Valverde y Aspiazu abren sus vitrinas

El Olympiacos de Txingurri se comportó como una máquina de ganar esa temporada. A pesar de que el Panathinaikos, su eterno oponente, había realizado una potente inversión, el conjunto rojiblanco no ofreció ninguna opción. Ganó la Superliga tres jornadas antes del final, invicto en casa, con solo dos derrotas y diez goles en contra. Y en su duelo contra el Panionios (2-3) refrendó el excelente curso. Valverde y Aspiazu abrían sus vitrinas. "Estamos muy satisfechos de lo que hemos conseguido", subrayó el segundo entrenador a EL CORREO. Lograron el título, eso sí, en soledad, sin sus aficionados. Cuestión de enemistad entre hinchadas. «Es que en el campo del Panionios nuestra afición estaba vetada, no podían entrar por un incidente anterior". Pero tampoco importó mucho. Cuando el equipo regresó a su ciudad deportiva les estaban esperando: "Ya había un grupo de seguidores que nos ha animado por el título», contaba Aspiazu.

No fue el primer trofeo que Valverde y el vizcaíno regalaron al Olympiacos. Luego llegó la Copa, en abril. Aunque casi 'matan' de los nervios a varios aficionados. Tras un 4-4 contra el AEK, se tuvieron que tirar 34 penaltis para decidir el campeón. 15-14 para los del Pireo. "La final más loca nunca vista", titularon varios periódicos en España. Duró tres horas y cuarto. Pero es cuando ya parecía que el AEK ganaba con un gol anotado en el minuto 90, Derbyshire empató para el Olympiacos. Prórroga. Un tanto para cada equipo. Y en la tanda de penaltis, el dúo de expreparados del Athletic firmó el doblete: Copa y Superliga.

Con este éxito, volvieron a la Liga. No duraron mucho en el Villarreal. Y en 2010, una nueva llamada de Grecia. Allí se fueron, y reclutaron a Fran Yeste y Pablo Orbaiz. Estuvieron dos temporadas, otra Superliga, y un doblete en la segunda, también con prórroga incluida. El resto, rescatadores del Valencia, de nuevo al Athletic, y después al Barcelona. Ahora, a la espera de un destino tras una destitución incomprensiable.