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Sobredosis de arena en un buen día

Aunque visitó ocho búnquers, Rahm saca buenas conclusiones en Torrey Pines, donde le sacó chispas a su nuevo putter Odyssey

Jueves, 28 de enero 2021 | Actualizado 29/01/2021 09:26h.

Desgranada su vuelta podría parecer que le faltó control, que no jugó demasiado recto, cuando no fue así. Sí, Rahm visitó hasta ocho búnquers en el campo sur de Torrey Pines, pero no quedó sensación nociva alguna. Sólo una salida realmente desviada más allá ... de una vía de servicio. El resto fueron bolas que aterrizaron en la arena en busca de superar su trampa. Sólo dos le pasaron factura (hoyos 5 y 17) y en el 4 no le limitó para anotarse el que era su tercer birdie seguido en una salida dejando rueda que pudo incluso levantar mayor humareda y olor a goma quemada.

La puesta en escena fue soberbia. Los tres primeros hierros que cogió los convirtió en herramientas de precisión. En el hoyo 1 dejó la bola a paso y medio desde 119 metros. Y se le escapó el birdie. En el siguiente la acercó a 60 centímetros remitiéndola desde 99 metros. A la buchaca. Y en el primer par 3 el trayecto de 183 metros se quedó a menos de dos pasos. Otra para la cazuela. Estaba de dulce, con manos de seda en el estreno del putter Odyssey que le brinda Callaway como su nuevo suministrador. En Hawai entendió que era pronto para ponerlo en acción. Ha trabajado mucho en la central de la compañía en Carlsbad, se convenció en el putting green de Torrey Pines y ayer lo sacó a relucir.

Y ya tiene una de las muescas gordas, de las que no se olvidan. Jugaba el cuarto hoyo y hacía un esfuerzo supino para llevar la bola a green desde el primer arenal en el que cayó. Lo consiguió pero le quedó un putt muy complicado de 16 metros. Hizo fácil lo casi imposible y embocó para colocarse tres bajo par en tan escaso margen y, de paso, entender que había sido una óptima decisión meter el nuevo palo en la bolsa para competir en la cita californiana.

Lo que no sabía, aún, es que iba a acabar muy a su pesar mostrando una obsesiva querencia a la arena. Así de camino hacia la quinta bandera se comió no uno sino dos búnquers que le forzaron a intentar salvar el par desde siete metros. Sabe el astro de Barrika mejor que nadie que la flauta suena de vez en cuando y en esa no tocó. Pero estaba activo, dinámico, tranquilo porque de las molestias dorsales que por precaución le impidieron jugar la semana anterior en Palm Springs no quedaba ni rastro. Él como pocos jugadores de la PGA es capaz de convertir una vuelta en una montaña rusa. Falla, pero no tarda ni una hectárea en recuperarse y enjugar el error.

Tras perder ese golpe en el 5 lo ganó en el 6 y pudo incluso cobrarse intereses. Llevó la bola a green de dos golpes y pateó para eagle desde cuatro pasos. Un par de saltitos en su puesta en movimiento la escoraron dos dedos fuera de la diana. Una lástima. Pero de nuevo se quedó sin la recompensa en su segundo y último putt metible no canjeado, esta vez de menos de tres metros. Pero como no estaba por la labor de alejarse de la cabeza, entonces aún asentada en -6, hizo de su segundo par 3 otra pequeña obra de arte para acercarse desde el tee a dos metros y medio. Recuperaba el -3.

Entre el 9 y el 13 la vuelta se le paró. La clasificación mostraba ya que el campo norte estaba siendo más manejable que el sur en el que él jugaba. De hecho, solo cuatro jugadores en el Top30 del día recorrieron el mismo trazado que el vizcaíno. Fueron Malnati y Palmer (-6), Glover y McIlroy (-4). Hoy será otro día y debería, a priori, aprovecharlo a su favor.

Siguió visitando trampas de arena de las que salía ileso, delineó su sexto birdie con una exquisitez que se quedó a medio paso del eagle y se lo puso demasiado difícil a sí mismo en el 17, yendo de búnquer a búnquer para necesitar un putt de cinco metros que no atinó para salvar el par.

Hoy sigue jugando con Leishman y Day, pero será a partir de las 18.20 (hora española) en el campo norte.

García y Otaegui toman posiciones en Dubai

Tras dejar Abu Dabi, la ruta del desierto del European Tour recala esta semana en Dubai con el Omega Desert Classic reuniendo a un buen elenco de jugadores. Algunos ya se han dejado ver en la tabla, como Sergio García, dominador del turno de mañana restando seis golpes al campo sin fallo para acabar el día tercero a dos toques del sudafricano Sterne y a uno de Kitayama.

El castellonense no fue el único español que destacó. También lo hizo un Adrián Otaegui que siente que juega en casa. Hace diez años fijó su residencia en el emirato dubaití y reconoce que ha jugado el campo que alberga el torneo «más de cien veces». Llevaba una vuelta fantástica hasta su penúltimo hoyo, donde le cayó un solitario bogey que no empaña su actuación y el -5 que le coloca quinto empatado con Casey, Detry y Macyntire. Explica su buen recorrido con la eficacia de los hierros. Sintió que ponía la bola donde quería y eso le activó para una lectura «más agresiva» ante algunas banderas. Adri Arnaus también se coló en el Top10.