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Jon Rahm no estará la próxima semana en la final de Dubai, la que ordenará el ranking de los mejores jugadores del Circuito Europeo y ... a la que llegaba en tercera posición por detrás de los estadounidenses Collin Morikawa y Billy Horschel. Según ha podido saber EL CORREO, el número uno del mundo, que se había cogido cuatro semanas 'sabáticas' después de un calendario infernal con seis Grandes en poco más de un año, ha decidido prolongar su descanso mental y anteponer la vida familiar a la competición en el tramo final del curso. Nada más acabar su participación en Valderrama el vizcaíno anunció que estaría en el Emirato –ganó allí en 2019–, pero el escenario ha cambiado en las últimas horas porque la montaña rusa profesional, emocional y personal desde septiembre de 2020 le ha dejado exhausto y el cuerpo y la cabeza le piden más reposo.
«Mi mente no da para más, no quiero coger un palo de golf durante un tiempo», proclamó el de Barrika en el Andalucía Masters, donde reconoció que había llegado agotado y donde no pasó el corte después de dos jornadas de sufrimiento. Días antes había disputado el Open de España con miles de personas siguiéndole en todos sus partidos en el Club de Campo Villa de Madrid, una presión añadida. Su idea original era dar un paso atrás y parar un mes para coger impulso y salir a por todas en Dubai entre el 18 y el 21 de noviembre, un campo y un torneo que siempre le han gustado. Pero este período continuado con su esposa y su hijo en Arizona, una 'normalidad' de la que no había podido disfrutar después de un campaña intensa y rebosante de vicisitudes, le ha animado poco a poco a echarse a un lado ahora para arrancar después centrado y en plenitud.
La pandemia obligó a mover de fecha algunos torneos y a concentrar otros en pocos meses, lo que forzó a Rahm a encadenar semanas de competición. Nada menos que seis 'Majors' en poco más de un año, con el esfuerzo mental y físico que ello supone. US Open, Augusta, otra vez Augusta, PGA, Abierto de Estados Unidos, el primer Grande que ha conquistado, y el British. Un desgaste brutal para un golfista con una fe en sus posibilidades tan poderosa que lo da todo hasta el final, pase lo que pase y alumbre lo que alumbre el panel de resultados. Nunca se deja ir. La lista de los seis Grandes es ya de por sí un dato evidente de que la fortaleza mental del vizcaíno ha sido puesta a prueba. Pero es que a estos torneos hay que sumar otras citas y diversas situaciones que han complicado la temporada.
Especialmente duro fue lo sucedido en The Memorial, donde ofreció una auténtica exhibición. Por desgracia no sólo dieron la vuelta al mundo las imágenes de su hoyo en uno o la histórica sucesión de putts que embocó desde todas las distancias posibles. También se vio a un Rahm desconsolado cuando al término de la tercera jornada, con el torneo ya en el bolsillo, le comunicaron que había dado positivo por coronavirus y tenía que marcharse.
Digerir aquel varapalo fue muy difícil a escasas fechas del US Open en Torrey Pines. Sin embargo, logró sobreponerse a tiempo, se presentó en el Abierto norteamericano y lo ganó. Un número uno en todos los sentidos que sumaba su nombre a los de Severiano Ballesteros, José María Olazabal y Sergio García. Fue el momento culminante del curso, el que de repente lo cambió todo, el que le convirtió en una de las referencias del deporte mundial.
El torbellino de sensaciones no cesaba. Tras su excelente última jornada en el British, donde acabó tercero, Rahm puso su mirada en los Juegos de Tokio. Era el favorito para colgarse el oro y la delegación española contaba su medalla como segura. Con las maletas ya hechas, otro positivo por covid hizo añicos su sueño olímpico. Tocaba de nuevo levantarse. Y rápido, porque llegaban los FedEx del circuito americano. Tres finales que peleó hasta el último suspiro. Un solo golpe le alejó de la victoria, que sonrió a Patrick Cantlay.
Antes de viajar a España lideró en la Ryder Cup al equipo europeo en Wisconsin. El de Barrika asumió toda la carga en el campo y también fuera de él, y la derrota fue muy dolorosa para un jugador apasionado del enfrentamiento bianual entre el Viejo y el Nuevo Mundo. Después vuelo a Madrid. Ver su rostro en la ciudad en carteles gigantes y marquesinas empezó a darle pistas de lo que podía encontrarse. Y a continuación Valderrama. Saturación. Había que parar.
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