Sí, lo sé, la afirmación es gratuita y adolece de cero rigor científico, pero es lo que siento, es una convicción. Y no, no se trata de un subidón repentino al calor de su victoria extraordinaria en el Masters de Augusta, en absoluto. Es algo ... que viene de largo, que se sustenta en más de siete años siguiendo al golfista de Barrika, de escucharlo, de analizarlo, de tratar de entenderlo, como si fuera fácil…
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Sí, Jon va a ganar más Grandes que Seve. Son palabras mayores, soy consciente, pero estoy seguro. El cántabro, con una carrera corta, se quedó en cinco, dos Masters y tres Open Championship. Es una leyenda. El genio que lo inició casi todo en el golf en España. Que lo popularizó. Pero por desgracia se acabó pronto por culpa de las lesiones y, sobre todo, su maltrecha espalda.
Rahm es igual de bueno que Seve o mejor. Su golf es igual de poderoso que el de Seve o mejor. Su confianza es tan alta como la de Seve o mayor. Su capacidad para competir no está por debajo de la Seve en ningún caso. Y hasta tiene el mismo carisma de Seve. Lo transmite. La diferencia es que han pasado muchos años desde la irrupción de Ballesteros y la ciencia ha avanzado una barbaridad en cuanto a salud, preparación física, nutrición y todos esos detalles cruciales en la vida de un deportista que hace 40 años se dejaban de lado.
Jon es un súper profesional, curra como el que más, casi no se perdona un día sin jugar al golf y está obsesionado por alargar su carrera al máximo. Se toma muy en serio todo eso que está en los márgenes de una calle de golf y que al final determinan la longevidad. Ha cambiado su alimentación, pasa casi más tiempo en el gimnasio que con sus hijos Kepa y Eneko en brazos, se cuida al extremo y no comete excesos. Algún chuletón, claro, cae de vez en cuando, pero a ver quién se atreve a decirle a uno de Bilbao que eso es un exceso.
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A todo esto hay que unir el hambre insaciable de Rahm, sus ganas de gloria. Jon no sólo quiere ganar torneos, que por supuesto, su auténtica obsesión es pasar a la posteriodad, que se le recuerde hasta el fin de los tiempos, que se diga una y mil veces esto, eso o aquello lo hizo por primera vez un tal Jon Rahm, un chico de Barrika. No quiere parar. El mismo domingo, nada más ganar el Masters, ya estaba hablando del Grand Slam y le brillaban los ojos por ser el primer europeo en ganar el US Open y el Masters.
Ahora mismo, está haciendo cuentas de cuántos torneos puede ganar este año, de cómo encarar mejor el PGA Championship y darle así a España el Grande que nos falta, de cómo meterle mano al Open Championship en Royal Liverpool en el mes de julio. Rahm quiere más. Esto no ha hecho más que empezar. Y lo que tenemos que hacer es disfrutarlo como niños pequeños.
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¿Dónde parará el contador Rahm? Pues a esa pregunta sí que nadie tiene respuesta. Algunos se mofaban de él cuando con 21 años y siendo aún amateur decía que su objetivo era conquistar 19 Grandes y superar así a Jack Nicklaus. Hoy, todos aquellos que se reían, lo hacen un poco menos.
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