defender el inmenso territorio que conquistó durante su legendario reinado. Después de siete meses de silencio tras su participación en el Abierto Británico, y transcurridos casi dos años desde que sufrió el grave accidente de coche que ... le dejó las piernas maltrechas, el rey del golf compitió arropado por miles de 'vecinos' californianos en la segunda jornada del prestigioso Genesis Invitational de Los Ángeles.
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Los organizadores se frotaban las manos en vísperas del torneo por el reclamo que iba a suponer la presencia del ganador de cinco chaquetas verdes. Y ayer quedó claro que no hay profesional que mueva tanta gente como él, incluso aunque no tenga opciones de victoria. De hecho, había casi empujones por coger un buen sitio en los aledaños del tee del 10 para ver el primer golpe del día del Tigre, que compartió partido nada menos que con Rory McIlroy y Justin Thomas.
La expectación mediática y del público en el Riviera Country Club era mayúscula porque el jueves Tiger cerró su participación con tres birdies consecutivos en los últimos hoyos que le permitieron domar al campo hasta situarse en un cómodo menos dos. En sus últimas apariciones ya había conseguido pasar el corte en el Masters de Augusta y en el PGA Championship de Tulsa -no así en el British Open en St. Andrews-, pero no con la solvencia con la que lo había hecho en 'su' casa. De ahí que una marea de seguidores y periodistas se agolparan desde el inicio de su recorrido para cubrirlo entero con él.
Volvió a quedar patente que el estadounidense tiene clase de sobra, un aspecto notorio en los pares tres y en las recuperaciones, y que el físico le pasa factura con el transcurrir de las banderas. Pero lo que también se comprobó es que su gen competitivo no ha sufrido variaciones y que es capaz de sostenerse en el alambre como nadie. El máster de supervivencia que ofreció entre los hoyos 1 y 5 fue para proyectarlo en todas las escuelas de golf. Sacó adelante cinco pares de una exigencia extrema que le permitieron llegar al tramo final con un colchón que parecía suficiente en su objetivo de acceder a los encuentros decisivos del fin de semana.
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Si algo ha quedado claro en las dos primeras vueltas del Genesis Invitational es que el Riviera Country Club es un campo muy exigente. La lucha de los mejores por llegar con opciones de victoria al fin de semana era cerrada en el momento de redactar esta información. Jon Rahm, otra vez en la pomada en un torneo en este 2023, transitaba por la mitad del recorrido al par del campo, para un cómputo global de menos seis, a sólo tres golpes del líder, el estadounidense Keith Mitchell. Era cuarto en la clasificación. El vizcaíno abrió su vuelta con un espectacular eagle en el hoyo 1, pero después cayeron dos bogeys en el 2 y en el 5.
Y fue precisamente en el epílogo de su actuación cuando surgieron los problemas serios que emborronaron su tarjeta. Tres bogeys en los últimos cuatro hoyos desviaron súbitamente su hoja de ruta y le obligaron a un sobreesfuerzo para no dar al traste con todo lo conseguido. Firmó una tarjeta de 74 golpes, tres sobre el par, para un total de más uno en el cómputo global. Este resultado no le garantizaba el corte al cierre de esta edición. Dependía de lo que sucediera en el turno de la tarde.
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