Luis de la Fuente supera la reválida

Pese a que no tiene el calado de una Eurocopa o un Mundial, el trofeo logrado en Róterdam permite que la selección española mire de nuevo a los ojos a las grandes potencias del Viejo Continente, opera como anzuelo para una hinchada que se había visto desilusionada por la serie de sinsabores coleccionados durante más de un decenio y ofrece la tranquilidad imprescindible para ensamblar un proyecto que necesita espacio para madurar y, sobre todo, expectativas acordes a los tiempos que imperan en el fútbol patrio, desprovisto por desgracia de figuras equiparables, más allá de Rodri o Pedri, a las que descollaban en aquella generación que labró su leyenda en Viena, Johannesburgo y Kiev, pero que sí cuenta con un grupo unido y solidario que ambiciona desarrollar su propia historia.

Echar las campanas al vuelo por haber abrochado la Liga de Naciones en un agónico duelo desde el punto de castigo con la incombustible Croacia sería hacerse trampas al solitario porque esta España es un melón sin abrir y transmite la sensación de estar demasiado verde para empresas mayores, pero conviene justipreciar el carácter guerrillero de una joven camada de internacionales a la que Luis de la Fuente supo rodear en tierras neerlandesas de un par de ilustres veteranos como Jordi Alba y Jesús Navas que aportaron la experiencia que le faltó a la selección en marzo.

Cabe apuntar en el debe del nuevo seleccionador la capacidad que ha demostrado para aprender de los errores y una refrescante ausencia de dogmatismos que contrasta con la anterior etapa bajo la égida de Luis Enrique. Enfrentado a una prueba de fuego con apenas seis meses en el cargo y los cañones apuntándole en medio de filtraciones que revelaban suspicacias sobre su trabajo dimanantes del entorno de la propia Federación Española de Fútbol (FEF) aunque no de su presidente y valedor Luis Rubiales, De la Fuente ha superado la reválida conjugando firmeza y templanza.

Se ha mantenido fiel al núcleo duro que fraguó en las categorías inferiores, pero comprendió que la oportunidad que se le presentaba para consolidar el nuevo ciclo con un título de prestigio exigía abrir un paréntesis después de la revolucionaria lista que confeccionó en marzo a fin de articular un bloque más cuajado que rindiese a corto plazo. Lo normal, por tanto, es que en septiembre regrese a su idea primigenia, que pasa por seguir aportando aire fresco a La Roja.

Los héroes de Róterdam se disponen a iniciar su merecido descanso tras ser recibidos este lunes por el Rey Felipe VI en el Palacio de la Zarzuela y darse un baño de masas por la tarde en el WiZink Center, el escenario escogido por la Federación para homenajear a los campeones que han devuelto la alegría a la feligresía de La Roja. Toca recargar fuerzas y resetear la mente después de una temporada extenuante porque España tendrá que afrontar de nuevo duros exámenes al regreso de vacaciones.

El torcido inicio de la fase de clasificación para la Eurocopa que se disputará el próximo año en Alemania no ofrece margen para la relajación a un combinado que visitará el 8 de septiembre a Georgia en Tiflis y recibirá tres días después a Chipre en el santanderino Estadio de El Sardinero. Dos rivales que deberían servirle para reconducir la situación en un grupo que encabeza Escocia con pleno de victorias en los tres partidos que ha disputado la 'Tartan Army' y en el que España ocupa la tercera posición con tres puntos en dos jornadas, uno menos que Georgia.

La hoja de ruta hacia el Europeo deparará otras 'finales' a La Roja el 12 de octubre en casa contra Escocia y el 15 de ese mismo mes a domicilio frente a Noruega, y culminará en noviembre con la visita a Chipre el día 16 del penúltimo mes del año y la recepción a Georgia tres fechas más tarde. Será entonces el momento de realizar un nuevo balance de una España con luces y sombras.