Jon Rahm recupera el número 1

Ya desde la primera semana de enero el vizcaíno dejó clara su intención de encaramarse otra vez a la cumbre y lo ha conseguido gracias a su consistencia con los palos y a una fortaleza mental a prueba de bombas. Cuando las cosas le han salido de cara ha sido un torbellino imparable -no hay que olvidar que en octubre y noviembre también ganó en Madrid y en Dubái- y, cuando se han torcido, ha sido capaz de agarrarse a los campos para asegurarse dos 'top 10' en San Diego y Phoenix que le han reportado un buen número de puntos en su casillero.

En el Riviera Country Club tuvo que apretar los dientes como nunca porque un inspirado Max Homa le obligó a exprimirse al límite, hasta el punto de que el californiano llegó a colocarse líder a falta de cinco hoyos tras limar los tres golpes de desventaja con los que iniciaba la ronda decisiva. El de Barrika sufrió de lo lindo hasta entonces para sostenerse en lo más alto y tuvo que sacar el manual de supervivencia en espera de su oportunidad. Y es que a la presión de Homa se añadió la de Patrick Cantlay, que llegaba lanzado desde atrás. Tocaba desactivar al primero y frenar el avance del segundo, un adversario frío y muy peligroso.

Rahm tuvo paciencia y no se vino abajo cuando el cielo angelino pareció oscurecerse del todo. Él siguió a lo suyo, decidido, implacable, con ese gesto con el que recuerda a sus contrincantes que, por muy bien que estén, van a tener que sacarse un plus de la chistera para derrotarle. Ni siquiera zozobró cuando en su salida del 13 la bola cayó entre los árboles. Salió airoso de esa situación comprometida y, minutos después, ejecutó el que fue sin duda uno de los mejores golpes del torneo. En el par 3 del 14 la bola se quedó a unos catorce metros del hoyo. Había que puttear cuesta abajo en una pendiente pronunciada y con una caída en curva casi imposible. Y en ese instante demostró por qué es el número uno del planeta. La bola acabó en el agujero entre el clamor de los miles de aficionados que colonizaron hasta el último rincón del campo y Rahm lo celebró a lo grande, consciente de que esa obra maestra valía un torneo muy prestigioso y la apertura de un nuevo reinado mundial en detrimento, curiosamente, del propio Scheffler.

Para entonces Cantlay había perdido fuelle y Homa acabó muy tocado. La puntilla llegó en el 16 con una salida colosal con la que el vizcaíno se garantizó un nuevo birdie y un colchón de dos impactos para las dos últimas banderas de un recorrido muy exigente y plagado de trampas si los jugadores no encuentran las calles. El de Barrika firmó una tarjeta de 69 golpes, dos bajo par, para un total de menos 17 en el cómputo global del torneo. Max Homa necesitó dos más.

Rahm ha estado imperial desde el jueves y abre una nueva era en su carrera con el primer 'Major' en el horizonte, el Masters de Augusta en Semana Santa. Toca defender el trono, mantenerse siempre entre los mejores y extender el reinado. En marzo dos nuevas pruebas: el Arnold Palmer y The Players, considerado el quinto Grande. El cetro está en buenas manos.