El problema del Amorebieta con las áreas

Esta tercera derrota consecutiva de los de Urritxe confirma los problemas evidentes del equipo. De un lado, la falta de producción ofensiva que viene manifestando casi desde el arranque, y que le ha llevado en las últimas jornadas a terminar sus encuentros prácticamente inédito en cuanto a remates sobre el marco contrario. En Balaídos, por ejemplo, el meta Marc Vidal apenas si tuvo que ejercitarse hasta el minuto 93 para salvar un disparo lejano de Carbonell.

A eso, ahora hay que sumarte la pérdida de fiabilidad defensiva que viene sufriendo de un tiempo a esta parte. Una situación agravada en las últimas semanas, en las que los rivales le están haciendo goles y ocasiones con demasiada facilidad. Diez dianas en contra en solo tres partidos -cada uno de con sus matices- son un mazazo a la línea de flotación anímica. Un aspecto en el que hay deben hacer especial incidencia a tenor de las circunstancias.

«Eso es lo más duro que tenemos por delante», admitía Julen Guerrero tras la derrota ante el Celta Fortuna de este domingo. «Es cierto que no estamos en una racha positiva y los golpes se acusan. En casa, hemos perdido dos partidos muy buenos en el 95'. Son cosas que arrastras y que no son fáciles de quitártelas de la cabeza. Cuando necesitas ese golpe de suerte, siempre se va hacia el otro lado», relataba con cierto punto de impotencia.

En ese sentido, el de Portugalete reseñaba que «el segundo gol nos ha hecho mucho daño» después de haber completado una primera mitad relativamente aceptable. «Hemos hecho un buen planteamiento, una primera parte muy igualada en la que no les hemos dejado jugar prácticamente, estábamos muy satisfechos de cómo iba el partido (1-1 al descanso)», relataba.

Pero llegó el segundo periodo, y todo se vino abajo cual castillo de naipes a los cinco minutos con el tanto de Tincho. «Ha sido nada más empezar la segunda parte y ese gol cambia el partido por completo», lamenta Guerrero. «A ellos les da tranquilidad y a nosotros nos entran las prisas, empiezas a saltar donde no tienes que saltar, a separar un poco las líneas…». Justo todo lo contrario a la que pedía el técnico en la previa, cuando advertía de los peligros de caer en la precipitación.

«No está siendo sencillo en ese aspecto. Llevamos ocho partidos, pero queda mucha temporada por delante y está todo muy igualado. Ganas dos partidos y subes muchos puestos, está todo muy igualado», lanzaba esperanzado. «Yo soy de pelear», espetaba a modo de arenga. «Estamos trabajando 24 horas para ayudar al club, al equipo y a los jugadores en todo lo que se puede. De casi todos los partidos sacamos conclusiones positivas y cosas bien hechas. Nos falta un punto más para ganar, en ese camino estamos», desgranaba tratando de buscar el lado bueno de la historia.

No obstante, también recordó una vez más aquello de que «no sé si tenemos el último presupuesto del grupo». Un argumento esgrimido ya desde su misma llegada por el jarrillero. «El club ha preparado las cosas como ha creído conveniente, nuestra plantilla es la que tenemos. Con los jugadores que tenemos hay que pelear y hay que seguir luchando».