Dani y 'El Brujo', a tiros
Aniversario de Quini ·
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Aniversario de Quini ·
Dani forjó con 'El Brujo' una gran amistad en La Martona, durante el Mundial del 78Se cumplió ayer el primer aniversario de la muerte de Enrique Castro, Quini, lo que inevitablemente provocó una cascada de elogios y reconocimientos póstumos al delantero asturiano. Como sucedió el día de su fallecimiento, quedó demostrado que pocos jugadores han concitado en España tal ... unanimidad respecto a su categoría humana y futbolística. Pensando el 'El Brujo', me acordé de Dani, uno de sus grandes amigos. Seguro que, a lo largo del día de ayer, le vinieron a la cabeza muchos recuerdos compartidos. Uno de ellos lo relató en una larga entrevista con este periódico en 2011 y se me quedó grabado desde entonces.
Hablaba de una vieja historia. Junio de 1978. Invierno austral. Finca La Martona, a 43 kilómetros de Buenos Aires. Un frío del carajo. Oscuridad total en los alrededores inmensos, en las «llanuras ecuestres», como las describió Borges. Probablemente, el lugar de concentración más inhóspito que ha elegido una selección como cuartel general durante una Copa del Mundo. Tanto es así que se ha convertido en una geografía mítica del fútbol español.
Así lo contó Dani. «Quini les dijo a los policías que vigilaban la finca que él era cazador y uno de ellos nos prometió llevarnos a pegar unos tiros al día siguiente. El tío vino con una escopeta, de esas de percutor que se echaba para atrás, y una pistola. Salimos de La Martona con ellos y a dos kilómetros nos pusimos a disparar a un bote. Pim, pam. Pim, pam. Yo con la pistola. De repente, veo una nube de polvo a lo lejos. 'Allí viene alguien', les digo a los polis. 'Tranquilo, que está todo controlado', nos dicen. Y seguimos, pim, pam. Y lo que llega es un 'pick up' a toda hostia con cuatro tíos con petos antibalas y dos conduciendo. Cruzan el vehículo, saltan los cuatro como los hombres de Harrelson y nos gritan que tiremos las armas al suelo. Yo tiro de inmediato la pistola y Quini tira la escopeta, con la suerte de que no se disparó. Porque una de esas de percutor se podía haber disparado sin ningún problema. Y si se dispara esos tipos nos acribillan. No veas cómo trataron a los dos polis hasta que se dieron cuenta de que eran compañeros. El problema fue que, en el cambio de guardia, se les olvidó avisar de que íbamos a pegar unos tiros».
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