Jon Rahm, la roca de Europa

La victoria del equipo capitaneado por Luke Donald tiene varios protagonistas. Desde el mismo Rory McIlroy, el norirlandés ganador de cuatro títulos grandes, y el que más puntos sumó –4 en los cinco partidos que disputó– y que junto a Viktor Howland y Jon Rahm acumularon el 64% de los puntos logrados por Europa (10.5 de 16.5) para recuperar el trofeo de la Ryder perdida hace dos años en terreno americano. Pero el éxito del equipo europeo, en el que también figuraba José María Olazábal como capitán, fue el compromiso y las ganas de olvidar la dolorosa derrota de hace dos años en Whistling Straits, además del fervor de un público que se volcó desde el principio por su Europa.

El «fuego» del domingo

No es muy habitual ver en un campo tantos jugadores emocionados con los vídeos, con las banderas, con los gestos expuestos por el público que llenó el Marco Simone Golf Club durante los tres días que se celebró el torneo. El llanto del capitán Luke Donald, el de Tommy Fleetwood, o la emoción de Rahm viendo los vídeos preparados por su familia. La crónica del 'Daily Mirror' destaca especialmente estos momentos del jugador español: «Rahm es un tipo emocional. Después de su titánica y empatada pelea con su rival estadounidense Scheffler, Rahm sonrió, rió, celebró y simplemente asimiló todo. El espíritu de Seve vive en este gigante del juego europeo. No ganó su partido contra el mejor jugador de este deporte, pero el momento en que consiguió tan dramáticamente medio punto, un medio punto que, en un momento, parecía tan crucial, resumió este carácter inspirador».

Sostiene el mismo medio que Rahm y McIlroy no fueron perfectos en esta edición de la Ryder, «pero fueron líderes perfectos, y, seguramente, serán los líderes de este equipo europeo en muchas batallas de la Ryder Cup por venir».

Rory McIlroy, sin duda, acapara la mayor parte de los comentarios y no solo por su soberbia y efectiva actuación. McIlroy explica un momento inédito en un torneo de golf, y que vivió en el parking de la casa club del Marco Simone. Las burlas de cierta parte del público provocaron al caddie del estadounidense Patrick Cantlay, y entonces fue cuando apareció el McIlroy líder y pasional, y chocó con él: «Nunca en mi carrera había estado tan enfadado como ese día» Sin embargo, esa ira del norirlandés fue la que contagió a todo el equipo en la jornada decisiva del domingo. El propio McIlroy había anunciado que el domingo habría «fuego».

Es solo una anécdota, pero que explica en el fondo lo que significa la Ryder. El público no desperdició la oportunidad para meterse con Cantlay, número cinco del mundo, del que una vez se dijo que estaba obsesionado por el dinero y que exigía que la Ryder también pagara, y ya se sabe que históricamente en esta competición los jugadores no reciben premio efectivo y solo juegan por el honor de defender sus continentes. Cantlay desmintió esa declaración pero la calumnia siempre queda. El 'Daily Mail' comentaba este lunes que mientras caminaba hacía el hoyo 8 en la última jornada, un aficionado europeo agitó un billete y le gritó: «Aquí tienes Patrick. Te daré unos dólares, amigo, si los necesitas tanto».

Para el recuerdo no solo permanecerá el triunfo por cinco puntos de Europa, también el champán regado por el campo por los europeos y especialmente por un McIlroy desatado, que se atrevió a pronosticar una nueva victoria europea dentro de dos años en Nueva York. La felicidad invadió a todo el equipo, y las parejas de los europeos se unieron a la fiesta posando para la posteridad con el noruego Viktor Hovland. Y también será recordado el aficionado especial en el que se convirtió el número uno del tenis, Novak Djokovic, que con toda la fama y las alegrías que ha vivido en su deporte, declaró: «Es una de las mejores sensaciones que he sentido jamás en el deporte». Es la Ryder Cup, una competición única.