El Real Madrid cumplió con los pronósticos y doblegó al Mallorca para citarse con el Barça en la final de la Supercopa de España. El triunfo blanco, encarrilado merced a un gol del inspirado Bellingham a la hora de juego, fue justo a tenor de los méritos blancos, a pesar de la loable resistencia de un siempre duro conjunto bermellón, que se diluyó en el tramo final hasta claudicar en el descuento con el tanto en propia puerta de Valjent y la postrera diana de Rodrygo.
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Resultado engañoso en un partido que ni mucho menos pasará a la historia. Y eso que el inicio vertiginoso de Mbappé, por momentos en la banda izquierda, presagiaba otro tipo de duelo. El francés fue el más activo en el inicio de un Madrid volcado por esa zona del campo. Un tiro centrado de Lucas Vázquez fue su primera intentona y Rodrygo redobló la apuesta ante el esfuerzo de Greif. El desplazamiento en largo de Valverde, siempre una garantía en el golpeo de balón, estuvo cerca de exprimir la velocidad de Mbappé antes del primer roce entre Vinicius y Maffeo. Una vieja cantinela la del atacante brasileño y el defensa catalán, que se prolongó durante todo el partido.
Más allá de las cuentas pendientes, que De Burgos Bengoetxea trató de atajar por la vía rápida, el Madrid fue claro dominador en el primer tramo de partido. Sin embargo, el Mallorca, agazapado a la espera de su oportunidad, avisó con una contra comandada por Dani Rodríguez y concluida por Larin a través de un cabezazo carente de puntería.
Real Madrid
Courtois, Lucas Vázquez, Tchouaméni (Asencio, min. 55), Rüdiger, Mendy, Valverde (Ceballos, min. 75), Camavinga, Rodrygo, Bellingham, Vinicius (Brahim, min. 88) y Mbappé.
3
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0
Mallorca
Greif, Maffeo, Valjent, Raíllo (Copete, min. 33), Mojica, Mascarell, Morlanes (Samú Costa, min. 81), Darder (Asano, min. 81), Dani Rodríguez (Abdón Prats, min. 81), Larin (Robert Navarro, min. 70) y Muriqi.
Goles: 1-0: min. 63, Bellingham. 2-0: min. 92, Valjent, en propia puerta. 3-0: min. 95, Rodrygo.
Árbitro: De Burgos Bengoetxea (Comité Vizcaíno). Amonestó a Bellingham y Camavinga.
Incidencias: Segunda semifinal de la Supercopa de España disputada en el King Abdullah Sports City.
Seña de la casa aderezada por la llegada de Arrasate al banquillo bermellón, el subcampeón copero resistía a base de solidez, pero sin renunciar a la aventura en transición tras cada robo de balón. Larin, un dolor de muelas con espacios, malgastó obra bala en una volea muy alta ya con el duelo mucho más equilibrado que al comienzo. Manos a la obra en la intentona de erosionar la clásica roca bermellona, que ya se le atragantó en el estreno del curso en Liga, el Madrid tiró del golpeo lejano de Camavinga, escaso recurso ante la ausencia de cualquier otra vía hacia el marco de Greif.
El paso por los vestuarios ni mucho menos reactivó el duelo, que cayó tras la pausa en un anodino intercambio de posesiones inocuas. Como la primera semifinal entre Athletic y Barça 24 horas antes, y ya fuera por el parón competitivo previo o por el contraste con el clima saudí a estas alturas del año, el segundo partido de esta Supercopa exhibió un ritmo lento propio de pretemporada.
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Del hastío generalizado el encuentro salió a través del vértigo de Vinicius, capaz de poner un excelente centro desde el costado derecho que Rodrygo cabeceó al palo. El balón rechazado no lo aprovechó Mbappé, pero sí Bellingham, bendecido en las últimas semanas hasta ser capaz de ver puerta en nueve de sus últimos once duelos con el Madrid.
El gol del inglés fue el desatascador que necesitaba el campeón de Liga, muy fiable una vez tuvo el mando del marcador. Y es que en la última media hora la semifinal fue prácticamente un monólogo del Madrid, al que esta vez le faltó cierta dosis de puntería para resolver cómodamente el envite.
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La tensión propia de una mínima ventaja se mantuvo hasta el descuento, pero sin la sensación de que el Mallorca pudiese rebelarse al destino. El desgaste físico pasó factura al meritorio conjunto de Arrasate, que ya pegado a su área, claudicó definitivamente en el descuento con el gol en propia de Valjent y la diana de Rodrygo. Fue el epílogo a un triunfo del Madrid deslucido por la tangana final, con Maffeo en el centro del huracán y Vinicius en el banquillo. Demasiada tensión una vez más.
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