Rahm llega pletórico al PGA en busca de su tercer Grande

Los mejores profesionales del planeta se darán cita en este rincón cercano a Canadá pero todos los focos se centrarán una vez más en el de Barrika porque, aunque hablar de favoritos en este deporte es casi una temeridad, sus números y sensaciones en 2023 le avalan como aspirante a un nuevo sueño. Hay cuatro elementos centrales que corroboran esta impresión: ha levantado este curso el trofeo en tres prestigiosas citas del PGA Tour -Hawái, American Express y el Genesis Invitational de Los Ángeles-, se impuso con autoridad en Augusta, llega a Oak Hill en lo más alto de la lista y su consistencia mental y de juego abruma a los rivales.

Son argumentos suficientes para dar un golpe en un escenario emblemático -Europa derrotó a Estados Unidos en sus calles y sus greenes en la Ryder Cup de 1995- y cambiar por fin el destino de un 'Grande' siempre hostil con el golf español. El vizcaíno ha disputado en seis ocasiones esta competición, todas ellas en clubes diferentes. Su estreno fue en 2017, en los albores de su salto a la élite, y le sirvió sobre todo para coger experiencia y asumir la enorme dificultad que entraña mantenerse en los puestos cabeceros de las citas del Grand Slam. Acabó en el puesto 58. Al año siguiente, sin embargo, emergió un Rahm distinto, más hecho y consolidado. Y se notó. Se plantó en la cuarta jornada con opciones de triunfo pero se quedó a las puertas con un cuarto puesto que empezaba a augurar lo que podía venir después. Terminó con menos once, a cinco golpes del ganador, Brooks Koepka. En el siguiente cuatrienio hubo de todo: no pasó el corte en 2019, mejoró en 2020 con la decimotercera posición, repitió 'top ten' en 2021 con una octava plaza y no tuvo opciones al triunfo el pasado año. Sin embargo, nunca había aterrizado en el PGA en el estado de forma en el que se encuentra ahora y con sensaciones tan óptimas.

Severiano Ballesteros, su ídolo y gran referente dentro y fuera del campo, fue el pionero en todo, el que logró popularizar el golf e introducirlo en los hogares del país. También en tratar de poner la primera pica española en el que ahora es el segundo Grande de la temporada -antes se jugaba en agosto-. Fue en 1987 en Palm Beah Gardens, en Florida, y el genio cántabro llegó a la jornada decisiva con serias opciones de completar el éxito después de una semana con un excelente nivel de juego. Pero el último día las cosas se torcieron y el de Pedreña firmó una tarjeta de 78 golpes que le relegó a la décima posición. Larry Nelson se llevó el gato al agua.

Sergio García estuvo incluso más cerca, y en dos ocasiones. En 1999 le discutió el torneo nada menos que a Tiger Woods. Aquel PGA en Medinah, en Chicago, dejó una imagen que ya forma parte de los libros de referencia de este deporte. El castellonense hizo una mala salida en el hoyo 16 y su bola fue a parar sobre las enmarañadas raíces de un árbol. Quienes se colocaron alrededor para 'marcarla' coincidieron en que lo lógico era que el jugador la tocara como pudiera para dejarla en calle y luego atacara el green.

Pero Sergio García, por aquel entonces un prometedor joven de 19 años que quería comerse el mundo, se colocó junto a la bola, tensó los músculos, apretó los dientes y, ante la mirada atónita de rivales y aficionados, la impactó con sutileza y potencia para salvar una madeja de ramas y para que volara hasta caer a unos metros de la bandera. Brutal. El de Borriol tuvo que esperar nueve años para que que surgiera otra oportunidad de apuntarse el triunfo en el PGA. Fue en 2008 en Michigan. Esta vez llegó hasta la última bandera con opciones en dura pugna con Padraig Harrington. Lo tenía en la mano. Sin embargo, un bogey en el 18 hizo trizas su camino a la gloria. Nunca España había estado tan cerca de sumarse al palmarés de este 'Major' aún inabordable.

Si alguien está en disposición de romper este maleficio es Jon Rahm. En el Masters se convirtió en el primer europeo en encumbrarse en el Abierto de Estados Unidos y en Augusta, y en Oak Hill saldrá con ambición para apuntarse el tercer 'Major'. El vizcaíno ha reconocido que la posibilidad de alzar los cuatro trofeos del Grand Slam está en su cabeza, aunque sea en años diferentes. Si toca el cielo en el PGA sólo le quedaría el British. La era Rahm está cada vez más cerca.