Los putts del 17 y el 18 que pasarán a la historia

Rahm demostró su maestría en los dos últimos greenes con golpes irrepetibles sólo al alcance de los elegidos

Lunes, 21 de junio 2021

«No me puedo creer los dos últimos putts», reconoció un emocionado Jon Rahm junto a la casa club de Torrey Pines mientras los aficionados le aclamaban entregados desde los aledaños del hoyo 18. Y es que lo que hizo el otra vez ... número uno del mundo en la última bandera del Abierto de Estados Unidos y en la anterior es ya parte de la historia de este 'Major' y del golf.

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El vizcaíno era el único de la terna de aspirantes a la victoria que no había fallado en el terrible triángulo que conforman los hoyos 12, 13 y 14. Tras superar sin problemas el 15 y el tramposo 16, llegó a los últimos greenes del recorrido consciente de que necesitaba al menos un birdie para atar el triunfo o, al menos, para forzar el desempate con el sudafricano Louis Oosthuizen.

La salida del 17 no fue buena. Rahm se escapó a un bunker que protege la calle. Pero si algo hace bien es recuperarse. Lo hizo con un golpe certero que dejó la bola en el green. No era, sin embargo, una situación idónea para buscar el birdie. Se había dejado un putt cuesta abajo con una pronunciada caída de izquierda a derecha. Había que leer la pendiente con exactitud y tocar la bola con sutileza porque una carga excesiva en el golpeo podía alejarla del hoyo si se pasaba y comprometer incluso el par.

El de Barrika la rozó con el putter y la bola cogió la velocidad y la dirección perfectas. Él supo de inmediato que aquello pintaba bien, que había dado con la fórmula adecuada para lograr lo que parecía imposible. Pero por si acaso la impulsó también con la mirada y extendió el putter para 'decirle' a la bola que torciera un poco más a la derecha. Dentro. Explosión de júbilo. Ya tenía el birdie que quería.

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Con decisión

Mientras su ya único rival se metía en problemas en la retaguardia, el vizcaíno llegó al tee del 18, un par 5 con el que mantiene un idilio desde que, hace algo más de cuatro años, embocara aquel eagle desde casi 19 metros con el que logró su primera gran victoria en el Farmers Insurance Open. Otra imagen icónica que empezó a escribir la historia de Rahm.

La salida esta vez fue extraordinaria, un poco a la izquierda de la calle. Con el segundo tiro buscó la parte derecha del green, protegida por varias murallas de arena, porque la zona central la guarda un lago como el foso de un castillo. Se fue a un bunker. Tercer golpe para sacarla y un nuevo putt muy comprometido por la distancia y por las caídas. Y con el US Open en juego.

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Hoyo 17

Hoyo 18

Otro golfista en su situación hubiera jugado a asegurar la 'cazuela' (acercarla al agujero y dejarla casi dada para garantizarse el par). Él no. Volvió a tocar la bola con decisión y... dentro. El clamor del público llegó a oídos de Oostuizen, que sintió la presión en los instantes decisivos. La celebración al embocar de Rahm fue la de quien se siente ya ganador.

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