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'Para Jorge, donde empezó todo'. Esa es la dedicatoria que Jon Rahm estampó en 2021, poco después de ganar el USOpen –su primer 'Major'–, ... en una fotografía en la que el número uno del mundo aparece abrazado con el que fue su primer profesor en la escuela de golf de Martiartu, Jorge Losada. El genio de Barrika siempre ha estado agradecido a los que guiaron sus primeros pasos en un deporte que le ha encumbrado. «Sin ellos no estaría donde estoy» ha asegurado en más de una ocasión.
Ahora que ha logrado la chaqueta verde de Augusta, su segundo 'Grande', y que ha vuelto a la cima mundial con una tarjeta de menos 12 aventajando en cuatro golpes al segundo clasificado, ELCORREO ha tenido acceso a la primera tarjeta que completó Rahm siendo aún niño. Fue en el trofeo de la Escuela de Golf de Martiartu, donde recibía clases. Tenía 8 años y la prueba se disputó en la modalidad stableford –los jugadores luchan por puntos en cada hoyo–.
En condiciones normales, una vez informatizados los archivos, lo lógico hubiera sido que esa tarjeta acabase en la papelera, pero Losada decidió guardar todos los papeles y hace un par de años, mientras hacía limpieza, se encontró con «esta joya». Rahm, como se puede ver en la foto de arriba, firma la cartulina como Jon a secas. «Le hizo mucha ilusión cuando se la remití a través de su hermano», apunta el exprofesor del campeón vizcaíno. El partido en cuestión tuvo lugar el 19 de octubre de 2002, aproximadamente un mes antes de que cumpliese nueve años, y Rahm ya apuntaba maneras de campeón.
De hecho, se impuso en la categoría de menos de diez años «con claridad». El escenario fue el pich and putt –hoyos cortos– de Martiartu –tres pares tres– y el de Barrika contaba con un hándicap 24 –ventaja en golpes que recibe un jugador, respecto al par del campo, en base a su nivel–. Los pequeños golfistas, como se puede apreciar en la tarjeta, tenían que realizar tres vueltas al minicampo –nueve hoyos en total– y el actual número uno mundial cosechó una puntuación final de 33, que «es una brutalidad».
En el hoyo uno, el más largo –108 metros– y complicado, obtuvo las notas más altas. La primera vez lo realizó en cinco golpes y restándole los tres que le correspondían del hándicap consiguió un birdie. Sumó, por tanto, tres puntos a su casillero. Su carácter inconformista quedó claro en las dos vueltas posteriores. En la segunda pasada Rahm completó el hoyo en tres golpes consiguiendo así, tras aplicarle el hándicap, un albatros –tres golpes menos que el par–. Eso le otorgó la máxima puntuación, cinco. La tercera vez hizo bogey y cosechó cuatro puntos.
En el hoyo dos, de 62 metros de distancia, también obtuvo dos cuatros y un dos, que fue su registro más bajo ese día. «Jon era un niño que con ocho años ya tenía la talla de uno de diez, a lo que se sumaba su destacada calidad técnica», recuerda Losada. Tanto es así que cuando abandonó la Escuela de Gof de Martiartu para poner rumbo a Larrabea (Álava) con diez años –allí permaneció hasta los 14– ya tenía un hándicap trece. «Lo normal en niños es partir con 54», explica su profesor de entonces sobre la evolución de Rahm desde temprana edad.
Y eso que no era un pequeño fácil. «Cada dos por tres salía llorando. Disponía de habilidades que no tenían el resto, pero le obligaba a hacer las cosas ordenadas para que mejorase defectos como la forma de coger el palo, y no lo llevaba bien. Cuando pillaba pataletas, su madre le sacaba a la cuesta que había junto al campo de entrenamiento y le hacía subir y bajar hasta que se relajaba», recuerda Losada. Genio y figura de un número uno.
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