
Rory McIlroy, número dos mundial, ha sido protagonista de un golpe de auténtica buena suerte esta jueves por la mañana. En el partido que compartía con Jon Rahm en el DP World Tour Championship de Dubái, el norirlandés disparaba por segunda vez en el último hoyo tras haber caído a un lateral de la calle con suelo irregular. Lanzó con fuerza y la bola golpeó en una roca del arroyo serpenteante que corta por la mitad el área de juego, una trampa diseñada para castigar a los golfistas.
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De forma milagrosa, la bola no se precipitó al agua, sino que, tras varios botes, se posó sobre un puente de madera y rodó suavemente por la tarima hasta frenarse en la hierba. Increíble pero cierto. McIlroy tiró desde ahí a una zona limpia y al final salvó el par del hoyo 18, para terminar la primera jornada en Dubái con -1.
A Rahm, en cambio, no le acompañó la fortuna en las mismas circunstancias. Él sí tuvo que rescatar la bola del agua en el regato del 18 y, ya en el green, le faltaron milímetros para evitar un bogey que le dejó su balance del día al par del campo (72 golpes).
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