
Pertenecía a las generaciones de futbolistas alemanes con un físico superior a sus adversarios y dotados de la técnica suficiente, siempre acompañada de velocidad y ... potencia, para que su selección contase entre las principales favoritas para adjudicarse cualquier competición internacional. Andreas Brehme, por calidad y currículo, formaba parte de la saga heredera de la campeona del Mundial de 1974, de jugadores germanos como Lothar Matthäus, Rummenigge, Pierre Littbarski, Rudi Völler y Jürgen Klinsmann, con quienes compartió la entonces novedosa camiseta blanca con la banda tricolor. Aquel lateral nacido en Hamburgo hace 63 años falleció ayer de un ataque al corazón.
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Brehme se convirtió en un futbolista de leyenda en su país al marcar el penalti que significó el triunfo (1-0) de Alemania frente a la Argentina de Maradona en la final del Mundial de 1990. Cuentan que el lateral era zurdo pero que entonces disparó con la derecha, aunque en realidad Brehme manejaba ambas piernas. Solía ocupar el lateral izquierdo, pero era capaz de jugar en el centro del campo por su facilidad para asociarse con sus compañeros.
Fue en el Zaragoza del portero Andoni Cedrún donde fue trasladado desde el ala defensiva a posiciones más creativas por orden del técnico Víctor Fernández. La aventura en La Romareda le duró poco tras fichar en 1992. Al parecer, el alemán se negó a regresar a la posición de lateral y se marchó en abril de 1993. También desmintió que su llegada a la capital aragonesa se debiera a que su entonces esposa era del municipio zaragozano de Utebo. Sin ningún rubor, afirmó que «si he fichado por este equipo es porque no he podido hacerlo por el Barça, ya que Cruyff no ha podido desprenderse de Witschge, ni por el Atlético, con el que tuve contactos a través de Schuster. No fui al Sevilla porque su potencial es inferior al Zaragoza, aunque me ofrecían más dinero». Intentó salir del atolladero diciendo que «si venir del Inter al Zaragoza hubiera sido un paso atrás, no hubiese venido».
Limpiador de inodoros
Brehme acabó arruinado por una deuda fiscal de 200.000 euros en 2014. Desde el fútbol germano se pidió ayuda para el héroe del 90 y el exjugador Oliver Straube le contrató en una empresa de limpieza mientras le lanzaba una reprimenda: «Allí se enterará lo que es trabajar de verdad haciendo el aseo de los inodoros. Eso le servirá para enterarse de cómo es la vida y mejorar su imagen». Fue un cambio radical para un alguien que jugó tres Mundiales con Alemnia y ganó la Bundesliga con el Bayern de Múnich (1987) y el Kaiserslautern (1998), y la Serie A (1989) y la Copa de la UEFA (1991) con el Inter de Milán.
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