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El Sestao River, medio siglo en las mejores manos
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Fernando San Cristóbal, ayudante técnico sanitario (ATS), cumple cincuenta temporadas cuidando del club que considera «mi vida y mi casa»Secciones
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Fernando San Cristóbal, ayudante técnico sanitario (ATS), cumple cincuenta temporadas cuidando del club que considera «mi vida y mi casa»Peru Olazabal
Sestao
Sábado, 26 de octubre 2024, 12:38
El gran ídolo de Las Llanas no es ningún futbolista, ni entrenador. La afición sestaotarra brinda sus mayores ovaciones y aplausos cuando uno de sus jugadores debe ser atendido en el terreno de juego y, desde el banquillo y a la carrera, aparece en escena ... Fernando San Cristóbal. Uno de los mayores ejemplos de dedicación, fidelidad y longevidad en el fútbol nacional. El ayudante técnico sanitario (ATS) cumple, nada más y nada menos, que cincuenta años al servicio del club, medio siglo cuidando de su querido Sestao River. «El Sestao River lo es todo, es mi vida y mi casa», resalta. El equipo verdinegro es su gran prioridad, se desvive por él y es capaz de atender a los jugadores a cualquier hora y lugar.
Fernando San Cristóbal, natural del barrio bilbaíno de Uribarri, recaló en Las Llanas en 1973, cuando sólo tenía 23 años. Él llegaba desde el Santutxu y el conjunto de la Margen Izquierda militaba en Tercera División. Miguel Gutiérrez, quién fue fisioterapeuta del Athletic y la selección española, le puso en contacto con el entonces Sestao Sport y rápidamente llegó a un acuerdo. «Siempre ha sido un equipo importante y con mucho nombre, entonces vine con muchas ganas», comenta. «Desde el primer día me acogieron de maravilla, luego vas enganchándote por el ambiente en el campo y la gente del pueblo y así estoy encantado hasta hoy», añade.
Sestao, sus gentes, su ruidosa y fiel hinchada, fueron los grandes motivos del eterno idilio que se forjaría entre la entidad y San Cristóbal. «El ambiente en Sestao siempre ha sido muy característico, una afición con mucho ímpetu, que siempre anima y está con el equipo a las buenas y a las malas», destaca. Las Llanas se ha convertido en su nueva casa. Un estadio clásico, que no ha experimentado grandes cambios en sus 101 años de vida y dónde se respira fútbol por los cuatro costados. La mitad de las numerosas vivencias que allí se han perpetrado, son recuerdos en la buena memoria del masajista.
Sus mejores recuerdos son durante los gloriosos años que el Sestao Sport permaneció en Segunda División -desde 1985 hasta 1993-, codeándose con equipos prestigiosos y compitiendo con la humildad que siempre ha caracterizado al club. «El resto de equipos viajaban en avión y nosotros íbamos a todos lados en autobús, excepto a las islas», apunta. Pese a ello, estuvieron a un paso de ascender a Primera División. Una época en la que compartió banquillo con Jabo Irureta. Alguien del que se deshace en elogios. «Para mí es dios, aparte de haber demostrado ser un gran entrenador, convivir con él durante cuatro años fue excepcional, es una grandísima persona», alaba.
Además, por sus manos han pasado un sinfín de futbolistas que después han hecho carrera en el fútbol profesional. En esa larga lista destacan nombres como los de Ernesto Valverde o José Luis Mendilibar, entre muchos otros. Del primero enfatiza su binomio con Jon Aspiazu, su segundo entrenador. «Aquí se conocieron, se hicieron íntimos amigos e iban juntos siempre, son muy buenas personas, educados, con saber estar y grandes entrenadores», indica. Respecto a Mendilibar, comenta que «es un tío de diez». «Una vez que estuve ingresado, allí vino con la mujer a verme, me alegro mucho de que le vaya tan bien», agrega.
San Cristóbal se ha mantenido fiel al club verdinegro «a las duras y a las maduras». Ni siquiera dejó el cargo cuándo desapareció, ni cuándo se refundó y comenzó de cero, en Segunda Regional. Incluso, desde hace varios años, realiza su labor sin cobrar. Su intención es «ayudar en todo lo posible desinteresadamente». Por todo ello, el pasado domingo, recibió un merecido homenaje en Las Llanas, en el partido entre el Sestao River y el Bilbao Athletic. Le hicieron pasillo, le regalaron camisetas de ambos equipos y participaron alrededor de cuarenta personas que han compartido viaje con el masajista en distintas épocas.
«Fue muy bonito, estas cosas no se pagan con dinero, el ambiente que hubo aquí, que me diera la camiseta Jabo...igual no me dormí hasta las tres de la mañana por la emoción, es lo máximo que te pueden hacer», manifiesta. Un reconocimiento que se suma a la placa que da su nombre a la Tribuna del estadio o al hecho de tener las llaves del pueblo, que le animan a «echar aún más el resto», señala. Él mismo afirma que «mientras tenga salud y cuenten conmigo, aquí estaré». Tiene claro que dedicará toda su vida al Sestao River.
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