El primer Grande de Xabi Gorospe, el caddie vasco de Adri Arnaus

«Lo fundamental es conocer bien al jugador, saber lo que necesita», dice el profesional guipuzcoano de 24 años en el PGA

iván orio

Viernes, 20 de mayo 2022, 19:58

Xabi Gorospe sólo tiene 24 años, pero escuchándole hablar de golf queda claro que a pesar de su juventud sabe de esto una barbaridad. Hasta hace no mucho era habitual verle en los campos desplegando su talento después de haber sido un jugador fijo en ... las selecciones autonómica y española y labrarse un porvenir en el campo amateur –se formó y estudió Bachillerato en la Blume– que le abrió las puertas del profesionalismo. Fue en ese tiempo cuando este guipuzcoano de Arama coincidió con Adri Arnaus, con el que compartió horas de entrenamiento y también de juego, frustraciones y alegrías. Cuando el catalán se enteró de que su compañero de fatigas había dejado el golf no dudó en llamarle para pedirle que se convirtiera en su mano derecha. «¿Quieres ser mi caddie»?, le soltó sin preámbulos. «Yo entonces estaba estudiando y vi que podía ser una buena experiencia para vivir el deporte de otra manera. Acepté».

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Gorospe atiende a EL CORREO en Southern Hills minutos después de completar una vuelta de prácticas bajo un sol abrasador y una humedad asfixiante. Aquella llamada, recuerda, se produjo en agosto y desde entonces es la 'sombra' del barcelonés, el que le aconseja cuando le hace falta, el que le advierte cuando le ve acelerado, su sostén anímico cuando las cosas no pintan bien. «A jugadores de este nivel es muy raro que les cambies de palo. Si hay dudas, se habla entre los dos y se toma una decisión. Lo fundamental para un caddie es conocer bien al jugador, saber lo que necesita y cuándo lo necesita», subraya. A tenor de los resultados, es evidente que la simbiosis funciona. No llevan juntos ni un año y Arnaus logró hace pocas semanas su primera victoria en el circuito europeo, el Catalunya Championship de Girona, además de ganarse por ránking el billete para el PGA, el segundo 'Major' del curso después de Augusta.

«La cosa está cuajando y él parece cómodo», corrobora el caddie, quien reconoce que en ocasiones su nueva actividad se le hace «dura». «Viajas mucho, pasas bastante tiempo fuera de casa, son horas y horas en el campo, lo que también supone un desgaste importante. Hay días que resulta duro, la verdad», incide el de Arama. Desconectar después de los entrenamientos y los partidos a veces también cuesta. Y eso que en este caso la relación entre Arnaus y Gorospe trasciende lo profesional para adentrarse en el terreno de una amistad forjada en las concentraciones de los equipos nacionales. Dejar de hablar de golf resulta complicado incluso cuando la bolsa de palos está ya guardada y no hay que cogerla hasta el día siguiente. «Es difícil, sí, pero hay que intentar hacerlo para oxigenarse porque si no puedes acabar quemado. Pero a veces el jugador necesita que estés ahí, dándole apoyo». Aunque sea en silencio.

«Nunca hay que buscar un culpable»

¿Y qué es lo que nunca tiene que hacer un caddie? El profesional guipuzcoano se lo piensa antes de contestar. «Se puede equivocar uno o se puede equivocar otro, pero nunca hay que buscar un culpable. Él igual a veces te reprocha a ti alguna decisión, pero es para descargar. Tú no debes hacerlo, no hay que recurrir nunca al 'ya te lo dije' o 'no te he dicho que le pegues así'. El caddie siempre tiene que apoyar y esas palabras nunca entran dentro de lo que es un apoyo». El papel de un caddie es determinante aunque para el gran público muchas veces pueda pasar desapercibido porque son los jugadores los que acaparan los focos y las miradas. Él lo asume, pero recuerda que pasa lo mismo con los segundos entrenadores de los equipos y sin embargo su rol dentro del vestuario es clave. En estos meses como caddie ha interiorizado un dogma que en su opinión es irrabatible: «Tienes que entender al jugador tal y como es».

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