Jon Rahm piensa en verde

La liturgia, cuidada al máximo en un deporte que aún bebe de las tradiciones, el hecho de que sea el único 'Major' que se disputa siempre en el mismo escenario desde hace 87 años y una inmejorable campaña de marketing envuelven el torneo en un halo de misterio y secretismo que realza su singularidad. El eco del primer golpe el jueves al amanecer rebotará en los confines del planeta.

Después del inglés, el español es el segundo idioma que más se habla en un escenario idílico para el espectador pero lleno de obstáculos para los jugadores, con el Amen Corner como epicentro del todo o nada en sólo tres hoyos, los ya legendarios 11, 12 y 13. Aquí se encumbraron Severiano Ballesteros en los 80, José María Olazabal en los 90 -ambos en dos ocasiones- y Sergio García, hace seis años.

El de Barrika quiere seguir su estela y enfundarse una prenda sagrada en un deporte cargado de simbolismos y amante de los mitos. Llegará al tee del 1 como número tres del ranking tras el estadounidense Scottie Scheffler, vencedor en 2022, y el norirlandés Rory McIlroy. Y lo hará con tres argumentos que sustentan su candidatura a tocar el cielo: siempre ha pasado el corte en Augusta, ha hecho cuatro 'top ten' en seis apariciones y ha ganado tres prestigiosas citas del PGA Tour este 2023.

El nombre del vencedor quedará inscrito en el trofeo del torneo, una reproducción a pequeña escala de la sureña casa club desde la que se divisan las 18 banderas de un recorrido exigente y también traicionero. En realidad se llevará una réplica -el otro galardón, el de verdad, se queda en el campo-, pero su valor es incalculable: la inmortalidad. De hecho, quien alcanza la gloria en el Masters se gana el derecho a jugarlo siempre que quiera, tenga la edad que tenga y sea cual sea su situación profesional. La veneración hacia ellos es absoluta.

Tiger Woods, el dios del golf, se hizo humano en la última edición para reaparecer en Augusta después de meses retirado por el accidente de coche que le dejó sus piernas maltrechas y el efecto reclamo resultó incontrolable. A pesar de su sufrimiento en las calles y los greenes, sus partidos fueron los más seguidos. Este año también estará en Georgia.

Al margen de la Ryder Cup, el enfrentamiento entre Estados Unidos y Europa que desborda las pasiones y que ha dejado momentos imborrables a lo largo de la historia, pocas imágenes son tan icónicas como las de un golfista enfundándose la chaqueta verde junto a la casa club de este enclave legendario. Que al ganador le ponga la americana quien le precedió en el olimpo de Augusta es otro detalle que ayuda a mitificar ese instante fugaz y a la vez eterno.

La hoja de servicios de Jon Rahm este curso es casi inmaculada y parte como uno de los grandes favoritos a protagonizar esa fotografía -le ayudaría a ajustarse la chaqueta Scheffler, casi nada-. Su inicio de año fue espectacular e incluso llegó a recuperar el cetro mundial con su triunfo en Los Ángeles. Le duró poco porque un virus estomacal le obligó a retirarse en The Players y devolvió el reinado al jugador de Nueva Jersey, su principal adversario junto a McIlroy para escribir una nueva era.

El embrujo de Augusta es inigualable y el de Barrika, vencedor del US Open en 2021 y poseedor de una fortaleza mental envidiable, buscará el sortilegio que le permita competir por la victoria hasta el último hoyo. No será fácil porque el encantamiento en este campo puede quitarte en un suspiro todo lo bueno que se ha acumulado en horas de juego con la tensión al límite.

Que se lo pregunten a Jordan Spieth, que en 2016 llegó al Amen Corner como líder con cinco golpes de ventaja y enterró sus opciones de consagrarse por segunda edición consecutiva. El tejano ya había encadenado dos bogeys en el 10 y en el 11 antes de situarse en el tee del 12. Envió dos bolas al agua y se acabó lo que se daba. Un 'Major' sumergido en el arroyo que protege el green. El recorrido está dibujado sobre un paisaje paradisiaco en el que parece que los fallos no reciben castigo. Pero nada más lejos de la realidad. Es despiadado y no acostumbra a dejar heridos.

La historia de Rahm en el Masters se inició con su debut en 2017. Aprendió lo suficiente sobre el terreno y un año después terminó ya cuarto, su mejor posición en el torneo de Georgia. Después, noveno, séptimo y quinto en las sucesivas ediciones. En 2022 una mala tercera jornada cercenó sus aspiraciones. La chaqueta verde espera este año al vizcaíno en la casa club.

American Express. Rahm mantuvo su solidez y también alzó el trofeo en esta prestigiosa cita del PGA Tour.

Farmers Insurance. Se disputa en Torrey Pines, su campo talismán, y siempre es favorito. Llegó con opciones de triunfo hasta la última jornada, pero terminó séptimo.

Phoenix Open. El torneo se disputa muy cerca de su casa. Acabó tercero por detrás de Scheffler y Nick Taylor.

Genesis Invitational. Rahm brilló en Los Ángeles, sumó su tercera victoria del año y recuperó el cetro mundial once meses después.

Arnold Palmer. Acabó en el puesto 39 pero logró mantener su reinado planetario.

The Players. Considerado el quinto Grande. Se retiró por un virus estomacal. Scheffler le arrebató el número uno.

Mundia Match Play. Eliminado en la fase de grupos. Cae al tercer puesto del ranking.