El fútbol, o cualquier deporte, tiene que ser diversión para los niños y las niñas. Una manera de hacer amigas y amigos, de conocer a nueva gente, de ejercitarse, de matar el tiempo. Pero hay ocasiones en las que la presión de sus progenitores, la ... forma de comportarse de sus padres en el campo de fútbol, en los entrenamientos o en casa, convierten una actividad lúdica en un infierno. Y eso es lo que refleja un nuevo vídeo de la Fundación Brafa de la serie #noseashooligan, titulado 'Papá, lo dejo', en el que se trata de concienciar a aquellos padres que meten presión a sus hijos, que se pasan los partidos aturdiéndoles con indicaciones, de que es mejor dejarles que vuelven libres y solo atiendan a sus entrenadores.
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En esta ocasión, un niño escribe una carta a su padre. El mensaje, claro, contundente. «Papá, no quiero jugar más al fútbol», le dice. ¿Por qué? Explica el joven futbolista que ya no se lo pasa bien. «No me gusta. Tengo miedo», afirma con contundencia un chaval traumatizado por la forma de comportarse de su padre cuando acude a los campos de fútbol para ver los encuentros.
«Lo paso mal cuando me gritas en la banda, y dices lo que tengo que hacer. Tengo miedo a fallar», reconoce con pesar un niño que sí recibe el apoyo de su técnico, que trata de arroparle y decirle que siga a su ritmo, que no escuche las indicaciones de su progenitor. «El entrenador me dice que esté tranquilo, que no te haga caso, y me centre en el partido. Pero no puede», señala un chaval que se confiesa «muy triste».
Ya no se siente como uno más por las acciones de su padre. «El día que insultaste al árbitro pasé mucha vergüenza. Mis amigos se lo pasan bien. Yo no. No quiero jugar más. Querías que fuera el mejor. Siento haberte decepcionado», concluye su misiva un chico apesadumbrado.
Él es el protagonista de este nuevo documento, pero es una realidad que sucede casi todos los findes de semana. Según un estadio de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, «el 40% de los adolescentes abandonan el deporte. El abandono de la actividad física es una verdadera epidemia que asola el deporte, porque el deporte es uno de los espacios donde los niños todavía pueden jugar, experimentar, dedicir, equivocarse, aprender. Y se lo estamos robando», afirma contundente.
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