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Íñigo Agiriano
Domingo, 27 de agosto 2023, 16:53
Cuando Mitoma rechazó su primer contrato profesional con el Kawasaki Frontale para comenzar en el fútbol universitario, nadie entendió su decisión. Solamente él era consciente de que su físico no era todavía el adecuado para una liga de primer nivel y que necesitaba aprender y mejorar. Comenzó la carrera de educación física y casi al mismo tiempo empezó su tesis. El tema lo tenía claro: quería estudiar el regate, un aspecto del fútbol que le fascinaba y del que quería desvelar sus arcanos. Para Karou el simple «talento» era una idea demasiado vaga para explicar porque algunos futbolistas destacaban tanto en este arte. Así que colocó cámaras en la cabeza de sus compañeros para observar qué miraban cuando encaraban y al mismo tiempo en qué se fijaban los defensores. De este estudió extrajo ciertas claves y potenció un aspecto de su juego en el que hasta entonces no destacaba especialmente.
La cabeza debe ir alzada, mirando al rival en todo momento y nunca al balón. Este no debe controlarse con el interior, porque la articulación de la cadera queda girada y se pierde agilidad, sino con la parte externa del pie. Del defensor deben analizarse tres aspectos: el centro de gravedad, la posición y el movimiento del cuerpo, y a partir de esas variables decidir que regate realizar o si se debe pasar el balón. Este es el manual del regateador para Mitoma, unas pautas que le han permitido consagrarse como uno de los mejores del mundo en este aspecto.
Su estancia en la universidad retrasó la carrera de Mitoma, pero le convirtió en un jugador mucho más maduro. Finalmente, en 2020, dio el salto al fútbol profesional y en apenas una temporada y poco más en el Kawasaki llamó la atención de varios clubes europeos. El sobresaliente departamento de scouting del Brighton fue uno de los que se fijó en Mitoma y se hizo con sus servicios por tres millones de euros.
El salto a la Premier League, no obstante, eran palabras mayores, por lo que lo cedieron durante una temporada al Union Saint-Gilloise, un club satélite de los seagulls. En Bélgica no salía como titular, porque su entrenador valoraba su rol como revulsivo. Cuando las piernas de los rivales flaqueaban, la explosividad de Mitoma era letal y él solo era capaz de cambiar el signo de los encuentros. El Union estuvo a punto de ganar la liga belga aquel año y las actuaciones de Mitoma le valieron su regreso al Brighton.
Con la temporada apenas comenzada, Roberto de Zerbi llegó al sur de Inglaterra y el fútbol del italiano casó a la perfección con el del japonés. De Zerbi es un obseso de la salida de balón en corto. Sus equipos siempre buscan atraer a los rivales, hacerles picar el anzuelo para que salten a la presión, y atacar entonces los espacios a su espalda, llevando el balón rápidamente a uno de sus extremos. El propio Mitoma reconoce que ese estilo es una bendición para él porque le brinda incontables oportunidades de hacer lo que más le gusta, encarar y salir como un rayo en dirección a la portería rival. Si en Bélgica no lograba ser titular con asiduidad ahora la situación ha cambiado radicalmente, y De Zerbi confiesa que no es capaz de sustituirle porque «si está sobre el campo siento que siempre puede marcar».
La temporada pasada Mitoma hizo historia con el Brighton, que se clasificó para la Europa League por delante de equipos como el Chelsea o el Tottenham y estuvo a un penalti de alcanzar la final de la F.A. Cup. Para esta campaña, a pesar de haber perdido a jugadores fundamentales como Caicedo y Mac Allister, las expectativas están por las nubes. Los seagulls son líderes de la Premier League, después de haber ganado sus dos primeros encuentros por 4-1.
En el último partido, ante los Wolves, Mitoma anotó un gol maradoniano, que define el futbolista que es. Recibió prácticamente en el medio campo, arrancó como una bala en diagonal, dejo atrás a todos los defensores que salieron a su paso y batió al guardameta. A las órdenes de De Zerbi y rodeado del talento que posee el Brighton el techo del japonés es incalculable. El rendimiento de Mitoma demuestra que además del talento natural y de una fuerte ética del trabajo, el fútbol es también una disciplina que requiere de estudio. El japonés esbozará ahora una sonrisa al recordar a todos aquellos que dudaron cuando decidió que, para llegar a la élite, debía estudiar primero y jugar después.
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