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Javier Martínez
Jueves, 12 de septiembre 2024, 14:18
El atestado policial del caso Rafa Mir describe los momentos de angustia que vivieron las dos víctimas en el chalet del futbolista, en la urbanización Torre en Conill de Bétera, y la petición de auxilio a un vecino: «Oiga, por favor, ¿puede llamar a mi ... padre?».
Los investigadores de la Guardia Civil conceden credibilidad al testimonio de las dos jóvenes, de 21 y 25 años, que presentaron sendas denuncias por un delito de agresión sexual contra los futbolistas Rafa Mir y Pablo Jara. Consideran que sus relatos son «consistentes con coherencia de hechos», y que no hubo consentimiento de las jóvenes en tres episodios sexuales que describen en sus denuncias.
En las diligencias de la Guardia Civil se pueden leer frases como «siempre en contra de su voluntad» o «verbalizando su negativa en todo momento a acceder a lo que pretendía» el agresor. La joven que denunció a Rafa Mir declaró que empezó a llorar cuando el futbolista la encerró en el baño. Este fue uno de los momentos de más angustia que relató la víctima en su denuncia.
«Ven, ven aquí, bésame», le dijo el futbolista tras agarrarla, según su declaración ante la Guardia Civil. Luego «cierra la puerta y echa el pestillo para que no pudiera salir. Rafa la sienta encima del lavabo y procede a introducirle de nuevo los dedos (...), sin quitarle la falda pantalón». También le realizó «tocamientos en el resto del cuerpo, mientras ella lloraba y le decía que quería irse y que su padre estaba llegando al lugar para recogerla», según el atestado policial.
Mientras tanto, al otro lado de la puerta escuchó a su amiga. Estaba molesta y le dijo: «Me parece fatal lo que estás haciendo, estoy flipando. ¿Cómo puedes estar ahí dentro con él después de que se haya acostado conmigo?».
Y fue entonces cuando ella «empujó a Rafa, consigue zafarse de él, abre la puerta y sale del baño». Tras decirle a su amiga que no quería estar allí, cogió su bolso y sus cosas y salió a la calle. La otra otra joven, tapada con una toalla, la acompañó porque vio que estaba muy nerviosa, pero dejó todas sus cosas dentro (ropa, zapatos, bolso y móvil), porque en un principio ella tenia idea de quedarse en el chalé.
Los tres varones (Rafa Mir y sus dos amigos) salieron detrás de ellas y le pidieron a la víctima que parase de llorar, porque iban a salir los vecinos y tampoco querían que preocupara a su padre: «A ver si se iba a montar un lío», espetó uno de ellos.
Poco después, los tres jóvenes volvieron a entrar, y la joven de 25 años intentó también acceder, pero «el varón de pelo largo (Pablo Jara) se lo impide mientras les dice que son unas niñatas y que se piren, llegando a empujarla para cerrar la puerta».
Además, el mismo individuo le quitó la toalla, «golpeándola en la cara y dejándola únicamente con un tanga como única prenda de vestir». La chica llamó al timbre para que la dejaran entrar para recoger sus cosas, «puesto que se encontraba prácticamente desnuda, momento en el que ven a un vecino pasear al perro por la calle». La víctima le pidió que le dejara el teléfono para volver a llamar a su padre, pero el hombre avisó a la Policía Local.
El testigo declaró ante la Guardia Civil que observó a «dos jóvenes desvalidas que necesitaban ayuda». Eran las 8:30 horas de la mañana del domingo (1 de septiembre). Una de las chicas vestía únicamente con un tanga, tapándose los pechos, y sollozaba y gritaba las siguientes frases: «¡Dame la ropa, tírame la ropa! (...) ¡hijo de puta, te voy a denunciar!».
La otra chica, que tenía la «cara desencajada», se acercó a él y le pidió ayuda: «Oiga, por favor, ¿puede llamar a mi padre?». El vecino le contestó que era mejor llamar a los vigilantes de la urbanización para que avisaran a la Policía Local de Bétera. Y eso fue lo que hizo.
En su declaración, el testigo asegura que al principio creía que las chicas «habían estado de fiesta dentro del chalé y pudieran ir un poco bebidas», pero luego «se dio cuenta que hablaban correctamente y que necesitaban ayuda».
Otro de los episodios angustiosos que relató la joven de 21 años tuvo lugar en la piscina. «Cogió a la dicente a la fuerza y la tiró a la piscina con la ropa puesta (vestía top negro y falda pantalón elástico). En cambio, Rafa iba en calzoncillos. Una vez en el interior de la piscina, la coge a la fuerza e intenta besarla mientras la coge de la cara en contra de su voluntad, intentando ella retirarse en todo momento», afirma el relato de la denuncia.
«En ese instante, refiere que Rafa la agarra con un brazo por la espalda mientras le introducía los dedos (...) por un lado del pantalón (el cual era elástico), no pudiendo especificar la cantidad de dedos que le introduce. Además de ello, le toca todo el cuerpo en contra de su voluntad», afirma la diligencia de exposición de hechos. La víctima declaró que le dijo «verbalmente y de forma contundente que la dejase y que no quería que hiciera eso, llegando esta agresión a consumarse durante cinco minutos».
La Guardia Civil también refleja en su atestado que las víctimas aportaron detalles precisos del comportamiento de los dos varones, cuyos hechos de ser ciertos «resultarían del todo gravosos y compatibles con la comisión de sendos supuestos delitos de agresión sexual».
Tras tomar declaración a las víctimas, cotejar los datos facilitados por la Policía Local de Bétera y valorar los partes de la asistencia médica que recibieron las víctimas en un hospital y un centro de salud, la Guardia Civil concluye que hay «suficientes indicios racionales de la comisión de los supuestos delitos».
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