En el epicentro de la felicidad

Lasesarre fue este sábado testigo de algo único. Este Barakaldo consiguió que el estadio fuera testigo del mayor hito que se ha visto en sus veinte años de existencia. No había mejor manera de lograr la gesta del ascenso. Se hizo con sufrimiento y tensión, pero también con la alegría que supone hacerlo de manera épica y delante de toda su afición, que abarrotó las gradas con la fe de remontar y ascender. Alrededor de 7.500 personas rozaron el lleno absoluto, lo que supuso la mejor entrada de la historia de este estadio. Récord. Se supera precisamente la que hubo frente al Málaga en Copa del Rey esta misma temporada. Pasara lo que pasara sobre el verde, lo vivido en las gradas y en las calles del municipio durante las horas previas ya era digno de reseñar, pero es que además tuvo el mejor desenlace posible.

Desde el mediodía, todo el centro del municipio se tiñó de gualdinegro. La gente cantaba, animaba y se contagiaba optimismo. «Que sí, joder, que vamos a ascender!», era el cántico que más se escuchaba. Los aficionados creían en la capacidad de sobreponerse de un equipo que sólo ha perdido tres partidos de los últimos 76. La fuerza que han mostrado para levantarse de cada tropiezo ha sido de alabar. Por lo tanto, la hinchada nunca perdió la fe y empujó al equipo todo lo que estaba en su mano para ayudarles a lograr su segundo ascenso consecutivo. Los fabriles hicieron un gran recibimiento al autobús de los jugadores lleno de pirotecnia, banderas y bufandas al viento, que continuó después con una espectacular kalejira hasta el estadio.

Las gradas se fueron llenando poco a poco hasta llenarse casi por completo. La emoción se podía palpar desde el inicio, con un gran tifo y pancarta en en el fondo sur cuando empezó el partido, que ahora ya los presentes recordarán siempre. La tensión fue subiendo a medida que avanzaban los minutos. Aunque pronto llegó la euforia con el tempranero gol de Iker Pedernales. Hubo que esperar más para que se desatara el éxtasis con el segundo de Borja García. Aunque todavía quedaba mucho por remar. Sin embargo, el equipo demostró el carácter luchador del que tanto se enorgullece el pueblo baracaldés para resistir y lograr el ascenso a Primera Federación. En cuanto el árbitro pitó el final de la agónica prórroga, el público no dudó en invadir el terreno de juego para celebrarlo con los jugadores. Lágrimas de emoción y largos abrazos eran la muestra de la grandeza de lo logrado.

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